El Que La Hace La Paga

1994 Palabras

Nunca había escuchado un disparo tan cerca antes, y me sorprendió lo malditamente fuerte que era. Peor aún, vi cómo la horrible bala atravesaba el hombro de Semion. La sangre brotaba de la herida mientras él yacía ante mí, y yo estaba completamente perdida. La tierra no existía, no había aire para mis pulmones, y mi corazón simplemente se detuvo. Sus ojos parpadearon y luego se cerraron, y cuando la aplastante realidad me golpeó, la quietud del shock fue reemplazada por el frenesí del horror. Grité. Grité con todo lo que me quedaba en los pulmones mientras me deslizaba por el suelo hacia Semion. —¿Semion? Cariño, vamos. Háblame. —Mi voz era baja y sentía un ardor detrás de mis ojos. No respondió. No sabía qué hacer. Lo único que mi cerebro frenético recordaba era presionar la herida. E

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