Un dolor lento y retumbante se alojaba en mi estómago. Era como si no hubiera comido en días, y conforme más de mi cerebro volvía a la normalidad—dándome cuenta de lo que estaba pasando—me percaté de que había muchos dolores a la vez. Mi hombro palpitaba constantemente, pero el dolor de cabeza enorme que cocinaba detrás de mis ojos era casi igual de malo. Aun así, el dolor del hombro se extendía de adelante hacia atrás e incluso descendía por mi brazo y costado. Maldita sea, era como si me hubieran disparado. Mis ojos se abrieron de golpe. ¡Me habían disparado! Incorporarme bruscamente contra algo blando fue el peor movimiento posible. El dolor recorrió mi hombro, y siseé al intentar sujetarlo, pero luego me detuve. Mi mano no estaba vacía. —Oye, ten cuidado. No quieres romper tus punt

