Era de mañana, unas horas antes de mi llamada con Gio. Por alguna razón, Olivia parecía muy ansiosa por la llamada; había visto esa mirada desesperada en sus ojos cuando le conté sobre ella anoche. Estaba ocultándome algo y temía que su padre me lo dijera. Para ser honesto, no había decidido si valía la pena la llamada antes de hablar con ella. Ahora necesitaba confirmar mis sospechas. ¿Qué me estaba ocultando? No quería forzarla a decirlo; quería que confiara lo suficiente en mí como para contármelo. Sería cien veces peor enterarme de algo estresante por un bastardo como su padre. Me rompía la cabeza, pero no se me ocurría nada. Alguien golpeó la puerta de mi estudio, arrastrando mi atención de vuelta al presente. —Pasa. La manija de la puerta giró y esta se abrió de golpe. Serov en

