Sus Obligaciones

804 Palabras

El delicioso aroma del desayuno hizo que me rugiera el estómago. Serov apartó una silla para mí y esperó a que me sentara antes de ocupar el asiento vacío a mi lado. Era evidente que aún se sentía culpable por haberme disgustado tras la cita médica y buscaba formas de compensarlo. Me sonrojé y agradecí el gesto. Parecía inocente, aunque seguía teniendo ese aire rebelde: actuaba como si no pasara nada y prestaba atención a los platos sobre la mesa, con el cabello desordenado de la cama enredado de manera atractiva y sus bíceps marcados bajo una simple camiseta gris. Tomé un plato. Había muchas opciones en la mesa —huevos revueltos, tostadas, panqueques, café, y muchas cosas más—, y por un momento me pregunté cómo lograríamos terminarlo todo. A Serov no parecía costarle nada. A diferenci

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