La tarde se convirtió en un testigo de nuestro esfuerzo conjunto por construir un futuro sólido. Los compromisos que expresamos por la mañana se materializaban con cada acto, y la tarde se volvía un capítulo donde la esperanza y la determinación florecían. Nos propusimos regar el árbol juntos, recordándonos constantemente que el amor, al igual que las plantas, requiere cuidado y atención constante. Después de la actividad, nos sentamos en el jardín, sintiendo la brisa de la tarde acariciar nuestros rostros. La tarde se convertía en un escenario de calma y reflexión, donde contemplamos el árbol recién plantado como un símbolo de nuestro renacer. Habíamos dejado atrás las sombras del pasado y estábamos comprometidos a nutrir nuestro amor día a día. La tarde se desvaneció en la noche, pero

