Después de que nos entregaron el cuerpo inerte de mi padre, se realizaron las debidas oraciones y se rindió el tributo merecido a su honor, junto con familiares, amigos cercanos, amistades no tan cercanas y chismosos de la localidad que se sienten distraídos con el dolor ajeno. Mi madre se encuentra destrozada, mi hermano intenta parecer inquebrantable como un roble porque no está bien visto en nuestra gente que el hombre sea sentimental. Y yo... No sé ni siquiera como me siento.
Después de cumplir con las oraciones pendientes, llega el momento de volver a casa e intentar retomar nuestras vidas de la forma más cotidiana posible.
Apenas llegamos me siento extrañada, todo en casa me resulta sombrío.
Mi madre me requiere que vaya al sótano, mientras me pisa los talones, me pide con sequedad que vaya por una lata de mermelada de higos que se ha dejado ahí, aunque me parece poco usual, lo hago sin rechistar, no quiero molestarla estando en el estado que se encuentra.
Cuando entro al húmedo sótano, mi madre toma las llaves de la puerta. Pude sentir su intención.
—¡No puedes encarcelarme aquí dentro mamá! —Grité cuando tomó la puerta y me dio la espalda, fue inevitable ver en su mirada la mezcla de dolor, frustración, incomprensión e ira.
—Las personas culpables tienen que tener consecuencias de sus acciones Amira. Y está será tu nueva vida, acostúmbrate. Más te vale estar callada, tendrás comida, hay suficientes latas ahí abajo después de todo. —Espeta mi madre sin una gota de empatía, sentí por primera vez una corriente de escalofrío recorriendo mi columna.
Entendí que esto representa el inicio de mi tormento y que debo ser lo suficientemente resiliente para afrontarlo, tengo que ser fuerte.
Mi madre se queda parada sin terminar de cerrar la puerta, y Ayub se aproxima a ella y le pone la mano en los hombros en señal de apoyo. No puedo evitar sentir afligimiento.
Lo habían planeado todo.
Él está intentando sonreír de forma macabra.
—¡Tú te ganaste todo esto Amira, mataste a mi padre con tu desobediencia! ¡Y ahora lo pagarás con tu propio sufrimiento, llorarás lágrimas de sangre y ni con ellas vas a obtener el perdón! —Blasfema mi hermano cargado de rencor, pude sentir que hablaba desde el dolor en cada una de las palabras que emitía.
—¡Ayub, por qué dices eso! ¿Por qué me acusas así? —pregunté con el poco aliento que tenía.
Siento que la amargura que me está causando su desprecio me aprisiona de tal forma que se me imposibilita respirar, yo sé que no hice nada malo, mi padre estaba enfermo, ¿por qué se empeñan en lastimarme?
—Lo digo porque es así, te acuso porque fuiste la única culpable de la muerte de mi padre. ¿Qué te costaba casarte con Naim?, él es bueno y ni siquiera es feo como para que le hayas despreciado, ¿con qué derecho lo hiciste Amira? —hizo una pausa y apretó sus puños, creí que iba a pegarme. —Es rico y podría haberte dado la vida que estás acostumbrada a llevar, pero tuviste que arruinarlo todo... —expresó de forma cortante.
—¿Y en qué les afecta que no me haya casado con ese insensible hombre?, ¡yo no lo amo!—grité con seguridad, aun sabiendo que no estoy en posición de defenderme.
Mi madre permanece callada.
—No importa lo que tú quieras o no estúpida. Importaba lo que se había comprometido papá a dar y tú lo dejaste en vergüenza, eres un asco de mujer. —dice Ayub mientras cierra la puerta del lugar.
Estoy sola y tengo que intentar sobrevivir a esto. Realmente tengo que intentar escapar, si mis familiares fueron capaz de dejarme encerrada en un húmedo sótano, serían capaz de todo. No tengo a nadie más, mi familia no es demasiado querida en la zona como para que alguien se dé cuenta de mi ausencia.
Mis amigas de la universidad son las únicas que podrían ayudarme y no van a notar mi falta porque están acostumbradas a escuchar rumores de que mi familia no está en acuerdo con mi carrera universitaria... Por ende, están preparadas para seguir sin mí.
Pasan los días e intento existir en este desagradable lugar, mi madre ni mi hermano se han apersonado a sacarme de aquí o darme algo de comer que no sean las latas... Estoy sucia y harapienta. He tenido que destapar las latas de guisantes o vegetales, de mermeladas, e incluso de hojas de uvas con mis propios dientes, para poder comer y beber del agua que les conserva. He tenido que hacer mis necesidades en un rincón del lugar, me he organizado para que no huela demasiado mal haciendo dentro de cada lata que me acabo y volviéndola a tapar. A pesar de todo, conservo la suficiente cordura para continuar viva y con la convicción de que voy a escapar de aquí a salvo.
Supongo que han despedido a Salam, ella notaría mi ausencia en casa... Aunque han podido mentirle diciendo que me he ido a la universidad o algo parecido... Pero ella me vio en todos los compromisos relativos a la muerte de mi padre... No tengo fe en que ella pueda rescatarme de mi cautiverio, ya que ella no ha tenido la mala suerte de conocer el lado desquiciado y psicópata de mis familiares más allá de su fanatismo religioso que ella no le discute por depender del salario que ellos le proveen.
Creo que ya han transcurrido alrededor de 2 meses mientras estoy recluida en el sótano y nadie viene por mí. Ya me quedan pocas latas saladas, en su mayoría tengo de sobra latas dulces, creo que mi madre calculó el tiempo que podría mantener aquí y en algún momento vendrá a traerme más latas, hasta que me encuentre completamente loca y pueda decir que no salgo en sociedad porque estoy desquiciada... Quizás ese es su plan, o quizás solo va a dejar que me muera de hambre... Realmente no sé cuál sea mi destino si quedo a merced de ellos, y por supuesto ese no es mi plan.
Tome la decisión de escapar bajo mis propios medios y riesgos.
No hay ventanas, es un sótano.
Pero... Intentaré abrir un agujero en la pared golpeando con todo lo que pueda hasta que rompa la pared y alguien en el exterior pueda sacarme de este infierno... Luego buscaré la manera de sobrevivir en el exterior, porque no pienso volver a reencontrarme con mi familia nunca más después de que me hayan obligado a vivir una tortura que no me he merecido.
Después de otra semana siendo bastante paciente, pude lograr romper la pared unos 20 centímetros de diámetro lo cuales no fueron suficientes para sacar mi cabeza por ahí... Ni para llamar la atención de ninguno de los transeúntes, a lo mejor pensaron que mis gritos se trataban de una jugarreta de una niña queriendo llamar la atención.
Luego de otra semana transcurrida que dedique enteramente a romper la pared, por fin pude hacer un agujero lo suficientemente grande para salir del lugar.
¡Pude escapar!
¡Soy libre!
¿Ahora que hago con tanta libertad, si no hay de quién escaparme?
Empiezo a caminar por las calles, las personas me miran con pena y prosiguen su camino más apuradas de lo que estaban antes de verme. Mi aspecto no es demasiado pulcro, es lógico que van a pasar de mí.
Después de tanto caminar y alejarme de las zonas aledañas al que fue mi hogar durante toda mi vida, me aproximo a la casa de mi amiga Rola, es la única con la que tengo la suficiente confianza para pedirle que me esconda en su casa sin que sus padres lo sepan.
Llego a su casa, su vecina me ha mirado e intento caminar erguida, como tantas veces se me enseñó... Para que crea que mi estado físico es debido a un juego, percance o disfraz... Que no note mi indigencia... Y al parecer o no le intereso como para detenerse, o se cree las situaciones que pueden pasar para que alguien se encuentre tan sucio o mal oliente como yo.
Entro por el jardín y no he podido ver a Rola salir, he visto a su ama de llaves, pero no me he atrevido a solicitarle la presencia de Rola, sabría que la busca alguien e iría derecho a notificárselo a sus padres... Y lo más seguro es que me devolverían a casa con mi familia, aunque... Ellos no son extremistas radicales como mi familia, por eso vine aquí. Rola es la única de mis compañeras con la que tengo más afinidad en mis pensamientos, y es porque sus padres le han inculcado buenos valores y principios sustentables... No le han criado sintiéndose una pecadora o culpable de todo lo que ocurre a su alrededor por gracia de ser mujer y ser Eva la primera accionista del pecado responsable de la muerte, como constantemente afirmaba mi padre.
Por fin Rola sale al patio acompañada de su mascota, emito un ruido con el chasquido de mis dedos y ella voltea y me ve.
—¡Rola, soy Amira, no te asustes por favor! —digo en un susurro.
—¿Amira, qué te ha pasado? ¿Qué haces escondida ahí?, ¿Por qué estás tan asquerosa y mal vestida?—Pregunta horrorizada Rola analizando mi aspecto.
—Todo voy a explicártelo, te lo prometo. Pero por ahora necesito que me des albergue en tu casa por unos días sin que nadie lo sepa, por favor, te lo imploro. —le digo con verdadera necesidad.
—Estoy muy confundida Amira, no entiendo nada... Pero... Está bien. —dice Rola en un hilo de voz.
Nos conducimos a su habitación con sigilo y me aproximo a estar aseada, la sensación es inexplicable... Después de este tipo de experiencias aprendes a valorar algo tan simple como bañarse...
Después de estar impecable, me siento en la cama de Rola la cual está atenta esperando que salga, me proporciona ropa limpia, y me aventuro a contarle lo que ni siquiera yo misma puedo creer que me pasó...