Capítulo III

1824 Palabras
Todos nos encontramos estupefactos. Yo soy la primera en levantar la vista para ver al hombre que me dió la vida dormirse en una silla con gesto dolorido... Afirmándolo de una forma fantasiosa... Me gustaría que realmente fuera durmiendo... Naim después de lo que pareció una eternidad, se quitó su chaqueta y la colocó encima de la mesa, quedándose vestido con la camisa color melón que llevaba debajo y sus pantalones negros... Realmente no entendí por qué se quitó parte de su vestimenta, hasta que lo veo dirigirse al cuerpo de mi padre adormecido mientras todos nosotros permanecíamos gélidos. —Está vivo, pero quizás está teniendo un ataque al corazón, hay que llamar a una ambulancia. —Su voz era fría y severa mientras emitía la orden. Mi madre no reacciona ante sus palabras, parece como si Naim no hubiera dicho absolutamente nada, y Ayub parece estar congelado en la silla. Tomo su palabra y procedo a llamar a un centro de salud para que vengan a buscar a mi padre y solucionen lo que yo causé. La ambulancia llegó después de 3 minutos de mi llamada. Naim en el momento en que subían a mi padre en una camilla la cual parecía demasiado pequeña para su cuerpo, no deja de mirarme de forma inquisitiva. En el momento en que llegamos al hospital, mi madre y Ayub no han emitido ni una palabra respecto a la situación. Siguen callados. Yo conservo los ojos entrecerrados, ni siquiera sé que sentir respecto a todo lo que está sucediendo. Mi padre es un hombre fuerte, nunca pensé que en algún momento iba a verlo flaquear de ese modo por un altercado o diferencias familiares, bueno... Realmente no fueron diferencias familiares, fueron diferencias conmigo... No puedo evitar sentirme culpable por todo lo que está pasando, y la reacción de mi familia no me ayuda en lo absoluto a sentirme mejor... —Señora Farhad, o familiares del señor Amin Farhad. —La voz de una mujer vestida de blanco de pies a cabeza se escuchó en la sala de espera y no pude evitar sentir nuevamente una corriente helada subiendo por mi cuerpo. —Tengo que darles información respecto a su padre. —me dice cuando me acerco a ella con nerviosismo. —Dígame señorita, ¿cuál es el diagnóstico de mi padre? —suelto con tono desesperado. —Joven, su padre se encuentra muy grave. Ha sufrido un ataque cardíaco, por lo que pudimos observar lleva mucho tiempo teniendo las paredes de su corazón comprometidas sin llevar un control de ello por ende sucedió este penoso colapso, además de hoy haber enfrentado una subida de azúcar, nosotros le hemos realizado un electrocardiograma apenas ingreso al hospital, para revisar de esa forma las señales eléctricas a medida que se desplazan por el corazón y el resultado no fue positivo. Y el análisis de sangre tampoco arrojó buenos resultados, le estamos administrando nitroglicerina para así de esa forma aliviar el dolor que siente en la angina, además de ayudar a que mejore el flujo sanguíneo en el corazón, ya que la misma ensancha los vasos sanguíneos, estamos haciendo todo lo posible porque él tenga un estado de salud estable, pero temo decirles que estén preparados para lo peor. —expresa la doctora con tono apacible. No tengo palabras para describir como me siento en este momento, ni para contestar, me ha dicho que nos preparemos para la muerte de mi padre. Mientras me quedo intentando procesar lo que acaban de decirme, Ayub llega de forma agresiva y se aproxima a nosotras. —¿Qué haces tú aquí Amira? —pregunta con desdén. —Eres la culpable de todo lo que está viviendo mi pobre padre y tienes el cinismo de levantarte cuando la doctora llega a dar declaraciones sobre su estado... Das asco, hermana. —grita Ayub sin tener en consideración que se encuentra en un lugar público donde todas las personas están pasando por una mala racha por tener un familiar con su vida en juego. —Le pido que por favor se calmen. En este difícil momento es cuando la familia tiene que permanecer unida. —dice la doctora intentando apaciguar el ataque iracundo de mi hermano. —Sé que usted tiene razón, disculpe por favor la actitud de mi hermano, él está muy alterado por todo lo que está pasando con papá. —digo mientras me tiembla cada parte de mi cuerpo. —¿Todavía tienes la audacia de volver y decir que estoy alterado Amira? —aprieta los dientes después de preguntar con ironía. —Tú has ocasionado todo esto, es detestable que seas tan fresca, a todos nos gustaría que te largaras y nos dejaras lidiar con esto a los que si amamos a papá. —espeta Ayub con desprecio. —Jovencito, considero que debe calmar su ímpetu. Su padre lastimosamente se encuentra en grave estado de salud, y lo que he intentado decirles desde que le pedí que se acercaran es que se preparen para despedirse de su padre, y con ese grado de agresividad que usted profesa, dificulto que se le permita el acceso a la habitación de su papá, sería contraproducente para lo delicado que se encuentra. —dice la doctora con expresión fría y se retira de la habitación. Ayub se queda con cara de derrota, él no estaba al tanto de que mi padre se encontraba desahuciado... Mi mamá está sentada con un rosario en la mano y Naim sigue haciéndonos compañía, su cara en este momento no refleja ninguna emoción. Intento tomarle las manos a Ayub, en señal de apoyo e intentar ser resilientes juntos, no va a ser fácil llevar a cuestas la pérdida de mi padre. Él me quita las manos de las suyas y me escupe el rostro... Jamás nadie me había humillado de semejante manera... Mientras tanto, todas las personas que se encontraban a nuestro alrededor, presenciaron la escena, la disfrutaron, y ni se inmutaron en proferir un ápice de empatía en mi favor. Tampoco pienso tomar acometida en su contra. No voy a caer en provocaciones ni a actuar como una niña inmadura. No es el momento. Me conduzco al lugar en donde se encuentra mi madre, intento buscar las palabras adecuadas para especificar lo que está sucediendo. —Mamá, necesito que estés calmada y preparada. Pero la doctora acaba de notificarnos que... —hago una pausa e intento tomar todo el aire posible para proferir lo que tengo el deber de decir. —Tenemos que estar preparados para despedirnos de papá porque su estado de salud no es bueno, llevaba mucho tiempo con un problema del corazón y no estábamos al tanto. —digo intentando estar lo más calmada posible. —No mientas para justificar tu culpabilidad Amira. Tu padre no estaba enfermo, tú le causaste todo eso por tu desobediencia. Dios te ha castigado hoy con la caída de tu padre y me ha castigado a mí por criar a una hija con tan pésimos principios. —soltó mi madre mientras intentaba ahogar su llanto. Naim se acerca a ella y coloca su mano en el hombro. —Tía estoy aquí para apoyarles, siento mucho todo lo que está pasando y me causa mucho dolor la situación que están teniendo que vivir. Cuenten con todo mi apoyo incondicional y el de mi familia, yo me encargaré de todo lo concerniente al funeral de tío Amin Farhad y será honorable como él se lo merece. —dijo Naim de forma concisa. —Gracias hijo, no sé como pagarte lo que estás haciendo por nosotros, eres un muchacho ejemplar, tú te mereces todo lo bueno de la vida. Y si aun después de este mal rato y todo lo que has visto que es capaz de ocasionar mi hija, sigue en pie tu deseo de casarte con ella, yo te concedo el permiso de oficiar tu matrimonio con ella, sin Amin con nosotros estaremos más cortos de ingreso económico así que no voy a pagar gastos de la señorita que ocasionó la muerte de mi amado esposo con el dinero que nos dejó. —expresa mi madre con molestia. Ayub le interrumpe. —¿Por qué discuten y hablan de mi padre en pasado si él aún vive y nos sugirieron ir a despedirnos de él y ustedes se encuentran nuevamente discutiendo el destino de Amira? —pregunta enojado. —El mundo no gira alrededor de ella, en este momento tenemos que aprovechar poder ver a nuestro padre porque está entre nosotros, no ha llegado el momento de hablar de funerales o bodas, tengan respeto. —puntualiza con decepción. Creo que por primera vez me encuentro en acuerdo con algo emitido por la boca de Ayub. Me resultan abominables e impertinentes las propuestas de Naim en este instante, mi padre no ha muerto, como para hablar de funerales o de bodas que no van a oficiarse nunca. Yo no estoy dispuesta a casarme con un hombre que no amo y por el que siento desprecio, no voy a hacerlo y aunque puedan obligarme a estar comprometida con él, no podrán obligarme a asistir a mi boda. Buscaré cualquier medio posible para que se respete mi voluntad. Mi madre se levanta de la silla en la que se encuentra, intenta parecer fuerte, pero sus piernas flaquean cuando intenta dirigirse a buscar información de la habitación en la que tienen a papá... Ella lo ha amado toda su vida, a pesar de los tratos bruscos u opiniones denigrantes de mi padre hacia su persona, le ha entregado su vida, su alma, su tiempo, su esfuerzo, al cuidado de él y de nosotros... Sé que no es fácil lo que debe estar sintiendo, tampoco lo es para mí, después de todo sea como sea, es mi padre y lo amo. Una de las enfermeras de turno nos entrega una planilla y la firmamos uno a uno, en la que se explica que no se hacen responsables de lo que pueda ocurrir con mi padre si entramos todos juntos a verle, ya que la doctora había recomendado que entráramos uno por uno a despedirnos de él. Entramos todos a la habitación de emergencia, mi madre le toma la mano y él entreabre los ojos. Su cara está totalmente incolora y su cuerpo se encuentra inmóvil. Ayub se abalanza encima de él y yo me quedo al pie de la cama como en espera de que se levante de ahí o de despertarme, y que todo esto se trate de una terrible pesadilla. Hasta que las máquinas empiezan a pitar de forma ruidosa, anunciando la pérdida de este mundo de Amin Farhad, padre de mi familia y esposo de Sanah Al Hassam. El dolor me invade por escuchar los gritos desgarradores de mi madre que acaba de asimilar que es un hecho y mi hermano está en el suelo arrodillado, nuestras vidas darán un severo giro después de esto.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR