—¿Qué has creído tú, Amira?—grita mi padre de forma neurótica... —, ¿Acaso supones que vas a causarme vergüenza todo el tiempo y vas a salirte con la tuya? —Suelta con ferocidad.
Miro a todos con decepción, detesto tener que desarrollar mi vida en conjunto a personas con pensamientos y acciones totalmente radicales y sin sentido alguno. Se encuentran constantemente siendo atacados por una mayoría por ser como son y por pensar como piensan y aun así se sienten los dueños absolutos de todas las verdades.
¡Eso me harta completamente!
—Tío creo que debería calmarse, quizás su hija se encuentra un poco nerviosa y por eso dijo lo que parecí escuchar. —Profirió Naim de forma casual, como si todo en mí fuera un completo chiste de mal gusto.
¿Es muy difícil entender que no quiero ser parte de lo que la gente crítica de mi cultura, el casarse sin conectar ni empatizar y que deseo con toda mi alma ser ese tipo de gente que es un ejemplo para las personas?
—Eh, con todo respeto tengo que decir sin intención de que te cause molestia o te acongojes por mi causa madre... Pero cada una de las palabras que dije son reales y las siento en cada parte de mi ser. Lamento que los acontecimientos no hayan sido como te gustaría que fuesen, papá. —hago una pausa y clavo mi mirada lastimera en él. —, pero no me convertiré en lo que usted quiere que yo sea, le recuerdo que la salvación de cada uno de nosotros es individual, así que no deberían de preocuparse demasiado por las decisiones que tomemos porque a fin de cuentas, no van a encontrarse afectados más allá de unos posibles chismes mal infundados. —expreso con gracia.
Ayub se queda mirándome con molestia y recelo, como si cada una de mis declaraciones le apuñalaron cada órgano vital de su cuerpo. Hasta que dirige su mirada fúrica a mi padre en señal de que me ponga en mi lugar como él considera que es apropiado.
—¿Avergonzarnos ante la gente no te parece que sea suficiente perjuicio en contra de cada uno de nosotros hija?, la abyección de tu conducta es incomprensible, te hemos criado con amor y buenos valores y tú... Nos humillas en la mínima oportunidad que tienes—dijo mi padre mientras mantenía los puños apretados sobre la mesa en señal de indignación.
Sin lugar a dudas, el hecho de considerar que el criterio de personas ajenas a tu familia y seres queridos es más importante y relevante de la felicidad de tu hija me parece que es aborrecible.
—Padre, te juro que no es mi intención, y quisiera recompensarte de alguna manera el haberte disgustado, pero me resulta imposible, ya que ni siquiera estoy segura de entender el porqué aseguras que te he humillado. —digo intentando hablar lo más calmada posible para que no inicien a acusarme de atrevida vulgar e iracunda.
Mi padre me mira frunciendo el entrecejo y procede a hablar nuevamente.
—¿No lo entiendes Amira?, me haces declinar la palabra que le había dado a un muchacho de buena familia, para mí es importante conservar mi reputación de hombre con entereza, y tú... Niña insolente, me haces quedar como un imbécil ante la persona con la que te comprometí mientras me hacía ilusiones de que te había criado bien y eras una hija educada y conocedora de la obediencia... Ni siquiera sé para qué pago una universidad si eres una bruta que ni sabe que es lo que realmente le conviene. —espeta con acritud.
—¿Me habías comprometido con este muchacho papá, sin preguntármelo siquiera, o insinuarlo tú, mamá?, definitivamente ustedes no saben lo que hacen. —digo indignada.
—Había dado mi palabra de que tú aceptarías ser cortejada por Naim debido a que es un hombre con valores y principios impecables, lo suficientemente como para permitirle ser el esposo de mi hija mayor. —suelta mi padre con agresividad.
—Tu padre tiene razón Amira, nos has hecho quedar terriblemente mal parados ante los ojos de Naim, no tengo las palabras adecuadas para disculparme con él después de todo esto que has armado tú en el que se supone que sería un día importante y decisivo para tu futuro, lo has tirado todo a la basura por un capricho... —expresa mi madre mientras se acaricia la mandíbula con nerviosismo.
Mi madre no está demasiado acostumbrada a tener partido en las discusiones que pueden suscitarse en la mesa, normalmente es mi padre quién ejerce de exponente, árbitro y todos los roles que pueden coexistir en el momento determinado... Por tanto, en este momento en que se le ha permitido opinar, ya que el matrimonio es el tema favorito de las mujeres árabes, sería imposible que se mantuviera callada mientras se habla del tema, más sin embargo puede notarse el nerviosismo en cada una de las palabras que ha proferido en el instante que abrió la boca para atacarme de forma injusta.
—Tranquila tía, eh... No pienso hablar con nadie sobre lo ocurrido, estoy convencido de que Amira es una señorita decente a pesar de todo lo que ha proferido respecto al sagrado matrimonio porque ha sido criada bajo una familia con inquebrantables principios... Ella aún se encuentra en una edad difícil y es bastante probable que no sepa el peso que tienen las palabras que ha dicho y bueno, si intentamos ser objetivos, recordemos que Dios siempre perdona a la persona inocente, y no puedo ni quiero pensar más allá de que su hija sea un alma genuina e inocente. —expresa Naim a mi madre intentando conciliar la discusión y apaciguar los ataques directos hacia mí.
Mi padre no ha dejado de mover la pierna como muestra de ansiedad e intranquilidad mientras que Naim observa a todos con el deseo de que las palabras que él considera como apacibles y conciliadoras surtan efecto entre nosotros y empecemos a pedirnos disculpas entre sí... Este no es el caso.
—Uh, definitivamente Amira opina cosas a diestra y siniestra como un bicho raro, es como si nunca hubiera sufrido el proceso de aculturación, o bien, quizás está loca. —ríe Ayub como si se hubiera inventando el mejor chiste de la época. —¿Es qué... Acaso no todas las mujeres lo están? —acentúa con tono burlón mientras se ríe a carcajadas.
Es inaudito como incluso mi madre le permite a mi hermano de 12 años afirmar que todas las mujeres están locas sin proferir ni un insulto, regaño, reclamo hacia él, al contrario... Todos aplaudieron lo que ellos consideran como apropiado y gracioso tan solo porque fue mencionado en la boca del 'futuro hombre de la casa', en cada instante que acontece me doy cuenta de que mi familia es aborrecible, me siento culpable por usar una palabra tan fuerte para describirles, pero no creo que ninguna se ajuste a ellos de forma tan adecuada.
Todos han hablado y expresado lo que piensan al respecto de mis afirmaciones y yo he permanecido callada, ordenando mis ideas, esto es una prueba real de que soy una persona con un carácter paciente... Si no fuera poseedora de esa admirable virtud, creo que ya hubiese torturado a todos los que se encuentran en esta sala hasta encontrar un poco de materia gris funcional en sus cerebros.
Me gustaría que aunque no fueran adeptos a mis ideales, se dedicarán a respetarles, me conformaría con ello y no haría objeciones si decidieran no apoyarme en el trayecto a llevarlos a cabo. Pero al contrario de lo que me complacería obtener de su parte, solo tengo unos padres que me consideran completamente adocenada.
Después de todo lo que han despotricado en mi contra, en el transcurso de lo que parecía una eternidad debido a que todos nos mirábamos de forma incómoda sin emitir ninguna palabra o gesto, buscando la forma pertinente de salir de este detestable encuentro...
Mi padre nuevamente vuelve a proferir un par de frases que doy por sentado que ha pensado y reflexionado lo suficiente como para convertirlas en su estocada final con la que piensa que logrará mi arduo arrepentimiento.
—Naim... De verdad no tengo forma o modo posible de ofrecerte una disculpa que retribuya todo el mal rato que has tenido que aguantar por responsabilidad de la detestable e inmadura hija que he criado... Me pesa tener que romper mi palabra, pero más que por los horrores profesados en la boca de esa mala mujer... La rompo por tener la suficiente empatía contigo como para no tener que condenarte a compartir tu vida y tus lujos con una mujer tan indecorosa de pensamientos y libertina como mi hija, tú mereces a alguien mucho mejor y sé que vas a conseguirlo porque tú si eres una buena persona. —dice mi padre adulando a Naim de forma brusca y bastante obvia.
No pienso demasiado mi respuesta para evitar que Naim me gane la partida, no estoy dispuesta a ser considerada una mujer libertina simplemente por no dejarme imponer como marido a un hombre que ni siquiera conozco, ni nunca me menciono que yo le atraía al menos, lo cual resultaría un acto completamente incomprensible debido a que es la primera vez que él y yo nos miramos, es probable que ni siquiera supiera de mi existencia hasta el día de hoy que posiblemente se sintió solo y desdichado y se encontró con un ser sin análisis como mi padre y me ofreció como presa para su amiguito... Me da pena ajena que ellos crean que todo esto es normal.
—Pues, no quiero prolongar más esta conversación papá... —digo con valor. —Y bien, tu ganas papá... Después de todo... Creo que en esta casa el único merecedor de casarse con un hombre tan sensacional como Naim eres tú. Él es libre, como yo no soy digna de él, quizás tú si lo seas, divórciate de mamá y sé su esposo, ya que le defiendes tanto y consideras superior. —expreso con entusiasmo.
Mi padre emite un grito y se toca la parte superior izquierda de lo que creo que es su costilla y al instante me siento atemorizada.