—¡Ah! ¡Me duele mucho! ¡Ah! —fueron las últimas palabras de Ethan antes de caer desmayado al suelo, boca abajo, en medio de una gran agonía. Su cuerpo yacía inmóvil, mientras la angustia se apoderaba de Camila al presenciar tal escena. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, reflejando un miedo profundo y desesperación. —¡Oh, lo maté, lo maté! —exclamó, corriendo hacia él y arrodillándose a su lado. Con un ligero temblor en sus manos, intentó girarlo para ponerlo boca arriba. Sus dedos acariciaban su rostro, mientras sus palmas chocaban levemente contra sus mejillas. —¡Señor Hunter, señor Hunter! —gritó, en un intento desesperado de llamar su atención—. ¡Ay, no, ¿qué hago?! ¡Lo maté! Justo en ese momento, Oliver, el asistente y chofer de Ethan, salía despreocupadamente del ascensor, silba

