Capítulo 6-2

1990 Palabras

Sus rodillas quedaron abiertas en silenciosa invitación. Ella no diría qué deseaba, no podía ceder a eso. Pero me lo mostraba. Diablos, sí lo hacía. Sonreí. Estirándome, tomé un tobillo y giré su muñeca para darle la vuelta y ponerla de espaldas. Me arrodillé en la cama, le solté la palma en el culo y miré cómo la lujuriante piel rebotaba, entonces vi la marca de mi mano volverse rosada. Jadeó ante la acción, mirándome por encima del hombro. Si las miradas pudieran matar… Deslicé la mano hacia su coño, sintiendo cuán mojada estaba. Todo lo que había pasado desde que follamos en el salón de juegos vacío había sido la preparación para esto. Ella estaba rica. Mojada. Lista. Ah, quería jugar con esos pechos perfectos, chupar sus puntas rosadas. Quería hundir mis dedos en esa cueva hasta

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