Aunque hubiese querido en ese momento no hubiese sabido qué responder. Simplemente su expresión fue horrible, la manera en la que le gritaba y la miraba. Pero como no es de las que se rinde fácilmente no se quedaría de brazos cruzados después de que le tratara como a un ser inferior. Esperó y esperó mientras realizaba sus labores diarias en la computadora, pero esos dos seguían hablando y hablando. Ya había visto a Olga llevar al menos cinco rondas de café y por alguna razón le era bastante preocupante teniendo en cuenta la carta del hospital que había conseguido. Estúpidamente pasó de estar molesta a preocuparse mientras que la espera se alargaba más y más y ella estaba a punto de tener un ataque de nerviosismo. Pasaba del medio día y su estómago empezaba a rugir como tigre hambrien

