2."Cita perfecta"

2768 Palabras
Las personas se giran a mirarnos de inmediato, pero la mirada de Lucas se ve inclusive más confundida y sorprendida que la de todos ellos. La mujer le da una mirada de horror cuando logra analizar mis palabras, me cree todo, estoy segura. Las clases de actuación terminaron sirviendo para algo bueno después de todo. —No tengo idea de lo que hablas —responde él, levantándose de la mesa también. De pie frente a mí, es aún más imponente. Mide al menos quince centímetros más que yo, aún en mis fabulosos tacones Prada. Hago una mueca de indignación y dolor a la vez, como si encontrarlo con aquella rubia fuera lo peor que me ha pasado en la vida. — ¿No sabes de lo que hablo? ¡Maldito imbécil! Tan sólo anoche estábamos teniendo sexo ¡y a la mañana siguiente te fuiste dejándome sólo tu número de teléfono en una sucia nota de papel! Aunque al menos tengo que agradecer que no te quedaras por más tiempo, porque nunca nadie me aburrió tanto en la cama como tú. ¿Alguien alguna vez te dijo que sufrías de eyaculación precoz? ¡Y qué tus ronquidos suenan en todo el hotel! Las personas ya tenían la vista y lo oídos en nosotros. Reprimo las ganas de reírme mientras miro al hombre frente a mí, con lágrimas en los ojos. Él al principio parece muy confundido, como si no pudiera creer lo que estaba pasando. Pero a medida que la gente nos mira y murmura, el enojo brilla en sus ojos. Bien, enojarlo no era la idea, sólo quiero que entienda qué estoy haciendo. Puede pedirme que me vaya, o peor aún, puede llamar a uno de los guardias del establecimiento para que me saquen a golpes. Pero no lo hace. La rubia se da cuenta de eso también, porque mira entre nosotros como si estuviera esperando una explicación por parte de su cita. Sin embargo, el hablador Lucas, está... mudo. —¿Eso es verdad Lucas? —pregunta, frunciendo el ceño. —¡No conozco a esta loca! —exclama, pero no me corre, aún no. —¡Claro que es verdad! —respondo ignorando su comentario, siendo lo más dramática posible—. Es lo que hizo linda, y te recomiendo que te alejes de este adefesio porque va a hacer lo mismo contigo, te follará y te dejará al día siguiente con una estúpida nota de agradecimiento. Ella mira de nuevo a Lucas, pero él no dice nada, se queda en silencio. Cuando se da cuenta de que su cita ni siquiera intenta defenderse, toma su bolso farfullando maldiciones en su contra, diciendo algo de dinero desperdiciado. Bueno, al menos era aliviador saber que la chica estaba buscando algo más que su pene esta noche. —¡Eres un maldito idiota! —dice por última vez, dirigiéndose a Lucas. Dándose la vuelta, se aleja hacia la salida. Lucas y yo la miramos mientras camina a paso firme y rápido, inclusive en esos zapatos de diez centímetros. Cuando sale del bar, me doy la vuelta para dirigirme hacia mi asiento en la barra de nuevo. Después de todo, ya he logrado mi objetivo, no tengo por qué quedarme. —Oh no, ni pienses que te vas a ir —dice Lucas, antes de que pueda moverme. —Tienes diez segundos para explicarme por qué corriste a mi cita —ordena, con un gesto malhumorado. —Porque yo luzco más divertida en las conferencias anuales de matemática y Álgebra que tú hablando con esa rubia. —Me encojo de hombros. — Te hice un favor alejándola, estoy pagándote por alejar a mi cita, que al parecer, no fue la única desastrosa ésta noche. Su mirada cambia de enojo a interés en un segundo. Se sienta y se endereza en su silla, mirándome con intensidad. Sus ojos barren desde mi cabello, hasta mis pies, deteniéndose en mis piernas un largo rato. Cuando la mejor arma que tiene una mujer es su cuerpo, eso significa que no tiene nada más que ofrecerle a un hombre que sexo. Pero yo iba a demostrarle que podía tener un buen cuerpo, ser inteligente, y que no, lo mejor que recibiría de mí no sería el sexo. —Siéntate —ordena. Algo en mí se irrita de nuevo. Había leído "Cincuenta sombras de Grey" antes, y aunque a Christian la dominación le quedaba esplendido, no soporto a los hombres que quieren darme órdenes. Mucho menos cuando no los conozco de nadie, y cuando los acabo de salvar de una metida de pata. —No gracias —respondo, sin borrar mi sonrisa. Su mirada no deja la mía ni un momento. —Sólo quiero invitarte un trago como agradecimiento, ¿no fue lo mismo que hiciste tú hace un rato? Tramposo. No puedo contradecir aquello, porque es verdad. Le invité un trago en forma de agradecimiento, pero realmente nunca pensé que aquella rubia hermosa con quién estaba hace un momento fuera a aburrirlo como el infierno y yo tendría que ir a salvarlo. Después de mi tercer trago de Gin Tonic, había decidido que ésta no era mi noche para ligar e iba a irme a casa sola y borracha. Le doy una mirada al barman, que me mira asombrado, como si no pudiera creer lo que está pasando. Disimulo una sonrisa orgullosa y tomo mi decisión, hablar un poco con aquel hombre hermoso no va a hacerme daño. Me siento con lentitud, disfrutando de su mirada en mi cuerpo. —Soy Deanne Adornetto. —Me presento, tendiéndole mi mano por encima de la mesa. En cuanto nuestras manos se tocan, siento un escalofrío desde mi brazo hasta mis pechos. ¡Electricidad estática! —¿italiana? —pregunta. —Autentica —respondo, con orgullo. —Soy Lucas Coleman. —Entonces, ¿vas a invitarme el trago o tengo que ir yo misma? —pregunto. Le hace una seña al mesero, sin apartar sus ojos de mí. Nos quedamos en silencio mientras el chico viene, y cuando lo hace, le pido una gin tonic, sin esperar a que Lucas pida por mí. Él pide otro whisky en las rocas. Cuando me pregunta si voy a comer algo, niego con la cabeza, porque no puedo tener nada en mi estomago ahora. —Dime Deanne ¿qué haces para ganarte la vida? —pregunta cuando el mesero se va de nuevo. Me encojo de hombros. —Soy escritora de modas para una revisa de moda y actualidad —respondo orgullosa. Amo mi trabajo, puedo hablar sobre ello horas y horas y no aburrirme. — ¿Qué hay de ti? —pregunto, porque, aunque sé perfectamente quién es, no quiero darle a entender que soy una fans enloquecida. —Periodista y escritor —responde, como si nada. No agrega que es el dueño de una importantísima revista y yo no digo nada tampoco. Él me estudia en silencio durante varios segundos, hasta que el mesero nos interrumpe para traer las bebidas. Cuando se va de nuevo, su sonrisa regresa mientras le da un trago a su whisky. —¿Y en las relaciones? —Mi novio me dejó hace más de un año para irse a trabajar a Canadá, por lo que no he salido con nadie desde entonces. Su sonrisa sólo se hace más grande. —Es una suerte, ya que acabas de espantar a mi cita, tú puedes convertirte en una —murmura. *** Después de tres tragos más de Gin Tonic, ya estoy más que ebria. En realidad, Luces es un hombre muy divertido, y me ha hecho reír mucho. No entiendo cómo la rubia logró aburrirlo tanto, porque nuestras risas son tan altas que el barman y los demás nos miran a cada tanto, con su ceño fruncido por el escándalo que estamos haciendo. A ninguno de los dos nos importa, estamos muy ocupados riéndonos de nosotros mismos. Le conté varias cosas de mi vida, sorprendiéndome a mí misma, ese no fue mi intención. Pero a mi favor, él también me contó un poco, sobre todo de su familia. Su padre fue un importante periodista, fue el vicepresidente del diario más respetado en Seattle y el fundador de la Revisa "The True", la que ahora es suya, se la dejó para que se hiciera cargo. También me contó que tiene dos hermanos, una chica y un chico, pero que él era el mayor de los dos. Y su madre seguía casada con su padre, por lo que es una familia bastante unida. Cuando habla de ellos, tiene una sonrisa en los labios, la misma que tengo yo cuando hablo de los míos. Después de un coqueteo fácil, me propone ir al hotel del bar, y yo acepto. Pero apenas paga la cuenta, incluyendo la mía, me doy cuenta de que lo que estoy a punto de hacer es una locura. Lucas es increíblemente sexy, pero yo no quiero acostarme con hombre que acabo de conocer. ¡Qué ni siquiera era mi cita al principio! Puedo no ser tan tímida como Mayra, pero definitivamente esto está fuera de mis limites también. Cuando vamos por el pasillo hacia el ascensor del hotel, saco mi teléfono celular. Abro la pestaña de mensajes y le envió uno a Mayra, todo aquello mientras de reojo observo a Lucas marcar las teclas del ascensor con urgencia. Como si se estuviese haciendo pis, pero ambos sabemos que no es por eso. Quiere llegar rápido a la habitación, le lo ha dejado saber en el bar, cuando bebíamos copas Esta noche, me di cuenta de que Lucas no es un hombre que se va por las ramas. Cuando las puertas del ascensor se abren, me hace una seña para que entre primero. Lo hago, poniéndome al final del ascensor. Él entra después y marca el botón para una de las suites, seguramente donde habría llevado a la rubia si yo no los hubiera interrumpido. Apenas las pertas se cierran, salta hacia mí. Sus brazos me arrinconan contra el ascensor, y mi respiración se descontrola al sentirlo tan cerca, jodidamente cerca. Sus ojos están fundidos en deseo, y se inclina hacia mí, como si fuera besarme. Mierda, mi respiración se atasca en mi garganta, como si fuera la primera vez que fuera a besar en mi vida. ¿Qué me pasa? Yo no soy una experta en el sexo, pero tampoco tan mojigata como para quedarme paralizada cuando un hombre está tan cerca. Su rostro se acerca al mío, acariciando mis labios con los suyos, pero sin tocarlos en realidad. Sus ojos siguen en los míos, y por más que quiero apartar la mirada, no puedo. Me atrapa, me obliga a quedarme inmovilizada y deseosa. Cuando estoy segura de que me va a besar, me da una sonrisa perversa y se inclina hacia mi cuello, besando suavemente allí. Aunque es un beso suave, sencillo y superficial, es lo suficientemente fuerte como para que mis piernas se debiliten. —Quiero follarte toda la noche —murmura, poniéndome la piel de gallina. —Deberíamos esperar a llegar a la habitación —respondo, mi voz tiembla. —Tienes razón —asegura—. Pero no quiero. ¿Sabes lo que quiero? Enseñarte que lo que hablaste hace un rato era basura, y como en realidad, puedo darte el mejor sexo de tu vida. Antes de que pueda decir algo, sus labios están comiendo los míos. Al principio, me quedo inmovilizada contra la pared del ascensor, sintiendo la suavidad de su boca contra la mía. Aunque eso dura poco, nunca he sido el tipo de chica que se queda quieta durante el sexo, o en este caso, los besos. Así que tomo su cabeza con mis manos y le devuelvo el beso, metiendo la punta de mi lengua en su boca, y acariciando la suya. Lucas gime, pero me aprieta más contra su cuerpo. Seguimos besándonos con pasión durante varios segundos, incluso puedo sentir cómo el ascensor se detiene en nuestro piso, pero no nos importa. Nunca había nadie me había besado así, y yo nunca besé así tan poco, con tanta entrega y pasión, como si el mundo se nos fuera en ello. Cuando es demasiado, nos alejamos para tomar aire. Lucas me mira, el deseo oscureciendo sus ojos, y antes de continuar, le doy una sonrisa oscura. Eso parece enloquecerlo, porque me besa de nuevo, con más energía que la vez anterior. Sus manos bajan a mi culo y me levanta del suelo sin problema, como si no pesara cincuenta kilos. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura, y gimo cuando siento su erección presionando mi sexo. El deseo es placentero, tanto como doloroso. Quiero bajarme y quitarnos la ropa, para que sea sólo nuestros cuerpos lo que se rocen. Joder, tenía más de tres meses sin tener sexo, pero me siento como si fuera la primera vez. Lo necesitaba dentro de mí, y él parecía querer lo mismo, por la manera en la que restriega su erección contra mi sexo, balanceándonos. Entonces, algo suena. Nos quedamos paralizados, preguntándonos qué demonios es eso. El sonido es intenso, como una alarma que suena cuando menos te quieres levantar de la cama. Miro hacia abajo, para encontrarme con mi bolso de mano tirado en el suelo, lo tiré allí cuando me Lucas me besó, pero ahora algo brilla a través del cuero. Mi jodido teléfono. Me separo con lentitud de Lucas, que parece querer matar a alguien. —No respondas —pide, besando mi cuello. Puedo hacerle caso, ignorar el estridente sonido del teléfono e irnos hacia su habitación para tener sexo, y para ser sincera, la propuesta es muy tentadora. Lucas está enloqueciéndome sólo con besarme, no quiero imaginar lo que podía hacer con sus manos, su boca y pene. Quiero saberlo, más de lo que he querido algo en mucho tiempo. Pero no puedo, no con un hombre que me va a olvidar mañana en la mañana. Ya he tenido aventuras de una noche una vez antes, y no me gustó la forma en la que me sentí usada cuando el amanecer llegó y él se fue con un simple adiós. Me aparto poco a poco, y él me suelta. Nuestras respiraciones son agitadas, y mi piel está muy caliente, creo que tengo fiebre. Me inclino y recojo el monedero, lo abro y saco el teléfono, respondo sin siquiera ver quien llama. —¿Hola? —pregunto, a nadie en particular. Lucas aprovecha mi distracción para inclinarse y besarme el cuello de nuevo, provocando que gima bajito. —¿Deanne? ¿Para qué me pediste que te llamara? —pregunta Mayra, con voz preocupada—. ¿Está todo bien? No puedo responder, los besos de Lucas están distrayéndome. Quiero empujarlo, pero a la vez acercarlo a mí y besarlo de vuelta, pero me concentro. Me obligo a responder, recordando le envíe un mensaje a Mayra hace unos minutos para que me llamara con urgencia. —¿Qué? —finjo, dándome cuenta de que lo estoy haciendo mucho últimamente. A este paso, voy a terminar siendo actriz— ¡Oh por Dios! Lucas se detiene al escuchar mi horrorizada voz. Me da una mirada de confusión, aunque sigue visiblemente excitado. —¿Qué pasa? —pregunta Mayra al otro lado del teléfono. —¡Pobre Buddy! —continuo mi actuación—. Voy ya mismo para allá, reza hermana, reza para que pueda salir de ésta. Cuelgo el teléfono, ignorando las preguntas de mi mejor amiga. —¿Qué pasa? —pregunta Lucas—. No piensas irte y dejarme así ¿verdad? Le doy una falsa sonrisa de disculpa. Dejar su hermoso rostro está siendo más difícil de lo que pensaba. —Mi perro Buddy se ha envenenado con veneno para ratas. Mi mejor amiga y compañera de habitación está en el veterinario, intentan salvarlo —miento de nuevo, con una expresión de dolor. — Lo siento mucho, pero tengo que irme. Antes de que pueda hablar, lo empujo con suavidad hacia afuera, quedándome yo sola dentro del ascensor. Las puertas están abiertas, así que presiono la planta baja con rapidez, antes de que me arrepienta y decida que quiero quedarme con él esta noche. Su rostro se ve confundido, sorprendido y malhumorado. No es una buena expresión para un multimillonario. —Te llamaré —prometo, antes de que las puertas del ascensor se cierren por completo. Suelto una risita nerviosa y divertida, pero de inmediato me doy cuenta de que nunca le pedí el número, y él no tiene el mío tampoco. Joder.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR