Sí señor.
Josephine.
Al llegar al aeropuerto de Inglaterra y permanecer en unas escaleras por unos dos minutos para que revisaran mis documentos, maletas mi poco sentido del humor estaba decayendo. No sé si estás personas pensaban que tendría una bomba nuclear en algunas de mis maletas y terminaría por explotar todo el aeropuerto frente a ellos ya estaba algo estresada esperando por mí maleta.
Unos minutos después por fin pude dar un grito al cielo y me adentré al enorme aeropuerto en busca de aquel hombre que dijo mi jefe y en efecto se encontraba frente a unas escaleras eléctricas en compañía de otras personas quienes esperaban sus familiares.
El hombre de traje y corbata llevaba en sus manos un pequeño letrero con mi apellido Reed. así que decidí caminar hasta él.
─Hola, soy...
─La Srita. Reed ─me interrumpió. ─Lo sé ¿Me permite sus maletas? ─asentí y le tendí mis dos maletas de ruedas y me dediqué en seguirlo hasta el lugar adonde se dirigía.
─¿Cómo sabía que yo soy Josephine Reed? ─pregunté.
─El Sr. Hume me mostró una fotografía ─respondió y abrí mis ojos como platos.
¿Fotografía?
─El hijo de mi jefe ¿Tiene una fotografía mía? ─pregunté y él se detuvo para voltear a mí.
─La fotografía de su curriculum.
Que estúpida soy.
─Oh, cierto.
Llegamos hasta una enorme Range Rover de color blanco y el hombre se dedicó en guardar mis maletas en el maletero del auto. Luego me abrió la puerta del asiento de atrás y le di las gracias para adentrarme en él.
El hombre dio la vuelta al frente del auto y luego tomó lugar en el asiento del copiloto, ajustó el retrovisor y se dedicó en salir de reversa de los estacionamientos.
─El Sr. Hume me dejó claro que tengo que estar para su entera disposición, seré su chófer personal por lo que no tendrá un auto al menos que usted asi lo decida ─aclaró. ─De ser así puede hablar con él. La llevaré a su departamento para que se instale y descanse, pasaré todas las mañanas por usted a las siete en punto para que llegué temprano al trabajo.
Tantas reglas, tantas palabras y aún no lograba procesar que estaba en otro lugar y sobre todo lejos de mi familia.
─¿Cuándo me habla del Sr. Hume se refiere al padre o a su hijo? ─pregunté.
─Me refiere a su hijo ya que él prefiere que lo llamen así a que lo llamen por su nombre ─respondió.
─¿Cuál es tu nombre? ─pregunté.
─James Srita. Reed.
Asentí con la cabeza.
─Llámeme Josephine o Jo, como guste.
James se mantuvo conduciendo y yo me limite en observar la ciudad desde la ventanilla. Todo era hermoso y aun no podía creer que estaba en Inglaterra en un nuevo trabajo con un nuevo jefe y ahora tenía un departamento, pero no dejaba de pensar en mi madre y mi hermana las echaría mucho de menos y ya quería hablar con mi nuevo jefe para programar algún viaje para dentro de un mes o algo ase.
Casi media horas después James aparco frente a un enorme edificio y desde afuera podía notar que no era para nada cualquier edificio. Las personas que entraban en él o algunas de las que salían llevaban una ropa impecable y eso solo me llevaba a pensar que tenía que pasar por algún centro comercial.
James bajó del auto y me abrió la puerta para que yo así bajara y luego bajo mis maletas.
─Sígame ─pidió y asentí.
Nos adentramos en el gran lobby del edificio y en definitiva este lugar no era cualquier lugar. Una chica de cabello n***o se encontraba tras un escritorio y a vernos nos dirigió la mirada para presentarse, pero James la corto en menos de un minuto al informarle que el Sr. Hume había pagado un departamento en este lugar y la chica asintió para tenderme la llave la cual tomé.
Mi piso era el número cinco por lo que hice calcules mentalmente a la hora de mi alarma, mi ducha, mi desayuno y luego vestirme ya que el ascensor era más lento que mi vida.
Al estar frente a mi departamento abrí la puerta y abrí mis ojos como platos al ver el maravilloso lugar.
─Aquí tiene sus maletas Srita. ─soltó James y asentí sin dirigir mi mirada a él ya que me encontraba más entusiasmada observando el departamento. ─Recuerde que estaré frente a su puerta a las siete de la mañana, buenas noches.
─Buenas noches ─respondí sin voltear a verlo.
Escuché el sonido de la puerta al cerrarse y yo solo me limite en caminar por el departamento apreciando todo a mi alrededor.
Un enorme sofá, una cocina, comedor, un gran ventanal con vista a la hermosa carretera, escaleras que daban al segundo piso.
Podía decirse que empezaba a tener la vida perfecta, solo que faltaba mi madre y mi hermana.
***
Abrí mis ojos de golpe al escuchar el sonido de la alarma en mi teléfono, solté un suspiro y llevé mis manos a mi rostro para pensar en lo que estaba por empezar esta nueva semana.
Me levanté de un salto de la enorme cama tamaño matrimonial y me deshice de mi pijama para adentrarme a la ducha. El vidrio transparente le daba un toque excitante a ese lugar y ni hablar de las luces de colores que alumbraban.
Abrí la puerta de cristal y me adentré en ella, él sensor detecto mi cuerpo bajo la ducha y de inmediato el agua se hizo presente.
Unos minutos después me encontraba en ropa interior tratando de decidirme por un buen outfit para mi primer día.
A la final me decidí por un pantalón de tela de color n***o, unos tacones negros y una camisa en color crema. Planché mi cabello y me hice una coleta dejando ver mi cabello rojizo en un moño alto.
Me maquillé solo un poco para darme un poco de color ya que era un poco pálida y coloqué un poco de labial rojo en mis labios carnosos.
El sonido del timbre se hizo presente y sabía que se trataba de James así que tomé mi teléfono y una carpeta con algunos de mis documentos y me dediqué en bajar hasta el primer piso para así salir del departamento.
─Buenos días Srita. Reed ─habló James y asentí con una sonrisa.
─Buenos días James ¿Cómo estás? ─pregunté y ambos nos dedicamos en caminar hacia el ascensor.
─Muy bien ¿Y usted?
─Tratando de adaptarme a esta nueva vida ─respondí soltando una risita y él asintió.
Al llegar a los estacionamientos abrió la puerta trasera para que me adentrará al auto y luego el camino hasta el asiento del conductor y se dedicó en conducir hacía mí lugar de trabajo.
Casi una hora después estacionó el auto frente a un enorme edificio, este era muchísimo más grande que el antiguo lugar en donde residía.
Hume & Associates Company
Era el gran logo en la coronilla del edificio. El frío viento dio a mi rostro y en ese momento caí en cuenta de que no llevaba un abrigo conmigo ya que estaba acostumbrado al clima de mi antiguo lugar de trabajo.
Empecé a caminar hacia la puerta de entrada, pero observé que James se mantenía a un lado del auto así que volteé a él. ─¿Usted no entrará? ─pregunté.
─No, el Sr. Hume bajará después de hablar con usted y tengo que llevarlo a una junta al otro lado de la ciudad ─respondió y asentí.
En la puerta se encontraba un hombre calvo vestido de seguridad y al ver que me dirigía a la puerta me mostró una sonrisa y la abrió para mí.
─Muchas gracias ─susurré y él asintió.
Al entrar al lugar el aire acondicionado golpeó mi rostro y en definitiva esto era como entrar a un congelador. El suelo era de mármol con algunas piedras impregnadas en color lila, paredes en color blanco hueso con el nombre de la empresa.
Caminé hasta la chica de cabello rubio que se encontraba tras un escritorio de la recepción y ella levantó su mirada a mí, sus ojos cafés dieron a los míos y me regaló una pequeña sonrisa.
─Hola, buenos días, bienvenida ─habló con un marcado asunto. ─¿En qué puedo ayudarla?
─Mi nombre es Josephine Reed ─le tendí mi identificación y ella la tomó. ─Soy la nueva asistente personal del Sr. Hume.
─Oh, claro él está esperándola ─se levantó de su silla y empezó a caminar hacia el ascensor. ─Venga conmigo.
Me dediqué en seguirla no sin antes observar todo a mi alrededor disimuladamente. Nos adentramos al ascensor y ella me tendió mi identificación nuevamente la cual guarde en mi bolso.
Llegamos a la última planta y empezamos a caminar por el pasillo en donde algunos trabajadores dirigieron su mirada a mí.
Nos detuvimos frente a una puerta de color n***o con el nombre del jefe en ella.
Kenner Hume.
Solté un suspiro y un jodido cosquilleo se hizo presente en mi estómago. No entendía porque mierda estaba tan nerviosa.
─Es aquí ─indicó. ─Los dejó para que hablen, recuérdele al Sr. Hume que tiene una junta en unos... ─observó su reloj. ─Veinticinco minutos aproximadamente.
Asentí y ella me regaló una sonrisa antes de desaparecer del pasillo.
Solté un suspiro antes de tomar el dar dos toquecitos en la puerta. ─Sr. Hume ─murmuré.
─Pasé ─la voz, esa voz tenía que ser ilegal.
Giré el pomo y entré a la oficina y al ver lo que estaba frente a mí dejé de respirar por unos segundos.
Joder.
»─Srita. Reed, tomé asiento ─indicó señalando la silla giratoria frente a él.
Mis pies no obedecían las señales que mi cerebro mandaba hacia ellas. Era como si estuviera petrificada, así como Hermione en Harry Potter y la cámara secreta.
─¿Cierro la puerta? ─pregunté.
─Así es ─respondió.
Coloqué mi mano en el pomo de la puerta y la cerré para entonces empezar a caminar hacia la silla frente a él y tomar asiento.
Este hombre tenía que ser ilegal. Definitivamente sus padres lo hicieron con mucho amor.
Llevaba un traje de saco y corbata en color n***o junto a una camisa blanca. Su cabello n***o perfectamente peinado hacia atrás, una pequeña barba cubría su rostro en forma de candado y unos hermosos ojos azules estaban sobre mí.
Recostó su espalda al respaldar de su silla y en ese momento su camisa blanca se abrió un poco en el área de sus abdominales.
─Mucho gusto ─me tendió su mano. ─Kenner Hume, seré su nuevo jefe.
Tomé su mano y la estreché ─Josephine Reed, un placer.
Sus ojos dieron a mis labios y luego a mis ojos y nuevamente a mis labios para después soltar mi mano y recostar su cuerpo a la silla.
─¿Mi padre le específico su área de trabajo o eso lo dejo en mis manos? ─preguntó.
Su acento en definitiva maravilla y lo más gracioso era el hecho de que su voz era tan gruesa y excitante que no lograba entender a la primera lo que trataba de decirme.
Mi cerebro procesaba sus palabras y luego armaba la frase de poder darle una respuesta, aunque fueran uno o dos minutos más tarde.
─Bueno... ─me aclaré la garganta. ─Me dijo algo de asistente personal.
─Entonces no se diga más, su oficina se encuentra frente a la mía ─indicó y asentí. ─Necesito una buena planificación de las reuniones con algunos socios y sobre todo que se encuentre a mi lado en todos los eventos para que así tome nota y esté pendiente de las situaciones.
Las palabras salían de su boca y yo solo me limitaba en asentir y mirar sus labios. Sus dientes perfectos se hicieron presente y en ese momento observé a sus ojos.
─Claro, claro, lo que usted diga ─respondí.
─¿Estaba mirando mis labios? ─preguntó con la misma sonrisa.
Ay Jesús.
─No, yo... claro que no, estaba detallando sus palabras en mi cabeza ─respondí. ─Es muy difícil entenderlo ya que habla un poco deprisa.
Asintió y colocó las palmas de sus manos en el escritorio.
─Que lastima, yo si estaba observando sus labios ─se levantó de la silla y mi cerebro quedó hecho polvo.
El sonido de un toqué en la puerta se hizo presente y Kenner indicó que pasarán.
Era una chica de cabello rizado en color castaño, un cuerpo extremadamente proporcionado, ojos verdes y una piel canela que le hacía compañía.
─Sr. Hume, James me informó de la junta y está esperando por usted ─dijo la chica.
─Muchas gracias Alexia ─respondió Kenner y la chica asintió antes de salir de la oficina.
Me levanté de la silla y dirigí mi mirada a Kenner quien estaba arreglando su saco y pasando una de sus manos por su cabello, luego volteó y sus ojos dieron a los míos.
─¿Está ocupada esta noche? ─preguntó.
─¿Yo? No... no lo estoy.
─Le diré a James que pasé por usted a las siete, tendremos una cena de negocios para aclarar ciertos puntos de la empresa con usted ya que es nueva ─soltó y asentí. ─Necesito que sea mi soporte en esta empresa Srita. Reed ─caminó hasta a mí y quedamos a unos dos metros de distancia. ─No tengo asistente personal porque no confío en nadie y mi padre fue el que la recomendó así que espero que sea tan buena como él dice.
─No se preocupe ─respondí.
─Usted primero ─señaló la puerta y caminé hasta ella para girar el pomo y salir de ella. ─Su oficina es esa ─señalo la puerta que se encontraba frente a la de él ─Mandaré a colocar su nombre en la puerta, puede decorarla como guste.
─Gracias.
─Nos vemos esta noche Srita. Reed.
Asentí y emprendí mi caminata hacia la puerta de mi oficina.
─Sí señor, suerte en la junta.
Él ajustó su saco y asintió en mi dirección para empezar a caminar hacia el ascensor.
Mis ojos dieron a sus anchos hombros, sus fornidos brazos bajo ese saco, su gran espalda y ese perfecto trasero. Mordí mi labio inferior y ladeé la cabeza para apreciar mejor la vista hasta que caí en cuenta de lo que estaba haciendo.
Sacudí mi cabeza y giré el pomo de la puerta de mi oficina para adentrarme en ella. Las paredes estaban pintadas de color beige y solo se encontraba un escritorio, una silla giratoria y una laptop frente a mí.
En definitiva, tendría que decorar esto a mi manera.