Sentía una calidez indescriptible, no sabía cómo expresar con palabras la sensación de bienestar que me envolvía, aunque curiosamente cuándo abrí mis ojos me encontraba en la habitación del rey, quién me rodeaba con sus brazos y me acariciaba casi con gentileza.
Al principio pensé que era un sueño, sin embargo, cuándo noté que era real, me senté de golpe en la cama con desconcierto.
–¿Dónde estoy? ¿Qué ocurrió? –pregunté confundido.
–Estás en mi habitación– respondió– lo que bebiste no era veneno, sino que más bien se trataba de un líquido para dormir– me explicaba.
–Pero...
–No era cierto lo que te dije, no me moriré en tres días, más bien esta se trataba de una prueba para medir la lealtad de mis esposas– continuó explicándome– uno de los ministros sugirió la idea para ver quién era la más digna de darle vida a mi heredero.
–¿Y quién más lo hizo? –pregunté comprendiendo sus razones.
–Sólo tú lo bebiste– respondió– las demás dijeron "no daré mi vida por la tuya" y hasta añadieron "si mueres quedaré con muchas riquezas" –contaba con total tranquilidad– es curioso, nunca pensé qué serías capaz de entregarme tu vida de ese modo.
No sabía qué decir, siempre quise que sus ojos me prestaran atención, sin embargo, ahora que lo hacen, me siento avergonzado, de hecho, cuándo conseguí despertar completamente, recordé que yo no podía estar allí.
–Lo siento, no debería estar aquí– me disculpé queriendo salirme de su cama, no quería ensuciar sus cosas.
–Quédate– dijo tomándome del brazo acercándome a su cuerpo– de hecho, quiero que me des un heredero.
Yo sabía perfectamente lo que eso significaba, por supuesto que me puse nervioso, sobre todo porque él deslizó su mano por mi mejilla y me besó.
Esta es la segunda vez que me besa, la primera vez fue aquel día que nos casamos, por tanto, esto era nuevo para mí.
Cuándo cortó el beso, riendo comentó "Tus habilidades para besar, son nulas" antes de decir que me enseñaría.
Nunca he estado con nadie que no fuera él, es obvio que no sabía cómo besarlo, sin embargo, poco a poco el beso se fue sintiendo diferente debido a que él me fue enseñando.
Esto me gustaba, él me acariciaba con gentileza, aunque cuándo sentí que buscaba quitarme la ropa, me atreví a cortar el beso.
–No me la quite, por favor– pedí con la voz un poco temblorosa– no necesita tocarme, su majestad, yo me haré cargo de complacerlo...– añadí inclinándolo hacia atrás mientras que yo me ponía por encima.
La primera vez que lo hicimos, dolió muchísimo y bien sé que mi cuerpo no era de su agrado, debido a que soy hombre, por tanto, no quería desnudarme para no decepcionarlo.
Yo no sabía por dónde comenzar, de hecho, comencé a buscar algo con lo que ayudarme, encontrando sobre la mesita de noche un pequeño frasco de vidrio con un aceite aromático que lo ayudaría a entrar fácilmente.
Por supuesto que me abrí espacio entre mis vestimentas, de hecho, puse aquel aceite en mi agujero y luego en su entrepierna, sintiendo que no estaba del todo erecto.
Estaba nervioso, tenía miedo, mis manos temblaban consiguiendo que con torpeza sostuviera su pene, sin saber cómo meterlo por mi cuenta.
–Eres muy torpe– comentó con diversión, queriendo acercar sus manos a mi cuerpo.
–Su majestad, mejor detengámonos– dije con miedo de enfadarlo.
–¿Cómo me darás un heredero si te detienes? –preguntó confundido.
–No quiero darle un heredero...– dije bajando la cabeza.
–¿Qué? –preguntó con cierto enfado.
–N-No soy digno, s-su majestad...– respondí con la voz temblorosa– además n-no quiero que lo odie...
–Pero...
–Mejor, busque otra esposa, una que sea capaz de amarlo y que esté dispuesta a dar su vida por usted, una a la que usted también ame– sugerí tomándolo de las mejillas.
–¿Y por qué no puedes ser tú? Tú me amas ¿no? –preguntaba.
–Pero no debería ser así, se supone que debe ser especial para ambos y...– dije alejándome– y-yo no quiero decepcionarlo, además me dolería ver como desprecia a su heredero sólo porque es mío.
–No dije que lo haría– me aseguraba.
–Lo siento, pero no puedo, usted merece algo mejor...– dije alejándome con la intención de irme– b-buenas noches...– me despedí antes de irme corriendo al lugar que me pertenece.
Yo no soy digno de estar en su habitación, ni siquiera debí pensar en tocarlo, ¡soy un tonto! Es obvio que el rey debe estar con alguien que, si lo sepa complacer, no alguien como yo, quién ni siquiera sabe cómo ponerlo duro.
Él debería buscar otra esposa, si bien me duele cuando se casa con alguien más, es lo correcto, de hecho, antes dijo que quería crear lazos con aquel príncipe, por tanto, simplemente debería seguir en pie con esa idea y dividir nuestros caminos.
Cuando llegué a mi habitación, la sentí más fría que de costumbre, llegué incluso a extrañar la calidez del rey cuando estaba en su habitación.
Quise dormirme otra vez, aún era tarde y me quedaba mucho tiempo para descansar, sin embargo, por culpa de mis pensamientos, me removía en la cama con lamentos.
Me arrepentía de haberle dicho que lo apreciaba, me sentía tan avergonzado que deseaba morir de la vergüenza. Creí que no despertaría, si hubiese sabido que aquel líquido era un fármaco para dormir, no le hubiese dicho lo que sentía.
Además ¿por qué pensé que hacerlo sería una buena idea? Su cuerpo se sentía cálido, incluso siento como mis mejillas se ruborizan al pensar en el tamaño de su entrepierna.
¿Era así de grande o aumentó su tamaño? La primera y última vez, no vi su cuerpo, pero ahora no puedo dejar de pensar en ello.
–Ag...– dije ocultándome bajo las sábanas, sintiéndome más avergonzado que antes.
Tampoco debí aceptar que me besara, aunque creo haber aprendido como desea que lo haga. Quizás, a la próxima...
Espera, no habrá una próxima, ¿en qué estás pensando, Tyler? Su majestad buscará a otra esposa y seguramente tú te irás del castillo con aquel amable príncipe.
Una parte de mí no desea irse, pero asumo que el rey será capaz de tomar una decisión sensata que pueda beneficiar al reino.
En fin, seguramente todo regresará a la normalidad ¿y quién sabe? Puede que pronto haya una nueva boda.