Capítulo 2

1687 Palabras
“Parque” Llego a casa como un tsunami, acomodo rápido mi habitación, mientras mamá prepara la cena, son las 11 de la noche, cuando estamos cenando, ya para entonces he tomado mi ducha nocturna, luego de la cena me pongo a estudiar tengo un examen el lunes el cual no puedo eludir, si se preguntan cómo es que estudio en un país extranjero, pues les digo que me dieron una beca del 50% en derecho por mis buenas calificaciones y empeño. Me ha costado, por todo lo que conlleva ser extranjera, las malas miradas, la xenofobia, el maltrato, para estas alturas se deben dar por enteradas que mis únicas amigas son las del club, de resto estoy sola. En la universidad nadie me habla, a excepción de la bibliotecaria. Es triste, pero no me rindo, seré una abogada, y lo seré, graduada con honores. Termino de estudiar a las 2 de la mañana, las leyes son una pesadilla, con eso les digo todo. Las detesto y las amo a la misma vez, son muy tediosas, pero importantes en la vida, solo si se cumplieran como debe ser los países no estarían tan podridos. Dejo todo acomodado en mi pequeña habitación que comparto con mi hermanita pequeña, y apago la luz, ella lleva rato dormida ya, ni cuenta se dio de la luz. Me acomodo a su lado, y me dejo vencer por el sueño. Pensando en unos oscuros ojos seductores que me miran en mi propio escenario. ؞ Domingo Me estiro en la cama, ya Valentina no está, debe estar en la cocina jugando o quien sabe que, esa niña se pierde en dos segundos haciendo un montón de cosas, sonrió recordando cómo fue cuando llego, toda tímida, ahora es un rayo. Paso al cuarto de baño hago mis necesidades matutinas, antes de salir arreglo mi cabello, lo peino hasta dejarlo desenredado, una cosa que agradezco al universo es haber sacado el cabello de mi madre, ni muy liso ni muy ondulado, muy manejable y moldeable, si no pareciera una loca la mayor parte del tiempo, con lo poco que me gusta peinarme. Encuentro en la cocina, a mis hermanos, y mis padres ya desayunando, verifico la hora en la nevera, 10am, comprensible, llegue tarde, cene tarde, y estudie hasta tarde. Merezco dormir mucho los domingos, al menos eso. —Buenos días familia— saludo haciéndome notar, algunos responden otros siguen en lo suyo y me saludan con una media sonrisa. Tomo asiento al lado de papá. —¿Qué tal el trabajo anoche?— me pregunta cuando ya estoy a su lado. —Bien papá, relajado—respondo sin mucho interés, tomando mi plato y llenándolo de comida. Mamá tiene la costumbre de preparar la comida y dejarla en la mesa, y que cada uno se vaya sirviendo lo que se va a comer. —Qué bueno cariño ¿Tienes libre hoy cierto?— asiento prestándole atención, cada vez que me hace esa pregunta es porque me pedirá algo. —Sí— afirmo tomando mi desayuno. —¿Podrías llevar a tu hermana a algún parque?— asiento pasando el bocado. —Claro, más tarde la llevo papá— concedo sin chistar. —Gracias cariño, sabía que tú me dirías que sí— besa mi mejilla con cariño y se levanta yéndose a la habitación que comparte con mamá. Me concentro en comer, sin despegar la vista del plato, últimamente las cosas con mis hermanos no están muy bien, ellos no quieren que trabaje y yo me niego a que ellos se hagan cargo de todo. Ellos son cabezotas más yo. Sobre todo después que se enteraron de mi trabajo en el club, están constantemente encima de mí para que lo deje. Cosa que no hare, porque ese dinero nos hace mucha falta… sobre todo con esas afecciones que presento papá, un año después de llegar. Diabetes, Hipertensión. Enfermedades de cuidado. —Me voy a trabajar, Alina, no vayas a ir tan tarde al parque con Valentina, cuídense, Diego está a cargo— habla Isaac en tono autoritario, ruedo los ojos, siempre haciéndose el que manda. —No puedo estar a cargo, hoy tengo turno en el milano— avisa Diego negando. —Bien, en ese caso, debes volver a casa antes de las 6 de la tarde— musita mirándome serio. Asiento sin ánimos de pelear. —Vale. —Bien, cuiden de papá— ordena tomando sus cosas, yéndose. —Últimamente está más enojado de la cuenta, ¿no te parece?— Diego me mira asintiendo. —Sí, yo mismo he pensado yo… no sé qué le pasa, y no me quiere decir nada tampoco, ya lo averiguare tú no te preocupes, enana— revuelve mi cabello como cuando estábamos pequeño haciéndome enojar. —No me despeluques, acabo de peinarlo— lo regaño manoteándolo. —Ya te hacía falta peinarte, cochina— vuelve a tocarme el cabello juguetón. —Eres un pesado, deja de molestar, mejor ve a ver cómo va mamá con lo que hace— replico riendo. —Vale, voy. Desaparece de la cocina, yendo a la habitación de nuestros padres. Termino mi desayuno en la tranquilidad de la cocina, pienso en lo repasado en la noche, y la verdad es que presiento que el examen me irá de maravilla. Solo espero que así sea, no me sentiría bien conmigo misma si lo raspo, aparte tendría que pagar, para recuperarlo, y es más costoso que quien sabe. ؞ —VALENTINA— la llamo para irnos. La veo montarse nuevamente en el tobogán y lanzarse. Llegamos hace dos horas, y ella paso la mayor parte del tiempo deslizándose del tobogán sola, ningún niño o niña se acercó a ella para jugar, algo que me molesto, pero ignore, le compre helado, y ella pareció olvidar que estaba jugando sola en el parque donde habían un montón de niños de su edad. La veo correr hacia mí, y en eso tropieza con un hombre, me acerco a ella rápidamente porque cae. —¿Estas bien niña?— escucho la voz profunda y masculina de hombre agachado a su lado. Llego hasta ellos tomándole la mano a mi hermanita de forma protectora. —Sí, disculpe no lo vi— la disculpa de Valentina lo hace sonreír, es guapo. —Tranquila, yo estoy bien, puedo sobrevivir a un choque— mi hermanita ríe divertida, al igual que yo. —Yo también estoy bien— afirma sonriéndole. El hombre asiente, mirándola y luego pasa su mirada en mí, nuestras miradas se conectan de una manera bastante profunda, siento que lo he visto en algún lado, pero no sé en dónde. Lo miro de pies a cabeza, jeans claros, básica blanca, teléfono en la mano. No lleva más nada, y luce guapísimo. Me sonríe sabedor de mi escaneo, me encojo de hombros interiormente, probablemente no lo vuelva a ver así que “x”. —¿Es tu hija?— su pregunta me toma desprevenida, parpadeo saliendo de mi estupor, y suelto una carcajada a la par que Valentina a mi lado. —Por dios, nada que ver. Es mi hermanita menor— musito riendo. Este asiente, observándome con detenimiento, como si me escaneara, bueno ya yo lo hice con él, supongo que es su turno. —Ahora entiendo el parecido… ¿Sus nombres son?— pregunta interesado. Me torno seria, decir el nombre a desconocidos nunca me ha gustado. —Mi nombre es valentina y ella es…— le tapó la boca a mi hermanita. Mirándola mal… —No sabemos quién es, y tu vienes y sueltas el nombre de primera— la regaño seria. El hombre suelta una risotada fuerte. Volteo la vista a él confundida. —Tranquilas, no soy un secuestrador o pedófilo… Soy Esteban, vengo a este parque a menudo, traigo a mi sobrino a jugar, es ese miren— habla relajado, lo observamos cuando señala a un punto detrás de nosotros. —Hay muchos niños allí— habla Valentina, leyéndome el pensamiento. —Ah, bueno es el rubio del tobogán que esta solito… él es muy tímido, y le cuesta hacer amigos, por eso lo traigo al parque de vez en cuando, para que se suelte— nos informa suspirando. —Yo también juego sola en el parque, tal vez podríamos jugar juntos la próxima vez— murmura Valentina mirándome con suplica. Me llega al corazón, ser niño en otro país, definitivamente debe ser más difícil. —Bueno, estoy seguro que a Bruno le gustaría jugar con una encantadora niña como tu— acepta el hombre, mirándome con permiso. —Vale, está bien… pueden jugar juntos, ya me ha quedado claro que no eres un secuestrador— accedo pro fin. —Yupi… ¿Cuándo volvemos a venir Alina?— la pregunta de mi hermana me hace rodar los ojos, ya dijo mi nombre. —¿Ese es tu nombre? —Sí, vendremos cuando papá vuelva a decirme— le hago saber sin mucho afán. —Pero… así no sabremos cuando venga Bruno— niña inteligente, mucho. —¿Puedes darme tu número y te aviso cuando vaya a traer a Bruno?— concede el guapo hombre sonriéndome amable. —No creo que sea buena idea… —Pues, entonces yo te doy el mío y tú me marcas… ¿te parece mejor? —Ali… por fi— insiste Valentina. —Está bien…—acepto. —Entonces, estamos en contacto, nos vemos chicas, cuídense— se despide el hombre alejándose hasta donde está el niño, solitario. —Yupi, tendré un amigo— salta de felicidad mi hermanita a un lado. —Sí, vamos pecosa. —Vale. En el camino de vuelta a casa pienso en el hombre y porque me resulta conocido ¿Dónde lo he visto? Me pregunto mientras caminamos. En la universidad lo dudo muchísimo, me debe llevar unos 10 años, en el café puede ser, o puede ser… no. Nada que ver, allí no, además no me podría reconocer. Voy completamente distinta a como voy al club.
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