“Alina”
Viernes 15 de Agosto 2019
Club nocturno de karaoke “Brisas Calientes”
Avanzo por el extenso pasillo de los camerinos del club, cansada del trabajo del día, ser ejecutiva de venta en un supermercado no es sencillo, y menos ahora que los precios aumentan todos los días, la gente se queja y te insulta, lidiar con los clientes no es fácil. Justo ahora me dirijo a mi otro empleo de medio tiempo, al menos en este trabajo hago algo que me gusta, cantar. No soy una cantante reconocida, pero soy buena en ello, lo mejor es que solo son dos canciones por noche, el dinero extra siempre es bueno, por si surge alguna emergencia en casa, o lo necesito para la universidad. Lo mejor de este empleo es que solo vengo 3 veces a la semana, y me pagan 10$ la noche por dos canciones, a excepciones de día que canto para fiesta y allí me pagan más. Llego a mi camerino, bueno el camerino de todas las que cantamos, porque no soy la única, esta noche nos toca a Grecia, Maritza y a mí. Cada una escoge sus canciones otro punto a mi favor, lo cual me relaja casi siempre, porque escojo canciones lentas y medio tristes. Excepto aquella vez que me hicieron vestir más sensual de la cuenta y cantar canciones un poco subidas de tono, no ha pasado más y espero que no pase.
Tengo alrededor de 7 meses trabajando en el club, el 15 de noviembre del 2018 conocí a Richard en un café cerca de mi otro empleo, hablamos por un rato en la fila para pagar, y allí me ofreció empleo en un bar que era gerente, me dijo que era de bailarina, automáticamente lo rechace, y me pregunto que si cantaba, también era un bar karaoke, asentí con un poco de vergüenza, siempre había participado en canto en mi país natal, porque no intentarlo en otro, me dijo el lugar y que me pasara un día a ver, lo hice una semana después de coincidir con él, y bueno de un momento a otro ya estaba siendo entrevistada por Yaki, tuve que cantarle unas canciones para demostrar que tenía buena voz, y quedo complacida conmigo, hasta el sol de hoy soy una de sus cantantes de los días jueves, viernes y sábado, me presentó con las chicas ese mismo día, y quede para probar esa noche a ver cómo me iba, con todas congenie de una vez, se portaron amables, e incluso me prestaron ropa que ponerme y me ofrecieron un antifaz sencillo de plumas, como era una prueba no era necesario que conocieran mi rostro, sería una cantante de prueba anónima, o algo así me dijo Richard y ese día subí al escenario cantanto Amantes de Greeicy rondón, recibí aplausos y vítores. Me sentí bien, complacida. Yaki me pidió ir 3 días a la semana, y escogí esos para no faltar a mis clases en la universidad.
Al otro día volví al lugar, tenía mi vestuario listo o eso pensaba yo. Las chicas me saludaron efusivas, alegres de que me contrataran, lo diré, algunas argentinas son muy efusivas, por no decir unas menudas locas de la fiesta. Ese día estaban junto conmigo Grecia y Maritza, la primera me pregunto que me pondría y que si cantaría siendo yo, o seguiría anónima. No lo dude ni por un segundo y preferí seguir anónima, lo menos que necesitaba era que alguien supiera que cantaba en un bar, y mucho menos mis padres a los cuales les mentí al respecto lo supieran, y es que ser unos migrantes de Venezuela en Argentina no es fácil. Muchas deudas y pocos ingresos. Esa es otra historia que les contare más adelante. Despejo mi mente de esos pensamientos, y me fijo en las chicas, y al verlas cambiarse opto por hacer lo mismo, tomo el vestido n***o que había escogido, era ceñido al cuerpo con mangas largas, y unas botas altas tipo militares, cuando estuve lista y voltee a ver a las chicas ambas me miraron de pies a cabeza y negaron.
—Creo que será mejor que reemplaces esos zapatos por alguno de aguja porque Yaki no estará de acuerdo con esos, o sea, tu puedes ponerte lo que quieras siempre y cuando sea muy femenino y llame la atención del público, entiendes cariño— musito Grecia en tono amable, mire mis zapatos, eran los únicos con tacón que tenía.
—No tengo unos tacones— admití sincera.
—No hay problema— Maritza se acercó a su bolso y saco unos tacones negros muy altos para mi gusto. —Estos te quedaran en lo que consigues unos.
—Gracias, de verdad— agradecí sonriente.
Hice mi espectáculo, y al salir ambas me sonreían con ánimo, ellas hicieron lo suyo, mientras yo estaba en el camerino, me cambie y deje los zapatos de Maritza en su sitio, tendría que usar el dinero ahorrado en comprarme unos tacones, suspire, era dinero sagrado para mí, pero no tenia de otra. A las 9 de la noche, me despedí de las chicas y me fui a mi casa.
El sábado al volver, solo estaba Grecia, al verme me sonrío amable como el día anterior, hablamos un rato antes de comenzar nuestros números, nos caímos bien al instante, ese día el conté que llevaba unos tacones de mi madre, y ella se ofreció a regalarme unos nuevos que tenia que no usaba, pero que eran color Barbie, los acepte súper agradecida, eso no me pasaba todos lo días. Desde ese día nos volvimos amigas.
Presente
Tomo mis zapatillas altas color fucsia regalo de unas de las chicas de aquí cuando les dije que no tenía tacones, recuerdo el día que comencé en este trabajo, me sentí un poco mal al mentirles a mis padres diciéndoles que era un empleo de camarera en un restaurant, cuando la verdad es un club nocturno de “karaoke” y después de las 12 de la noche es un antro más… dejo esos pensamientos a un lado, no me hacen bien, mentir no me hace bien.
—Lo haces por necesidad, Alina, necesidad— me repito mi mantra, al estar cavilando en todo lo que conlleva este trabajo.
Termino de sujetarme bien la peluca amarilla Barbie, si, decidí ser una Barbie después de ver los tacones chillones, a pesar de que invertí más de la cuenta en la peluca, porque es cabello real, no me importo, es mejor que ser reconocida. Acomodo el vestido rosa pastel, hoy estoy relajada, por alguna razón, el día de hoy fue tranquilo en casa, a pesar de que la factura del gas y electricidad no las hemos cancelados, supongo que ya el dinero vendrá, a veces quiero ser positiva, y pensar que las soluciones llegaran rápido, pero la verdad es que las patadas que te da la realidad duelen, y bastante.
Tomo las hojas con la letra de la canción repasándola una vez más, antes de ir al escenario, Grecia ya debe estar terminando. Pasan 3 minutos más y me encamino a la entrada del escenario, tomo bocanadas de aire, como siempre, para relajar mi voz, le echo un último vistazo al papel, y subo. Como lo pensé ya Grecia no está. Me situó en medio del escenario, lanzo el beso al aire como saludo, fijándome en todo el público, y obvio más de la cuenta en mi admirador número uno, el hombre con aura oscura en el centro del local.
Escucho los primero acordes de Más fuerte de Greeicy, la última vez que cante algo de ella fue hace ya como mes y medio ¿Qué cómo lo sé? Tengo una lista de todas las canciones que he cantado, y me he planteado no repetir ninguna.
— Ahora que descubrí que puedo ser feliz sin ti. Te has dado cuenta que extrañarme no te va a servir. Ya te dejo solo. Me falta mucho por andar, y ya ni modo. Cuando me vuelvas a ver te va a costar. Y ya lo entendí, no soy para ti. Tampoco te preocupes más no voy a sufrir. Nunca me arrepentí, contigo lo aprendí. Solo una cosa me queda por decirte que— en toda la estrofa estuve mirando alrededor.
Apenas continuo la canción dejo mi vista fija en el centro ¿Por qué lo hago, si no lo dejo conocerme? Por alguna razón me gusta que ese hombre esté interesado en mí, que me coma con la mirada, su interés me ínsita a mirarlo, a desear su mirada en mí, en pocas palabras. Me gusta ser su centro de atención.
Me muevo al ritmo de la canción, imito los pasos de la cantante, muchas personas siguen mi ritmo, menos él, solo me observa, sigue el movimiento de mis caderas de un lado a otro. Al final, les guiño un ojo. Anuncio la siguiente canción, y me dejo llevar nuevamente cantando otra de Greeicy Amantes.
—Buenas noches, nos vemos el jueves— me despido, tiro el beso al aire y salgo de allí.
Siento la mirada del hombre en mi espalda, pero la ignoro, no tengo tiempo para ello. Debo llegar a casa.