Capítulo 4

2758 Palabras
El frio es realmente insoportable, mi aliento al salir me lo deja saber y la verdad es que, la lluvia no tiene ni una pizca de pinta que este por terminar. No he siquiera encontrado un desgraciado taxi, toda la ciudad es como si se hubiera detenido, son muy poco los coches que están por la calle, le agradezco a la vida y a la tecnología que mi móvil está bien ocultito entre mis cosas, porque si no, estuviera llorando en un rincón. Unas luces parpadean detrás de mí, me detengo y volteo a ver de quien se trata, por la fuerte lluvia me cuesta ver dentro del coche, entrecierro mis ojos, pero es aún más y más difícil. El coche continúa hasta detenerse junto a mí, la ventanilla es bajada solo un poco, es imposible para mi ver a este modo. –Sube, te llevare a casa –una voz masculina, no la reconozco en absoluto. –No te hare daño, tranquila, vengo de parte de tu hermana, Paulette. Me lo pienso unos segundos, pero es que esta lluvia está cada vez más fuerte así que entre la duda y la aceptación, me inclino por la aceptación. Subo en la parte de atrás, por suerte son de estos coches lujosos que tienen calefacción. Estoy hecha un desastre, me siento un poco avergonzada por el modo en que estoy, empapada y mojando estos asientos bien cuidados. –Lo siento –mis dientes rechinan, de a poco comienzo a entrar en calor. –Lamento mojar sus asientos. –No te preocupes, una buena secadora y todo listo –en ese momento lo observo un poco a detalle. Un señor algo mayor, su cabello con unas cuantas canas, voltea y me sonríe. – ¿Dónde la llevo? –Mi casa, por favor, si conoce a Paulette debe saber dónde es –esboza una sonrisa y asiente. –Claramente la de mi madre. –Claro señorita, suelo ser en ocasiones el chofer de su hermana, no se preocupe. Sin decir nada más, da marcha al coche y me recuesto un poco en el asiento, y no pasó desapercibido el hecho de que Paulette me envió a buscar. De seguro, la chica de nombre Lia, le dijo que le estaba buscando, mi hermana sabe lo impulsiva que soy y que no importa realmente adentrarme a una lluvia con el motivo de irme de un lugar. Otra cosa que debe saber en este momento es lo furiosa que me he de sentir con esta situación, de ir y no obtener lo que buscaba. Sabe que muy poco me arriesgo a entrevistas y el hecho de que no me dijera que esa empresa estaba en plena celebración y que la entrevista no iba, es lo que más coraje me da. Por otro lado, por otro maldito lado, la situación con ese hombre, para mi va hacer imposible quizás olvidar ese acontecimiento, solo espero no volver a cruzarme con él. No es una de las cosas que quisiera por el momento, él es alguien importante, investigue en las r************* y claramente no quiero tener nada que ver con él. _ El señor que me trajo y que ahora se su nombre, Paco Gómez, me deja frente a mi casa. Antes de bajar nuevamente me disculpo, sonriente asiente y termina por marcharse, corro con prisa dentro de la tienda, doy gracias al cielo que por lo menos la puerta estaba abierta. Aquí me doy cuenta de que mamá no está sola, esta con Aramis, ambos me observan con confusión. –Fue un desastre –es lo que alcanzo a decir y decido salir e irme dentro de casa, necesito algo caliente en este preciso momento. Ambos vienen detrás de mí con paragua en mano yo no me tome la molestia de coger uno porque simplemente no tiene la real importancia. Busco algún sobre de té, pero mamá me detiene y dándome una sonrisa reconfortante me deja saber que será ella quien lo prepare para mí. Me encamino a la pequeña sala, allí, mi amigo Aramis me da una manta, le sonrió en agradecimiento. Nadie dice nada, lo agradezco, en este momento realmente no estoy para contar lo sucedido en el chasco de entrevista que nunca llegue a realizar. El olor a manzanilla inunda mis nasales, inhalo todo el olor y una sonrisa se forma en mis labios al ver a mamá con la taza en sus manos. Me lo entrega e intentando calmar el caliente me doy un corto sorbo. El dulzor y sabor a manzanilla de inmediato me relaja, observo la taza entre mis manos, el calor logra que mis dedos entumecidos por el frio se relajen aún más, subo la mirada, noto los ojos de mamá en mí, al igual que Aramis, me encojo de hombros y dejando la taza en la mesita delante de mí me aferro aún más a la manta. –Fue un desastre mamá, Paulette no estaba en ningún lado de la empresa, además, había un evento, esa gente aún está celebrando la apertura de su empresa, yo... –me detengo y niego, aparto ese indeseado pensamiento. –Yo no quise esperar más y me vine de ese lugar, no conseguía un taxi y por suerte mi hermana se apiado de mí y envió a un chofer traerme a casa. –Gahil, ¿Has revisado tu móvil? –confundida niego. –Paulette llamo hace unos quizás treinta minutos, está en su departamento, esta con fiebre ni siquiera ha salido de su cama, intento comunicarse contigo, pero tomo unas pastillas para descansar y despertó muy tarde. – ¿Qué? Pero mamá, pregunte por ella, me dijeron que estaba en el tercer piso, la chica se escuchó muy segura de ello –me siento realmente aún más confundida, ¿Quién dice la verdad? –Tu hermana sonaba muy enferma Gahil, no creo que Paulette este diciendo mentiras, ¿Con que fin? Deberías llamarle, que te explique, no lo sé, pero mi amor, anda a cambiarte podrías resfriarte, acá tienes ropa seca, ve, ¿Ok? Con un leve asentimiento me levanto y tomo camino a mi antigua habitación. De inmediato entro al cuarto de baño, me quito mi lindo vestido mojado y mi ropa interior, entro a la ducha y el agua tibia termina por espantar el frio que hace un momento tenía. Lavo mi cara con suficiente jabón para quitar mi maquillaje que de seguro era un asco. Bajo mi cabeza y dejo que el agua tibia choque en mi espalda por unos largos segundos. Termino y salgo de la ducha, envuelvo mi cuerpo en una toalla y vuelvo a la habitación, busco ropa seca y opto por un mono, un suéter y un par de medias. Al finalizar de vestirme me siento en la silla que esta frente al escritorio que era de Paulette, seco mi cabello y de pronto las dudas vuelven. Si Paulette según está enferma, entonces ¿Por qué esa chica dijo que ella estaba en el tercer piso? Estaba muy segura que lo que dijo era cierto. Si Paulette según está enferma, ¿Quién envió al señor Paco? La frustración brota de mis labios y simplemente decido dejar las preguntas y respuestas para después. Al salir de la habitación noto que solo se encuentra Aramis, en su mano esta mi móvil, se tomó la molestia de secarlo por mí, al alzar su mirada me sonríe y lo extiende. Al colocarme frente a él, lo tomo y me siento en el sofá frente a él, desbloqueo el móvil y noto que efectivamente Paulette me dejo un texto e incluso algunas llamadas perdidas. Si mi calculo no falla lo hizo mientras yo me aventuraba en la lluvia y buscaba un taxi, en el mensaje refleja que está enferma y que olvido decirme que la entrevista no sería el día de hoy. Que le disculpe la tardanza y que me quiere, inconscientemente una sonrisa se forma en mis labios, tengo la extraña manía de quizás saber cuándo una persona está siendo sincera, en este momento Paulette dice la verdad. – ¿Mejor? –la voz de Aramis me saca de mis pensamientos, lo miro y asiento. – ¿Chocolate y panecillos de queso? – ¡Oh Dios! ¡¡Por favor!! Ambos reímos, él se encamina a la cocina. Aramis ha sido tan buen amigo, mamá le gusta cuando viene a casa, le tiene una confianza tan bonita. Él se siente como en casa, le agradezco que por lo menos puede ayudar a mamá cuando puede, yo por otro lado a veces quisiera irme a la aventura y aceptar su amor por mí, pero creo que no soy tan mala o cruel para hacerle algo de esa manera a él. Así que solo me conformo con ser su amiga, aunque él no quiera. _ Después de tanta charla, chocolate caliente y panecillos de queso, el sol volvió a salir, Aramis volvió con mamá a la tienda y yo opte por ir a mi habitación y tomar una corta siesta que se volvió de aproximadamente unas cuatro horas. Sentada junto a la ventana observo toda la calle de mi vecindario, es increíble como una simple lluvia puede limpiar toda una ciudad, dejarla más radiante. El atardecer que ahora tiene Florencia es impresionante, lo observo hasta que el cielo se torna completamente oscuro, llevo mi mano derecha hasta mis labios, rozo mi dedo pulgar en mi labio inferior cierro mis ojos y el recuerdo viene tan vivo y claramente a mi mente. Suaves... Voluptuosos... Dulces... Abro mis ojos y sacudiendo mi cabeza alejo esos pensamientos de mi mente, en ese momento la puerta de mi habitación se abre con brusquedad y al voltear una sonrisa se forma en mis labios. –Llego la más perrona de todas, osea, Irene Filippo. –E Ivette Filippo. Mi mejor amiga hace su entrada triunfal junto a su hermana y ambas ríen. –Hola conejito, noche de habladurías y muchos, muchos dulces. –Lo necesitamos, con urgencia –dice Ivette y con prisa se acerca y me abraza. –Hola Gahil, que bueno verte otra vez –la manera dulce de Ivette me hace sonreír. –Esperaba a Irene, pero que tú te nos unas, es maravilloso, tu toque sarcástico siempre hace falta en nuestras conversaciones. –Ves Irene, soy parte de esta madriguera de conejitas –las tres reímos. Mi mejor amiga saca todo de la bolsa y todo es un completo manjar, nos sentamos en la alfombra de mi habitación, ellas hablan de cualquier cosa, yo simplemente me echo a reír con todo lo que hablan. En este momento llevo una pelotita de chocolate a mi boca y me la disfruto con tanto gusto. –Y bien coneja, ¿Qué tal la entrevista? –ambas me miran. –Completo desastre –más y más chocolate a mi boca. –Paulette enfermo, no pudo comunicarse y decirme que la entrevista no iba, llegue, esas personas disfrutando de la apertura, eso fue ayer y todavía hoy celebraban, busque como histérica a mi hermana en el tercer piso como me dijo una de las trabajadoras, resulta que estaba en los brazos de Morfeo mientras que yo, en medio de la búsqueda me encontré en una situación de muerte súbita –hago una pausa, recobro aliento y continuo. –Me empape en la lluvia buscando un jodido taxi, me enviaron un chofer según a nombre de Paulette, pero adivinen –les señalo a ambas. – ¡Paulette estaba en casa, pasando su fiebre! –suspiro al terminar de hablar y las hermanas Filippo me ven confundidas. – ¿De qué se trata esa muerte súbita, Gahil? Fue lo único que mi mente pudo procesar –sonrió al escuchar a Irene y niego. –Algo sin importancia, tranquilas –las dos se miran y niegan. –Oh no, a mí no me vas a dejar de esta manera, Gahil –Irene comienza y luego le sigue Ivette. –Puedo tolerar las muertes súbitas así que desembucha –un suspiro de mi parte y las observo a ambas. – ¿Prometen que solo quedara entre nosotras? –ambas asienten con su mano derecha arriba. –Está bien, en medio de mi búsqueda por Paulette en el jodido tercer piso, entre a quizás una sala de conferencias, allí se proyectaba algo en la pared no tengo idea de qué, pero bueno, un hombre apareció, me dijo algo como que pensaba que lo iba a plantar y, bueno, me beso –ambas con la boca abierta. –Yo tuve la oportunidad de alejarlo, de incluso darle una cachetada, pero a cambio de eso continúe con su beso, era, era algo que, me gusto, que sentí perfecto, de otro mundo –me encojo de hombros. –No lo sé... –Corrección, no tolero esta muerte súbita –Ivette me hace sonreír a pesar de sentirme apenada. – ¿Y quién era coneja? ¿Quién era ese hombre? –observo a Irene, ella sonríe, me da calma verla sonreír. –Santos... Muzzir –ambas me miran de hito a hito. –Era, Santos Muzzir. – ¡La concha de la lora! –mi mejor amiga y yo volteamos a ver Ivette, me ve sorprendida. – ¿El empresario? ¿Muzzir? No nos estás haciendo una broma ¿Verdad? –niego. –Oh Dios, Gahil, pero un momento, ¿Qué hacia él en ese lugar? Un momento, déjame procesar algo. En ese momento Irene se encoge de hombros mientras que yo solo espero por lo que dirá Ivette. Tomo unos cuantos de mini pretzels y los como uno a uno. Quien observe a la hermana de mi mejor amiga sabe que está procesando mucha información, luego de una palma llama nuestra atención. –Santos Muzzir en el tercer piso, te enviaron exactamente a ese piso, no encontraste a Paulette porque obvio está enferma, encuentro besucón con Santos Muzzir –toma una bocanada de aire, asiente y continua. –Tú te vas de ese lugar, luego un coche va por ti, a nombre de Paulette, ¿No? –asiento. –Es obvio, ese empresario sabe más de ti, que tú de él, todo estaba arreglado Gahil, él te esperaba a ti. – ¿Qué? –digo en un hilo de voz, Irene ni siquiera puede coordinar todo, yo mucho menos. –Mi querida Gahil, ese hombre está forrado en dinero, claramente pudo buscar información de ti, alguna cosita aquí y allá, no precisamente necesita tu nombre, con solo pagar una cantidad de dinero buscaran todo para él, es obvio. – ¡Stop! –ambas vemos a Irene. –Adriano, es amigo de él, el chico de la fiesta, yo antes de que volvieras, le comentaba que celebraba mi cumpleaños con mi mejor amiga, si mal no recuerdo y mi mente algo consciente me ayuda, le comenté tu nombre. – ¿Pero que gana con esto Irene? Ni siquiera me conoce, solo nos hemos visto dos veces y tampoco es que hemos tenido una conversación larga, un par de palabras y nada más. –Y un beso, no lo olvides –fulmino a Ivette con la mirada, ella me sonríe angelicalmente. –De igual manera, no pretendo cruzarme más con él, no pensare más en lo ocurrido con ese hombre, fue algo repentino y nada más, lo olvidare y ya, ¿Esta bien? Ambas asienten y no dicen nada más acerca del tema. La verdad es que yo me siento muy, muy confusa con todo esto, ¿Qué diablos ganaría Santos Muzzir conmigo? Ni siquiera me conoce, ¿Investigarme? Lo dudo mucho, ¿Ayudarme? ¿Por qué motivo lo haría? Toda mi cabeza es un jodido desastre, todo lo que Ivette ordeno en su mente tiene aún más sentido, yo ni siquiera me había tomado la molestia de pensar en ello, simplemente opte por olvidarlo y ya. Pero con todo esto que recién sacamos a conclusión me tiene con un dolor de cabeza de otro mundo. Tomo una de las botellitas de soda y me doy un sorbo. Intentare simplemente disfrutar de la compañía de Ivette e Irene, ya que sé, que después de todo, ellas no tocaran más el tema. Suficiente información obtuve, lo que aún no queda muy claro es, ¿Que hacia Santos en esa empresa? Quisiera decir que quizás es parte de la automotriz Marena, pero eso sería jodidamente algo un poco más, incoherente, pero si de algo estoy segura, no pretendo volver, no si él es parte de ese lugar.
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