Un brazo rodea mi cintura y eso me hace esbozar una sonrisa. Irene está a mi lado, como siempre se pegó una de sus tantas borracheras y su hermana decidió que mejor viniera a casa conmigo. Mi mejor amiga no tiene una relación muy buena con su madre, así que Ivette me pidió que mejor pasara la noche y la borrachera acá en casa.
–No te muevas, no respires, ni siquiera intentes hablar, mi cabeza va a explotar, te lo juro –me hace reír e Irene se sienta sobre la cama. –Sin duda esa jodida ginebra estaba adulterada.
–Si claro, las tres botellas estaban adulteradas, como no –la pelinegra voltea y me fulmina con la mirada. – ¿Bebida energética?
– ¡Por favor!
Vuelve a caer sobre el colchón de mi cama y salgo de esta. El hecho es que yo tome, pero no de la misma manera que Irene, ella siempre suele hacerlo en sus cumpleaños, le gusta disfrutar al máximo, soy quizás esa amiga que esta para cuidarla en caso de que haga una tontería.
Bajo a casa, el olor a café sale por la ventana de la cocina, esbozó una sonrisa, mamá siempre tiene ese maravilloso toque para hacer un buen café. Entro a casa, el canto de Piquito una cacatúa blanca con copete azul le hace saber a mamá que alguien está en casa, era la mascota de papá, me gusta que aún viva con nosotros, le da cierta calidez al hogar.
–Para que un timbre si tienes a Piquito –mamá voltea a verme y sonríe.
–Buenos días Gahil, ¿Tan tempranera? –me entrega una taza de café y asiento.
–No lo olvide mamá, la reunión para el trabajo, no lo olvide –me sonríe feliz y me da un vaso de jugo de naranja y dos aspirinas.
–Le ha de explotar la cabeza, ¿No? –ambas reímos, mamá siempre sabe cómo terminan las fiestas con Irene.
–Terminare el café y le llevare esto, quería bebida energética, pero esto es mejor, después me daré un baño y a prepararme para la entrevista.
Mamá se acerca y tomando mi mejilla acerca su rostro y deja un beso en mi frente, me doy de a poco unos sorbos de mi café y al terminar vuelvo a mi habitación. Al entrar nuevamente, la veo sentada frente a mi escritorio, dejo su vaso de jugo de naranja y el par de aspirina, al mirarme sonríe, sabe que fue mamá quien lo envió.
Le dejo sola por un momento mientras que me doy una ducha, ella mientras se entretiene en mi computador. Entro al cuarto de baño, me despojo de mi ropa y al abrir la llave de la ducha entro en esta, alzo un poco mi rostro, dejo que el agua tibia recorra cada parte de mi cuerpo, me quedo por unos segundos de esa manera y termino por humedecer todo mi cabello.
Fugazmente esos ojos oscuros se pasean por mi mente, frunzo el ceño al sentirme algo confundida y extrañada al pensar en la mirada del gran empresario Santos Muzzir. Qué casualidad, de todos los hoteles lo vine a encontrar allí, me costó mucho reconocerlo, pero no dejo pasar por alto el hecho de que la manera en que me miro me dejo muy confundida.
Termino de darme una ducha y salgo a mi habitación, Irene está recogiendo sus cosas, al verme sonríe y se sienta al borde de la cama. Con una toalla pequeña seco mi cabello, me siento en la ventana y la observo, ella no es de estar callada, Irene siempre tiene algo que expulsar de su boca.
–Me llego un nuevo caso –dice sin siquiera mirarme. –Estoy en la estúpida decisión de decidir si aceptarlo o no –coloco las manos en mis piernas, ella lentamente voltea y me sonríe. –Piero Romanni.
Ese nombre me deja un poco aturdida, Irene se encoge de hombros, veo que su labio inferior comienza a temblar, sus ojos se cristalizan y yo sin siquiera pensarlo me acerco a ella y la abrazo. Su sollozo es bajo, Irene es de muy poco llorar delante de mí, soy su mejor amiga y ella es orgullosa, pero cuando lo hace, realmente es doloroso.
Que podría decir de Piero Romanni, ex novio de mi mejor amiga, casi prometido y uno de los mafiosos más hablados de toda Florencia y claramente todo el país. Eran una pareja envidiable hace dos años atrás, eran de lo más hablado, ella una reconocida abogada siguiendo el linaje de su padre y Piero siendo uno de los hijos de un reconocido empresario dueño de quizás unas diez franquicias de perfumerías dentro y fuera del país.
Lo triste fue que todo eso se vino abajo cuando salió a la voz publica que el hijo predilecto de Ero Romanni, estaba metido hasta el fondo con un grupo mafioso muy hablado y el cual nunca habían logrado atrapar, hasta el pasado año que dieron con la mano derecha de la cabecilla y todos cayeron como si de un chasquido de dedos se tratara.
Por suerte, Irene salió ilesa de todo ese gran alboroto, aunque fue un proceso largo, por fin lograron aclarar que ella no tenía nada que ver con esa mafia y aquella maravillosa relación se vino abajo. Podría decir que sus noches no fueron las mismas, ni siquiera sus días, su madre le hecho a un lado por pensar que ella si tiene o tenia participación en ello. El padre de Irene fue todo lo contrario, nunca dejo a su hija sola, me consta, estuve con ella la mayor parte del tiempo y él no dejaba de velar por ella.
El hecho es que, ella en este momento no sabe cómo lidiar con esta situación, ella juro no involucrarse más con esa familia y que la busquen para que sea la defensora de su ex novio es algo que no llegue a pensar que harían. Sé que lo hacen por ver la jodida debilidad que ella aun lleva consigo, saben que no se negará que será la abogada de Piero, pero ¿Por qué hacerle esto? ¿Por qué hacerla sentir tan mal de esta manera?
– ¿Qué piensas hacer? –se aleja y limpia sus mejillas.
–No lo hare, no pretendo ayudar a tapar sus cochinadas, no Gahil, me rehusó.
–Irene, ¿Estás segura? Si sabes cómo es esa familia.
–No me importa, ya lo he consultado con papá, la familia Filippo no les defenderemos en nada.
–Pero Irene...
– ¿Qué? –el tono de su voz es cortante, ella lo nota y niega. –Lo siento coneja, me siento estresada, sé que estas pensado lo mismo, el bienestar de la familia –lentamente asiento, eso es lo que me preocupa. –No sé qué hacer, si defiendo a Piero las aguas estarán en calma, pero si decido lo contrario todo será un jodido remolino.
– ¿Y entonces?
–No lo sé, Gahil, mi decisión es un no definitivo, pero no te niego, me siento asustada –suspira. –El bufet de papá es importante, jamás lo perjudicaría por Piero.
– ¿Crees capaz a Piero de hacerles daño? –agacha su cabeza, sube y baja sus hombros, se siente derrotada. –Quizás si llegan a un acuerdo, puedes tener a un intermediario, llevar el caso, pero que un intermediario lleve todo el asunto de la defensa.
–Podría funcionar, eso podría ayudar en algo, no soy capaz de verlo, no quiero hacerlo –tomo sus manos y le doy la fuerza que necesita. –Teníamos todo, Gahil, tú lo sabes, a él no le faltaba absolutamente nada, no comprendo por qué tomar ese camino, porque entrar a una mafia tan repudiable.
Ambas nos quedamos en silencio, realmente no sé qué más decir, en este momento quedarme callada es lo más que puedo hacer. Irene no necesita escuchar lo mismo de siempre, así que con prisa busco el vestido que mamá me confecciono y se lo muestro, ella me sonríe y se levanta.
– ¿Te ayudo con tu cabello?
–Por favor... –le sonrió, me da un corto abrazo.
–No pediría otra amiga, me basta contigo, Gahil, eres tan buena.
Ambas sonreímos y dejando el parloteo tomo asiento e Irene comienza hacer lo suyo con mi cabello. Es corto y no hay mucho que hacer, así que ella me hace un bonito recogido y deja algunos mechones a ambos lados. A medida que me ayuda arreglar, le cuento todo acerca de esta entrevista, se siente emocionada, Irene siempre ha intentado que yo deje la tienda a un lado y ejerza mi carrera no culminada.
Me ayuda con el maquillaje, resalta un poco mis cejas, delinea muy limpiamente mis ojos, mascarilla en las pestañas, ruboriza mis mejillas y mis labios los resalta en un color rojo intenso. Tomo unos pendientes no muy grandes y mi pulsera de la buena suerte, obsequio de papá.
Al terminar me ayuda a colocar mi vestido y luego mis sandalias, ella me da ambos pulgares arriba y le sonrió ansiosa.
–Te llevare, ¿Vale?
–No, tomare un taxi, tú tienes cosas que organizar con tu padre, solo ven por la noche, así te contare como fue todo, ¿Ok?
Irene me da un abrazo y al alejarse asiente, busco mis cosas, papeles de la universidad, algunas referencias de trabajo y mi móvil no puede faltar. Ambas salimos de mi habitación y ya el sol esta aún más intenso, el quejido de Irene es notorio, me hace reír, ambas tomamos camino a la tienda y allí esta mamá, sonriente nos observa y se acerca.
–Preciosa mi niña –me da un abrazo.
–Ya debo irme, deséenme suerte –mi mejor amiga y mamá me sonríen.
–Suerte, lo conseguirás mi amor.
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Contemplo todo delante de mí y siento como de pronto mi boca y garganta están seca, veo toda la fachada de esta majestuosa empresa, es de unos diez pisos, no tan alta, pero si podría decir que es espaciosa. Tiene seis columnas de hierro, tres en ambos lados, se une a un techo, la entrada de granito y a ambos lados césped y unos bien podados arbustos, es de color gris y blanco y los ventanales son enormes.
Podía claramente llamar a mi hermana Paulette, pero es lo menos que hare, no quiero ser la típica chica que viene por medio de un familiar o amigo, así que sin dudar más y decidida, me adentro a la empresa automotriz Marena. No sé qué diablos tengo que ver yo con todo lo que es automóvil, pero solo vengo por diseños digitales y quizás alguien me explicara todo si el caso es que me den el puesto.
Al entrar noto a muchas personas caminar de un lado a otro, unas tienen copas en sus manos, otros simplemente disfrutan de los bocadillos que les reparten, esto me hace sentir extraña, ¿No se suponía que esto iba hacer antes? La fiesta o la inauguración, que se yo, tomo una bocanada de aire e intento buscar donde diablos ir.
Un mesonero se detiene delante de mí y me ofrece una copa, yo por no ser quizás algo grosera tomo una y con una sonrisa le agradezco. Sigue su rumbo al igual que yo sigo el mío, veo a un grupo de chicas que claramente son trabajadoras de esta empresa, las cinco llevan el mismo uniforme así que no me queda de otra que preguntar por mi hermana.
–Disculpen –una chica de piel trigueña y cabello rizado color rojizo me mira y sonríe.
– ¿Si? ¿Te podemos ayudar en algo?
–Sí, yo, bueno, lo siento, estoy buscando a Paulette, apellido Santini.
–Si claro, la señorita Santini hace unos minutos subió al tercer piso, de seguro a su oficina, lo malo es que el ascensor no está disponible, tendrás que subir las escaleras –volteo a mi lado izquierdo y noto las escaleras. –El ascensor ha sido deshabilitado por el evento, disculpe.
–Tranquila, no tengo problemas en subir las escaleras.
–Ten, toma esto –me entrega un pase. –Hay uno de seguridad en las escaleras, muéstrale el pase y te dejara subir.
–Gracias, muy amable, uhm...
–Lia, mucho gusto.
La chica me sonríe muy amable y hago lo mismo, me alejo de ella y dejando la copa de vino en una de las mesas me encamino a las escaleras. Allí el hombre de seguridad me detiene, chequea mi pase y amablemente me da acceso a subir las escaleras. A medida que subo cada escalón, solo espero que la oficina de mi hermana tenga por lo menos su nombre en la puerta, no tengo ni la más remota idea de dónde ir.
Llego al segundo piso, allí me encuentro con algunos pendones con el nombre de la empresa, una de las cosas que no puedo creer es el hecho de que mi hermana tenga un muy buen cargo en esta empresa. Se ve lo costoso que es todo aquí, desde el piso hasta las paredes, continuo el trayecto y un televisor pasa de a poco, modelos de coches y todo lo que tenga que ver con automotriz.
Continúo mi subida de escaleras y por fin llego al tercer piso, es como si a medida que subes el frio en este lugar se intensifica. Comienzo a caminar por el lugar, hay muchas puertas, algunas con nombres, otras no, para no darme tanto estrés por esto, busco mi móvil y opto por llamar a Paulette, pero en ese momento la mala suerte me acecha cuando noto que la batería está agotada.
Ahora que lo recuerdo ni siquiera lo pude cargar al llegar de mi noche de fiesta. Vuelvo a guardarle y continuo mi búsqueda, todo está silencioso, nadie está en este lugar, claramente todos están en el evento que dan en la planta baja. Veo a todos lados, nombres, nombres, pero ninguno que tenga el de mi hermana, llego a una puerta doble, esto me confunde, pero opto por entrar.
De puntitas y como si estuviera a punto de comerte un delito, me adentro, todo está oscuro, pero no por mucho tiempo. Algo que no comprendo comienza a proyectarse en una pared, miro a todos lados, pero el resto del lugar esta oscuro, estoy por regresar cuando escucho unos pasos acercarse a mí.
Alguien con manos grandes me toma de mis brazos y con fuerza me atrae hacia su cuerpo, una extraña corriente me recorre toda la espina dorsal, un olor cítrico y fresco entra en mis nasales, un ligero carraspeo, una barba rozando mi mejilla.
–Preciosa, creí que me dejarías plantado –en el momento que estoy por protestar sus labios se posan en los míos, y esa voz me taladra la mente.
Me quedo totalmente perpleja ante esto repentino, el hombre suelta mis brazos y lleva sus manos a mi espalda, intento mirar su rostro, pero me es imposible. De pronto siento algo extraño al sentir sus labios en los míos y decido continuar lo que él comenzó, un beso lento, dulce y suave, mis piernas se debilitan, mi corazón late con locura.
Él se aleja, agacho mi cabeza, lo que se proyecta en la pared pasa hacer un poco más claro, siento su dedo índice y pulgar tomar mi mentón y lentamente lo va levantando. A mí el corazón se me desboca y una extraña sensación se aferra en la boca de mi estómago.
– ¿Qué? –suelta en un hilo de voz. – ¿Tu?
–Yo... –digo muy bajo, los ojos oscuros de Santos Muzzir me ven con sorpresa. –Yo... Disculpe señor Muzzir, yo, lo siento –zafo y me alejo de él.
– ¿Dónde vas? –su voz es ronca, con rapidez toma mi antebrazo.
–Yo no debo estar aquí, yo, de verdad lo siento.
Me suelto de su agarre y como puedo salgo de la oficina, con prisa, casi trotando llego hasta las escaleras, veo por todo el lugar, intentando buscar quizás a alguien que nos vio, pero es imposible, esto esta solitario. Nadie sabría que yo estuve en esa oficina con Santos Muzzir, además, ¿Qué hace él aquí? ¿Por qué me siento de este modo? ¿Qué fue todo eso que sentí? ¿Qué son todas estas preguntas en mi mente?
Bajo a toda prisa las escaleras, intentando no tropezar y caer, siento como si el corazón estuviera en mi garganta, siento mis manos frías y mi cuerpo entero temblar. Me avergüenza el hecho de que claramente él se confundió, no me esperaba a mí y eso es obvio, pero yo continúe ese beso, desde un principio pude evitarlo, gritar o simplemente empujarlo, pero continúe algo que no era para mí, sus labios.
Nuevamente en la planta baja de la empresa tomo camino hasta Lia, la chica que me dio el pase y con prisa se lo entrego, ella intenta decirme algo, pero le ignoro y como puedo salgo de ese lugar. Para añadirle más mala suerte a lo que según iba hacer un buen día para mí, está comenzando a llover y no tiene pinta de acabar pronto.
Pero le restó importancia, el hecho es que deseo salir a toda prisa de este lugar, así que sin pensarlo decido empaparme e ir por un taxi que me lleve a casa. El agua fría de la lluvia me golpea con fuerza, entrecierro mis ojos para lograr ver algún taxi que se aproxime, pero no tengo suerte con ello. Abruptamente me detengo a una considerable distancia de la entrada e inconscientemente llevo la mirada a la fachada de la empresa automotriz Marena. Allí, en ese momento, mi corazón da un pálpito fuerte al verlo de pie junto a unos de los ventanales del tercer piso.
Me cuesta mantener mí vista fija por la lluvia, pero él me observa, sé que es de ese modo, me mira fijamente, corto la mirada y continúo mi camino. Primero no encontré a Paulette, segundo ni siquiera tuve mi entrevista de trabajo, tercero y último, termine por besarme con el empresario más cotizado de Florencia, recién llegado y dando de qué hablar, solo espero no llegar a decir, ¿En qué diablos me metí?