El mundo es complicado en todas sus formas, pero también es muy sencillo. Ver a alguien a tu lado y saber con firmeza que es la persona que siempre querrás es fácil para algunos y muy difícil para otros. La vida depende de lo que nos atrevemos a hacer, de los objetivos que perseguimos y de las personas que nos ayudan a lograr aquello que deseamos. A veces no tendrás a nadie para hacerlo, pero hay ocasiones en las consigues u apoyo incondicional para tu vida, el problema de eso es atreverte a confiar. Admitir que esta persona puede darte mucho y atreverte a darle una base fundamental en tu vida para que pueda mejorarla, ese tipo de valentía no es algo que todo el mundo ofrezca con ligereza.
Alessandro Santoro sabía que se había salvado de mucho cuando su padre había aceptado la idea que se les había ocurrido a él y a su primo en una noche de borrachera. Se suponía que debían estar trabajando, que sus responsabilidades eran algo crucial para la familia, pero ellos habían salido de una reunión larguísima con unos ejecutivos que solo habían querido hablar con su padre, a pesar de que habían intentado convencerlos de que eran ellos los que estaban a cargo aquel día, se habían negado hasta que las horas pasaron y fue evidente que Franco Santoro no aparecería, fue entonces que los ejecutivos comenzaron a colaborar. La reunión terminó casi a media noche y Piero le dijo que debían celebrar con unas copas.
Haberlo escuchado fue un error desde el inicio, escuchar las palabras de Piero fuera de una oficina de trabaja siempre significaban una consecuencia desastrosa. Al estar en aquel club las consecuencias se le habían olvidado por completo, eso hasta que su padre había llamado preguntando por la reunión y ellos tuvieron que salir corriendo a la mansión de su progenitor para explicarle todos los detalles. Detalles con los que Franco Santoro se había sentido complacido, por eso se habían atrevido a explicarle sus ideas de expansión, algo que su padre había escuchado atentamente hasta que con una sonrisa comenzó a anotar los plazos, suministros y presupuesto que les daría para que pudieran hacer posible aquella idea.
Todo había salido perfecto, hasta que su padre les dio el plazo de tiempo límite y fue entonces que ambos se dieron cuenta de la presión. Seis meses era muy poco para comenzar cualquier proyecto y su padre solo les había otorgado un año para hacer que la sede que estaban construyendo de la compañía fuera exitosa. Ellos no se habían detenido sin embargo, en lugar de dar un paso atrás, habían aceptado el reto, habían cambiado sus residencias, conseguido el edificio y habían preparado todo. Cuatro meses escasos y la sede ya trabajaba con algo de regularidad, lo único que les hacía falta era publicidad. Allí era donde entraba IA Tecno, asociarse con la empresa número uno del lugar les daba visibilidad y eso era exactamente lo que estaban buscando.
Su primo entró en la oficina con premura y lo observó.
-¿Lo conseguimos?- Preguntó -¿conseguimos el contrato con IA Tecno?
-Todavía no es seguro- explicó él -los ejecutivos lo están pensando, pero la breve entrevista que tuve con Alonso Navarro me hace pensar que al dueño le agrada la idea.
-¡Eso es!- Casi gritó su primo -esas son justo las palabras que necesitaba, tal vez con un poco más de certeza, pero me conformo con un medio sí a un rotundo no.
-Todavía no es seguro- continuó él -no celebres ahora, todavía necesitamos esa confirmación más que nada.
-A veces quisiera que nunca le hubiéramos presentado esa idea a tu padre- comentó Piero lanzándose en el mueble a su lado -y en otras ocasiones agradezco a cada ser celestial por habernos dado esta oportunidad.
-Estar lejos de la familia y tener algo de libertad tiene un precio- afirmó él con una mueca -prefiero la presión de estar aquí. Además, considéralo como si quisiéramos conservar esta libertad, un ticket para desparecer la presión y la pantomima de la familia perfecta.
-Te juro que si tengo que ir a un baile más y fingir que soy heterosexual para que mis padres se sientan felices y normales, me montaré en un avión para no regresar- soltó Piero con fuerza -ya no puedo volver a hacerlo, no quiero seguir mintiendo.
-Yo tampoco- convino Alessandro -sabes bien que mi dinámica familiar es complicada y aunque mis padres se esfuerce en hacer creer al mundo de que su relación es perfecta, yo sé que no hay mejores mentirosos que ellos. No quiero vivir una vida llena de vanidad, sin honestidad ni amor. Ya tuve suficiente de eso.
-Quién diría que eres todo un romántico- comentó Piero haciéndolos reír.
Él sonrió antes de encoger sus hombros sin dar más explicaciones, no era necesario.
-Es una lástima que no pudiera traer a Fabrizio conmigo- siguió su primo con dolor en su tono.
-De haberlo traído tus padres se habrían enterado de todo y hubiera sido un desastre- ofreció él -sé que te gustaba, pero siempre diré que ese hombre no te quería. Al menos no lo suficiente, era demasiado superficial para darte algo real y quiero más para ti.
-Eres el hermano que siempre quise, Alessandro- afirmó Piero con cariño -ser criados juntos fue un regalo porque, ¿dónde estaríamos de no haber sido así?
-Infelices, siguiendo los pasos de una familia llena de personas que no saben amar- afirmó él seguro de lo que decía.
-Tu padre nos mataría si supiera todas las cosas que decimos aquí- comentó Piero -el nombre de la familia siempre ha sido muy importante para él. Sobre todo que seamos nosotros dos los que continuamos con su trabajo: la empresa y la buena imagen.
-Creo que se sentirá muy orgulloso de lo que lograremos aquí- soltó él con decisión -y muy decepcionado de saber que no me casaré con Chiara o que tú no le darás sobrinos. Tenemos que ser inteligentes y estar un paso delante de él, porque de lo contrario, nos quitará lo que hemos logrado para borrarnos de la familia.
-Nuestros padres son los mejores- se burló Piero con desagrado.
Él se quedó callado y esperaron allí hasta que la notificación de un correo llegó a su bandeja de entrada. Alessandro abrió los esperando y Piero casi corrió para ver lo que había recibido. Era un correo de Alonso Navarro en persona asegurándoles que sería un placer trabajar con su empresa y que pondrían a su mejor publicista en aquel proyecto como ellos habían estipulado. Gritos de alegría se escucharon mientras ellos celebraban. Otro correo llegó entonces, esta vez, desde la oficina principal de IA Tecno, pidiéndoles que se presentaran a una reunión dentro de dos días para que conocieran al director que estaría trabajando con ellos y comenzaran los preparativos.
-Creo que tenemos que prepararnos- comentó Piero con emoción.
-Deberíamos- convino él con la misma emoción.
-Pero primero tenemos que celebrar- afirmó su primo con una sonrisa maliciosa.
-No voy a caer en eso de nuevo, Piero- soltó él -no es posible que siempre quieras salir a disfrutar de la vida y eso siempre los traiga problemas. Paso, prefiero ahorrármelo en esta ocasión.
-No estamos en Italia, Alessandro- afirmó su primo -nadie va a venir a buscarnos aquí, somos dueños de nuestro tiempo por primera vez y no hemos salido ni un segundo desde que llegamos. Creo que es momento de disfrutar de lo que nos hemos ganado, así que deja de decir tonterías y prepárate porque esta noche saldremos a bailar.
-Si lo exiges así, creo que no queda de otra- comentó él riendo.
Ellos terminaron su día laboral con bastante trabajo, organizaron a todo el personal, atendieron todo lo que estaba pendiente y que requiriera su atención directa antes de retirarse por el día. Alessandro se retiró a su departamento, estuvo tentado de encerrarse y solo acostarse a dormir, pero Piero tenía las llaves de su departamento, por lo que solo lograría que subiera y lo sacara de la cama con sus técnicas insoportables. Nada de lo que quisiera repetir, por lo que se duchó en minutos y se vistió con algo sencillo, cenó lo primero que encontró en su nevera para esperar por Piero sentado en el sillón de su sala.
“-¿Estás listo?- Preguntó Piero llamándolo”.
“-Estoy bajando- confirmó él antes de colgar”.
Se subió en su auto y condujo junto a su primo por las vías de la ciudad, se suponía que Piero lo llevaría a un nuevo lugar que se suponía era muy bueno según las últimas críticas. Se estacionaron en un lugar que parecía lleno de gente, las luces de colores hacían que el lugar deslumbrara a cualquiera y las personas hacían fila en la entrada solo para poder ingresar. Él se bajó de su auto para dirigirse a la entrada antes de que Piero lo detuviera, caminaron hasta la parte trasera del lugar donde se podía ver una alfombra roja con una entrada exclusiva.
-¿En serio pensaste que tendríamos que hacer fila?- Se burló su primo -hay asientos con nuestros nombres aquí.
-¿A quién conoces?- Inquirió él.
-Tengo buenos contactos- soltó su primo con una sonrisa -eso es todo.
Entraron al lugar y él supo que aquello era todo lo que esperaba. Las luces eran más brillantes al igual que la música era mucho más fuerte, la gente se aglomeraba en la parte de abajo, mientras que en la zona en la que ellos estaban los espacios eran amplios. Las salas parecían comunicadas unas con otras, pero el espacio estaba separado por la forma en la que las sillas y sillones estaban ubicados. El lugar se veía lujoso y bastante exclusivo, ellos caminaron a uno de los espacios que estaban vacíos. Una mesera, se acercó a pedirles sus órdenes y ambos pidieron ron que era lo que más les gustaba hasta ahora.
Estuvieron allí varios minutos antes de que comenzara a notar las diferencias que debía haber notado desde el inicio. Los hombres y mujeres bailando juntos, las imágenes en las paredes, todo el ambiente en general, estaba a punto de decirle algo a Piero cuando dos hombres se acercaron a ellos con tragos en las manos. Su primo sonrió complacido y comenzó a coquetear como nunca, él solo rechazó el trago con sutileza antes de explicarle al hombre que no tenían los mismos gustos. Unos minutos más tarde los hombres se dirigían a la pista de baile, esperando que Piero los siguiera.
-No me gusta esto- le dijo él a su primo tomándolo del brazo -es demasiado público.
-No estamos en Italia Alessandro, recuérdalo- afirmó Piero con una sonrisa -he venido a este lugar al menos dos veces antes y todo ha estado bien, lo prometo.
Él asintió y lo dejó ir confiando en que nada sucediera. Se quedó allí disfrutando de los tragos que no dejaban de llegar, observó a los cuerpos moverse en la pista de baile hasta que alguien lo invitó a bailar. Era un hombre que lucía bastante mayor, era guapo en un sentido bastante masculino y nunca se imaginó que alguien como él estaría allí.
-Yo…- comenzó él con delicadeza porque no buscaba ofender a nadie.
-No eres gay, lo sé- soltó el hombre dejándolo sorprendido.
-Supongo que destaco- se burló Alessandro.
-De hecho no, todo lo contrario- afirmó el hombre -pero intentas no llamar demasiado la atención y ya había escuchado tu rechazo con el hombre que estaba aquí unos minutos atrás.
-¿Entonces, por qué?- Siguió él.
-Porque estoy aburrido y no intentaré nada s****l contigo, solo bailaremos- ofreció el hombre -claro que si no es lo que quieres, lo entiendo.
Él sonrió con gracia debido a la situación antes de ofrecer su mano.
-Alessandro- se presentó él.
-Agustín- dijo el hombre tomando su mano.
Él se levantó de la silla para seguir a Agustín hasta la pista de baile, allí se vieron apretujados por los cuerpos que los rodeaban hasta que casi no podían separarse, su acompañante le lanzó una sonrisa de disculpa y Alessandro solo negó. Bailó con el hombre sin la necesidad de pegarse a su cuerpo, solo disfrutaban del ritmo y de la música, saltaron, se movieron al mismo tiempo y se cansaron hasta el punto en que ninguno podía mantener la respiración.
-¿Volvemos?- Preguntó él gritando por el volumen de la música
Agustín asintió antes de seguirlo hasta las escaleras. Regresaron al cubículo en el que se habían presentado y él lo invitó a sentarse. Ordenaron nuevos tragos antes de comenzar una charla que se transformó en una conversación en toda regla, compartían anécdotas sobre ambos hasta que Piero regresó a la mesa junto a un hombre que no era ninguno de los dos con los que se había ido al inicio.
-Vaya, vaya- se burló Piero con una sonrisa -no sabía que eras un curioso, primo.
-Porque sabes que no lo soy- negó él riendo -pero eso no significa que no vaya a disfrutar de los lugares a los que me llevas.
-Eso es toda una ventaja- afirmó su primo -podrías tomar esa iniciativa con tus gustos un poco más picantes, podría gustarte.
-Ya quisieras- negó él con una sonrisa -pero ambos sabemos que ya pasé por esas dudas y la conclusión fue la misma.
-Lo sé, lo sé- soltó Piero con un suspiro exagerado -¿y quién es este invitado que tienes aquí?
-Agustín- dijo el aludido con una sonrisa ofreciendo una mano que Piero tomó con deleite -debo decir que el parecido familiar es atrayente, supongo que su familia está llena de hombres atractivos.
-Gracias, lindura- fue todo lo que Piero dijo antes de reír -pero esta noche estoy tomado, lo siento.
-¿Por quién? Si puedo preguntar- pidió Agustín, todos observaron al hombre detrás de su primo.
Era alto y de pelo oscuro, estaba vestido con un jean y camisa negra, pero sus ojos de color miel y chocolate brillaban con intensidad. Era atractivo con un aire de inocencia que era casi tangible, comprendía porqué su primo quería quedarse con ese hombre aquella noche. Agustín también pareció notarlo porque sus ojos se llenaron de lujuria al verlos, algo que lo incomodó un poco porque se sintió como si estuviera estorbando en aquella dinámica. Pensó que era momento de irse, pero no pudo llegar a decirlo porque nuevo tragos fueron servidos, Agustín se quedó con él y su primo se quedó con su cita.
La conversación fue agradable una vez más, hablaron de trabajo, sus experiencias, todo un poco hasta que notó que los tragos estaban haciendo efecto en él rápidamente. Una vuelta de su mirada y ya no vio a Piero por ningún lado.
-Tu primo se fue hace unos minutos- le explicó Agustín -el hombre que lo acompañaba se fue con él.
-Supongo que alguien tendrá una buena noche- comentó él con una sonrisa -será mejor que me vaya antes de que no pueda moverme y ya no tengo a nadie que arrastre mi cuerpo hasta la salida.
-Yo te haría el favor- dijo Agustín -si aceptaras intercambiar número conmigo solo para mantener el contacto. No siempre se conoce a un empresario.
-El interés es algo feo- se burló él antes de sacar su celular. Ellos intercambiaron números antes de caminar hasta la entrada -¿te vas?
-Sí, ya no tengo mucho más que hacer aquí esta noche- comentó Agustín -si tu mejor compañía es una hombre apuesto que no quiere llevarte a la cama, pues es mejor regresar a casa.
Él no pudo evitar reír.
-Lo siento- ofreció él sin dejar de reír -supongo que no soy la mejor compañía.
-De hecho, lo fuiste- afirmó Agustín -creo que mi ambiente no es este, regresaré a las cenas y citas de café.
Él sonrió antes de caminar a su auto en la entrada del lugar, Agustín también se dirigió a su auto.
-Fue un placer- se despidió él.
-Igualmente- fue la respuesta.
Ambos se alejaron en sus autos, Alessandro iba con lentitud porque sabía que no debía estar conduciendo luego de haber tomado varios tragos. Llegó a su departamento a salvo y subió con parsimonia, entró en el lugar antes de tirar su cartera junto a las llaves en la mesita de la entrada. Caminó hasta la cocina para tomar un vaso gigante de agua, luego terminó en la ducha intentando quitarse todo el ambiente de aquel club antes de colocarse un pantalón de pijama y tumbarse en su cama.
El celular sonando a todo volumen lo despertó, debió haberse quedado dormido solo al recostarse. Se quejó esperando que el incesante sonido se detuviera, pero solo iniciaba una y otra vez, Alessandro tuvo que levantarse de la cama para caminar hasta la sala cuando el número de Piero se veía en la pantalla de su celular.
-Será mejor que sea una emergencia, o juro que te mataré- dijo él con sueño.
-Es una emergencia- afirmó su primo con demasiada calma -estoy conduciendo a tu departamento ahora mismo.
-Está bien, nos vemos aquí- él colgó con el corazón acelerado. Todo el sueño que lo había acompañado de pronto se había esfumado.
Esperó impaciente sentado en el mueble de la sala hasta que las llaves sonaron en la puerta y un Piero a medio vestir entraba en el lugar. Su primo estaba algo borracho, un poco desubicado, veía a todos lados y a la nada, se notaba la preocupación en su semblante por lo que él se levantó para tomarlo de brazo y sentarlo en el mueble en el que unos segundos atrás él estaba. Con una respiración profunda se vieron a los ojos.
-¿Qué sucede?- Preguntó Alessandro con seriedad.
-La cagué y la cagué en grande- soltó su primo con desesperación.
-Explícate- ordenó él.
-El hombre con el que estuve esta noche fue todo un engaño- musitó su primo con algo de dolor -ocultó su celular en algún lado de la habitación de hotel en la que estuvimos y nos grabó teniendo sexo. Ahora lo tengo enviándome mensajes de chantaje para exigir dinero, un montón de dinero que no tenemos Alessandro.
-Podemos pagarle- afirmó él tomando con calma las palabras que podrían acabar todo.
-Soy un maldito imbécil- comentó Piero con rabia en sus ojos -pero esto no va a quedarse así, lo prometo. Lo solucionaré, pero…
-Le pagaremos- siguió él -lo que suceda después, será tu voluntad.
Ellos se miraron unos segundos compartiendo la hermandad que siempre los había unido, esto solo sería un bache en el camino, Alessandro estaba seguro.