Capitulo 8

1004 Palabras
Gabby se incorpora y se quita la camiseta, dejándome ver sus tetas de nuevo. Todavía solo lleva bragas, y se las quitaré pronto. Solo tengo que asegurarme de que esté lista para mi polla antes de meterla. La empujo hacia atrás en la cama y me subo encima, desabrochándome los pantalones para liberar mi polla de una vez por todas. Beso su cuerpo, deteniéndome en sus pechos mientras tomo cada uno de sus pezones en mi boca y los recorro con la lengua. Gabby me empuja las caderas contra la entrepierna mientras pequeñas oleadas de placer la recorren. Presiono mi polla contra sus bragas, sintiendo que ya está completamente empapada. —Estoy lista, papi —gime mientras aprieto mis caderas contra las suyas, dejándola sentir lo dura que ha puesto mi polla. No digo nada. En cambio, me incorporo y me quito los pantalones antes de subirme encima de ella y bajarle las bragas. Ahora está completamente desnuda y expuesta a mí. Su pecho se agita mientras se muerde los labios y me mira expectante. Quiere que le meta la polla, y yo también. Pero quiero saborear esto. Deslizo mi polla entre sus pliegues húmedos y me froto contra ella. Les pongo el pulgar encima para añadir un poco de fricción y cuando mi cabeza hinchada roza su clítoris, ella grita de placer. —Quiero oírte gritar mi nombre cuando te la meta con mi polla —digo mientras miro su coñito perfecto, con mi polla todavía encima. Es un espectáculo digno de contemplar, uno que jamás olvidaré mientras viva. —¡Sí, papá! —grita Gabby, mirándome con desesperación en los ojos. Me separo de sus pliegues, sintiendo cómo mi polla está completamente empapada de sus fluidos. Me quedo flotando fuera de su estrecha entrada, preparándome para penetrarla profundamente. Será duro. Está tan apretada y mi polla es gruesa. Será un milagro si no me corro enseguida. —Te voy a follar ahora, nena —le digo mientras mi cabeza se aprieta contra su húmedo agujero. Gabby jadea y todo su cuerpo se tensa mientras atravieso la barrera. Inmediatamente me encuentro con el cielo: cálido y húmedo, apretándome a medida que me deslizo lentamente más adentro. —¿Cómo se siente, nena? Gabby no responde de inmediato. La sensación la pilló desprevenida y solo asintió. Me adentro más, dejando que cada centímetro de mi polla palpitante se asiente en su coño antes de quedarme quieta. Me clava las uñas en los brazos con tanta fuerza que seguro que me deja una marca. Eso no augura nada bueno para mentirle a mi esposa, pero es un problema para el futuro David. Después de un minuto, el cuerpo de Gabby se relaja y empiezo a embestirla. Ella gime y cierra los ojos, mordiéndose el labio con tanta fuerza que se le pone blanco. —Solo respira —le digo mientras saco la polla hasta la mitad y la vuelvo a meter. Ella suelta un fuerte gemido y abre aún más las piernas, invitándome a continuar. Lo hago. Creo un ritmo mientras saco la mitad de mi polla y la vuelvo a meter, saboreando cada sensación de esta gloriosa noche. Verla frente a mí con mi polla metida en su coño, el sonido de mis bolas golpeando su ano y cómo sus gemidos suenan desgarrados y desesperados. Con cada segundo que pasa, Gabby se deshace. Sus dedos se clavan en mi piel y sus gemidos son frenéticos y ásperos. No puede controlarse en absoluto. Yo tampoco quiero que lo haga. Quiero que pierda el control y sienta el placer que puedo darle. —Me voy a correr, papi —gime Gabby mientras su cuerpo se tensa nuevamente debajo de mí. —Así es, sé una buena chica y córrete por toda mi polla, nena —le digo mientras mantengo mi ritmo y me muevo profundamente dentro de ella mientras su coño se aprieta aún más, prácticamente atrayéndome más profundo para no poder irme nunca. —¡Joder! ¡Papá, sí! —grita Gabby, temblando contra el colchón—. Es... tan... bueno... —sus ojos prácticamente se ponen en blanco y sonrío mientras contengo mi propio placer por ella. Es difícil con lo apretado que está su coño con cada latido, pero lo consigo. Gime mientras la drena hasta la última gota de éxtasis. Cuando se calma y se relaja contra el colchón, no me detengo. —¿Sigues duro? —pregunta Gabby sorprendida. —Te dije que te follaría —digo mientras acelero el paso. Ella gruñe debajo de mí mientras me deslizo fuera de su coño, casi sacando toda mi polla antes de volver a meterla de golpe. —¡Mierda! —grita Gabby, mirándome de nuevo con hambre en sus ojos. —¿Se siente bien? —pregunto mientras lo vuelvo a hacer. Ella gime y asiente. —Dilo, cariño. Quiero que la putita de papá le diga lo bien que se siente que me la folle. Me estrello dentro y fuera de ella mientras ella lucha por encontrar las palabras. —¡Es tan... bueno, papá! —grita. Sus tetas rebotan mientras la penetro con fuerza y no tarda mucho en apretarme con más fuerza. Esta vez no me contengo. Hundo mi polla entera en su coño y me froto contra ella, dejando que mi polla palpitante la llene con chorros de mi semen. —¡Ahhhhh! ¡Sí! —grita Gabby mientras me penetra hasta el fondo de su coño—. ¡Fóllame, papi! Me bombeo dentro y fuera de ella, asegurándome de que hasta la última gota de mi semen sea drenada de mis bolas mientras la lleno con todo. Cuando termino, saco mi polla agotada de su coño y miro con una sonrisa de satisfacción como su coño empuja mi semen fuera de él. —Ahora eres mía —susurro al verla. La he conquistado como ningún otro hombre. No voy a renunciar a esto fácilmente. Será difícil encontrar formas de seguir follándola cuando su madre regrese mañana...
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