Si antes dudaba de Gabby, ahora ya no. Ha tenido mi polla en su boca, he probado su dulce coño; no hay forma de que no me la folle ahora. Solo tengo que asegurarme de que todo esté bien.
Es su primera vez, después de todo. Seguro que ya tiene ideas sobre cómo sería todo y quiero asegurarme de que sea perfecto. Quizás sea sentimental, pero no todos los días se puede quitar la virginidad a la guapísima hijastra.
—¿Qué quieres comer, papi? —pregunta Gabby con voz dulce mientras revisa el armario.
Solo lleva unas braguitas atrevidas que realzan sus curvas de trasero a la perfección y un suéter corto que deja ver su firme busto al levantar los brazos.
—¿Aparte de ti? —pregunto mientras me acerco a ella por detrás y la abrazo por la cintura.
Se apoya en mí con un suave gemido que me pone la polla en tensión. Hace apenas unas horas que me vació los huevos en la oficina y ahora podría tener una segunda ronda con ella.
—Alguien está excitada —bromea Gabby, apretando su trasero contra mí para provocarme aún más.
La agarro por las caderas para apartarla, sabiendo que tengo que luchar contra esto si no quiero acabar follándola ahora mismo.
—No empieces algo que no puedas terminar —le susurro al oído antes de alejarme.
—¿Quién dice que no quiero terminarlo? —Gabby se da la vuelta y me mira con una ceja enarcada antes de subirse a la encimera y abrirse de piernas—. Sabes que me muero de ganas de que me llenes, ¿verdad?
Se lleva la mano al coño y acaricia suavemente sus bragas con el dedo. Trago saliva mirándola, sabiendo que me derrumbaré y me lanzaré a matarte en un instante.
Esta vez, no se trata de resistirme. Ya me he rendido y no hay vuelta atrás. Gabby no será feliz hasta que la haya follado a fondo, y nunca me perdonaré por no haberla follado. Ahora mismo, se trata de resistirme hasta que llegue el momento.
—Lo tendrás pronto, cariño. Solo tienes que tenerme un poco de paciencia —le digo encogiéndome de hombros con indiferencia.
Gabby pone los ojos en blanco y salta del mostrador para cruzar la habitación y pararse frente a mí. —¿Y si no quiero eso? —ronronea mientras me rodea el cuello con los brazos y aprieta su cuerpo firme contra el mío.
Presiona su muslo contra mi polla y la excita. —¿No quieres meterme tu polla, papi? —Su voz es un susurro tan bajo que podría confundirlo con un pensamiento. Pero sabe que estoy pendiente de cada palabra—. Yo también tomo la píldora. Puedes correrte dentro de mi coñito todo lo que quieras. Es todo tuyo para jugar con él.
Me besa y casi me desmorono. Su lengua roza mis labios antes de enroscarse en los míos. Gime cuando la levanto en brazos y la llevo a la mesa de la cocina. Sus piernas se abren más por instinto, esperando que me enfunde por completo en ella.
En cambio, mi mano encuentra el calor entre sus piernas y la masajeo lentamente mientras ella gime en mi boca.
—No te preocupes, niñita, papi te va a follar —susurro mientras la miro en la camilla, mordiéndole el labio mientras la masajeo—. Pero tienes que esperar a que sea el momento adecuado.
Le levanto la camisa por la cabeza para exponer sus pechos perfectos mientras el pecho de Gabby sube y baja rápidamente con mi mano masajeándola. Con la mano libre, aprieto sus suaves y esponjosos pechos y juego con sus pezones, acercando lentamente mi dedo a su entrada empapada.
—Te necesito, papi —grita Gabby, agarrando mi mano y presionándola más firme entre sus piernas.
—Joder... —susurro, sintiendo mi polla tirando de la cremallera.
Cómo me encantaría metérsela dentro y sentir su coño apretándose a mi alrededor...
Aunque habrá tiempo de sobra para eso después. Por ahora, me conformo con llenar su estrecho agujero con mi dedo, empapando mi mano con sus fluidos. Gabby se estremece cuando la lleno solo con mi dedo. ¿Cómo va a reaccionar con mi polla dentro?
La empujo hacia adentro y hacia afuera mientras ella se recuesta sobre la superficie de madera y se estremece al sentir el placer que la invade. Desesperadamente quiero sacar mi dedo y reemplazarlo con mi polla. Casi me duele de lo duro que estoy ahora mismo...
Resisto el impulso y la observo mientras el orgasmo le recorre el cuerpo. —¡Papá, sí! —grita mientras mi dedo entra y sale de ella.
Cuando finalmente se calma, se apoya sobre sus codos y me mira con una sonrisa.
—Espero que eso te mantenga tranquila hasta esta noche —digo, lamiendo los deliciosos jugos en mi dedo.
—Sí, papi —dice Gabby, asintiendo.
Unas suaves ondas rubias le enmarcan el rostro y las aparta.
***
El resto de la noche transcurrimos como siempre. Bueno, como siempre, considerando todo lo que ha cambiado entre nosotros. Gabby prepara la cena y la observo con una mirada hambrienta mientras masajeo el bulto que crece frente a mí.
Tengo que alejarme de vez en cuando para dejarlo pasar. Estar duro todo el día sin alivio es una tortura. Pero cada vez que me alejo, Gabby me encuentra y hace algo para provocarme. Se estira y me enseña las tetas desnudas, se lame los labios al apoyar una mano en mi muslo o incluso empieza a masajearse el coño delante de mí.
Es pura tortura. Quiere saber que estoy completamente excitado por ella todo el día, y eso le excita.
Mientras nos sentamos a cenar, Gabby se sienta frente a mí y empuja las verduras por el plato mientras desliza el pie por mi pierna. Sus dedos se curvan alrededor de mi pene y mueve el pie lentamente para excitarme aún más.
Dejé que pasara mientras la observaba, sabiendo que en una hora estaría tendida en la cama para mí. Continuó, sin parar, al sentir que me ponía aún más rígido. Al final, tuve que apartar su pie.
—Si sigues así, no podré follarte —le digo antes de volver a concentrarme en mi comida.
Puede que no sea del todo cierto, pero quiero guardar hasta la última gota de mi semen para su coño.
—Algo me dice que aún puedes —dice Gabby con una risita.
Se levanta, agarra nuestros platos y los lleva al fregadero antes de que yo esté lista.
Estuve a punto de decirle algo, pero entonces ella se acercó a mí y se sentó a horcajadas sobre mí, envolviéndome con fuerza con sus piernas.
—No tenemos mucho tiempo —dice Gabby en un susurro.
Me agarra la mano y la pone contra sus bragas. —Ya estoy mojada por ti, papi. Mamá llegará mañana. Puede que no volvamos a tener esta oportunidad.
—Quería asegurarme de que fuera perfecto para ti esta noche, cariño —le digo mientras me levanto con ella todavía aferrada a mí.
—Lo será —dice Gabby antes de darme un beso apasionado, su lengua invadiendo mi boca con cada movimiento.
No tiene que decir nada más. Estoy convencido. La llevo por las escaleras hacia las habitaciones y dudo al llevarla a la mía.
—Deberíamos usar tu habitación —le digo.
Gabby mira hacia mi puerta un momento, mordiéndose el labio. Puedo ver que quiere ir allí; es la forma traviesa de hacer esto. Niego con la cabeza. —Tu mamá se dará cuenta si follamos ahí.
—Pero quiero tenerte en tu cama... —argumenta Gabby.
Niego con la cabeza y la llevo a su habitación.
—No. No cuando Marie volverá tan pronto. Se dará cuenta de que algo pasó y será el fin de esto. —Gabby finalmente cede y me permite llevarla a su habitación sin discutir.
Estar aquí con ella se siente extraño. Nunca antes había tenido un motivo para estar en su habitación. Se siente prohibido. Claro, lo hace aún más excitante.
—¿Me dolerá, papi? —pregunta Gabby mientras la recuesto en su colchón.
Tiene sábanas y mantas de flores rosa brillante por todas partes, con almohadas de terciopelo verde lima. Me recuerda lo joven que es. Solo pensarlo me hace pensar en su estrecho coño de adolescente y sé que esta será la mejor noche de mi vida.
—Al principio, pero seré cuidadoso —le digo mientras me quito la camisa y la tiro a un lado—. ¿Confías en mí?
Gabby asiente inmediatamente y sonríe. —Por supuesto.
—Nunca te haría daño —le digo.