bc

MI MALDITO ESPOSO

book_age18+
5.6K
SEGUIR
76.3K
LEER
venganza
matrimonio bajo contrato
familia
HE
forzado
playboy
chico malo
heroína genial
ciudad
Oficina/lugar de trabajo
de enemigos a amantes
friends with benefits
like
intro-logo
Descripción

Kimberly está atrapada en un matrimonio lleno de odio y venganza. Massimo es un CEO de la compañía más importante de medios de comunicación de todo el país, odia a Kim por ser una "zorra."

Sin embargo conforme el tiempo pasa entre los dos, la atracción es inevitable, el fuego se enciende a su paso y los secretos salen a la luz.

¿Sobrevivirán a la tormenta? ¿O se quemarán en la pasión?

"Un tórrido romance sin precedentes, en una historia donde los enemigos se vuelven amantes."

chap-preview
Vista previa gratis
1.1 El compromiso de los malditos
(Punto de vista de Kim) Si me hubieran dicho que me iba a casar con mi peor enemigo, hace cinco años, me habría reído a carcajadas. Pero ahora era una realidad, y no quería hacer otra cosa más que molerle las pelotas. El sonido de las copas chocando llenó la enorme mesa de la mansión Von Adler, un brindis por la tregua entre dos familias que se habían odiado por generaciones. Mi padre sonreía con orgullo, satisfecho de haberme vendido como un trofeo en un acuerdo que no me consultaron. — Brindemos por esta unión que estoy seguro que a todos nos va a beneficiar —. Alzaron las copas y brindaron, cuando Gregory Von Adler, el papá del "novio", brindó. Yo tenía que casarme con Massimo Von Adler, uno de los seis hijos de Gregory. Un imbécil arrogante que se había acostado la mitad de la población femenina del país. Levanté la mirada con cautela y lo vi: sentado al otro extremo de la mesa, con los puños apretados sobre sus rodillas, la mandíbula tensa y los ojos tan oscuros como su jodida alma. No me miraba. No me había dirigido la palabra en toda la noche. Porque me odiaba. Le abría escupido mi bilis si tuviera la oportunidad. Y entonces, lo hizo. Se levantó de golpe, arrastrando la silla con un golpe seco, sin brindar, sin decir una sola palabra. Y sin mirar a nadie, se largó de la cena. Un murmullo incómodo recorrió la mesa, y a mí un escalofrío que me hizo enfurecer. Mi padre carraspeó, su incomodidad era evidente, pero al final, fingió que nada pasaba y continuó su conversación con el patriarca Von Adler. Yo también fingí. Esperé unos minutos antes de levantarme con una excusa tonta y huir hacia el jardín trasero. No quería escuchar más sobre lo que se esperaba de mí, sobre mi "deber" como hija, sobre la "bendición" que era casarme con el hijo del hombre que había querido destruir a mi familia durante años. De los seis hijos Von Adler, Massimo era el peor. Saqué un cigarro y lo encendí con una mano temblorosa. No fumaba, pero esta noche bien lo merecía. El aire frío de la noche se coló por mi vestido de seda, pero no me moví. Me había vestido de n3gr0 a propósito, porque era digno de un funeral. Mi cabeza daba vueltas por la mierda que estaba siendo mi vida. ¿Cómo había llegado a esto? A la edad en la que otras mujeres decidían sobre su vida, su carrera, sus relaciones, yo estaba siendo entregada como una maldita pieza de ajedrez en un tablero lleno de odio y venganza. Me sentía como un peón yendo al matadero. El sonido de pasos pesados me sacó de mi miseria. —No sabía que fumabas. Mi columna se tensó como un gato preparándose para pelear. Esa voz. Era áspera, grave y jodidamente furiosa. Giré lentamente y ahí estaba: Massimo Von Adler, apoyado contra una columna de una estructura de su jardín, con la corbata deshecha y las mangas de su camisa arremangadas, con esa energía de peligro que rodeaba cada uno de sus movimientos. Sus ojos me recorrieron, pero no con deseo, sino con algo peor. Con un desprecio frío y calculador. — Apenas lo descubrí —. Dije, exhalando el humo con calma. No se movió, pero la forma en la que me miró hizo que algo dentro de mí se encogiera. No era rabia. Era desprecio puro. Y dolía porque era la persona que tenía que soportar por mucho tiempo. Esperaba que no durante toda la vida. — Voy a dejar algo claro, Esposito —. Escupió mi apellido como si le quemara la boca—. No me importa lo que digan nuestros padres, ni esta jodida paz entre nuestras familias, ni esta farsa de matrimonio. Tú no significas nada para mí. Nunca lo harás. Mi mandíbula se apretó. Tragué la rabia. — No hace falta que me lo digas —. Respondí, sin apartar la mirada. Él sonrió como si se estuviera regocijando en mi miseria. Una sonrisa cruel, burlona, venenosa, llena de intención de hacerme rabiar. — Qué lindo que lo entiendas, porque no quiero verte lloriqueando cuando descubras que voy a seguir c0g¡énd0me a quien me dé la gana. Cerdo bastardo. — No te preocupes —. Dije con frialdad—. Espero que lo hagas. Me quitarás un peso de encima. No quiero descubrir lo pésimo que c0j3s. Su expresión cambió mínimamente, pero suficiente para que supiera que lo había irritado. Se acercó a mí de una zancada y me retó con la mirada. — Lo digo enserio —. Apretó los dientes—. No quiero que me busques. No quiero que me hables. No quiero que siquiera respires cerca de mí. No quiero tener dentro de mi vista. Supe que su intención era hacerme sentir como basura. Y funcionó, pero me aguanté. Me negué a darle el gusto de verme afectada. Se acercó otro paso. Demasiado cerca, que casi la punta de nuestras narices chocan. El olor de su loción, de su piel, de su j0d¡da arrogancia, me envolvió y me hizo apretar el cigarro con más fuerza. — Eres solo un sacrificio para los Esposito —. Su voz bajó, pero se hizo más letal—. Si crees que voy a tocarte, estás más j0d¡da de lo que pensaba. El cigarro se me resbaló de los dedos. Entonces lo hizo. Sacó el anillo de compromiso de su bolsillo y lo arrojó a mis pies. —Ahí está el estúpido compromiso. Póntelo si quieres, pero no esperes que yo juegue a ser tu esposo. El sonido del anillo golpeando el mármol del suelo retumbó más fuerte que cualquier insulto. Mi garganta ardió con la humillación, con la rabia contenida, con todo lo que me quemaba por dentro. Pero no dije nada. Apagué el cigarro aplastándolo con la punta de mis tacones, me incliné lentamente y recogí el anillo. — Sabía que lo levantarías como el buen perro faldero que eres —. Sonrió despectivo. Y sin mirarlo, me lo guardé en el bolso. No porque lo quisiera. Sino porque algún día se lo devolvería de una forma en la que Massimo Von Adler jamás lo olvidaría.

editor-pick
Dreame - Selecciones del Editor

bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
54.0K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.7K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.9K
bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.7K
bc

Eres mío, idiota.

read
3.6K
bc

Profesor Roberts

read
1.7M

Escanee para descargar la aplicación

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook