Capítulo II

1777 Palabras
Me levanto con un excelente humor, hoy me dispuse a averiguar sobre requisitos menos generales concernientes a mi ingreso en la fuerza armada Nacional, averigüe que tengo que tener al menos 20 años, ya tengo 19 años, al parecer tendré pocos meses libres para hacer cualquier cosa por ahí mientras tanto... También se me exige tener buena contextura física, y la poseo, una vista 20/20 que también tengo, ser soltero y sin hijos, una buena conducta moral... Mi admisión es casi segura, aun cuando le causa disgusto a mi nerviosa madre, fui nominado por uno de los congresistas, soy uno de los 10 de mi estado... Sólo tuve que llenar unos formularios y hacer un par de exámenes para que luego me lleguen un par de cartas de recomendación, falta bastante poco. Me dispongo a salir de casa, hoy no es día de un paseo con mi mejor amiga, hoy planeo hacer ejercicios y en la tarde llevar a Charlotte a su cita con el odontologo. Mi hermana será de esas chicas a la que todos le dirán que tuvo un fuerte golpe de la pubertad, posee unos ojos marrones muy grandes y expresivos, su piel es bastante pálida a diferencia de la mía, heredé el color de mi abuelo materno que es un poco más tostado. Y el mayor atractivo de mi hermanita, además de su personalidad, es su precioso cabello rubio cayendo como cascada en su espalda... Será un chico realmente afortunado el que conquiste su corazón. Me levanto de la cama para ir a hacer mis ejercicios, me baño y me coloco la ropa adecuada. Justo cuando termino, decido que voy a bajar a desayunar con mi ocurrente familia. Me siento en el comedor y aún no hay nadie, decido darle una sorpresa agradable a mi madre y me dispongo a preparar el desayuno... Tengo dudas existenciales sobre qué debería preparar para cada quien... Culmino decidiendo que haré unos waffles para todos, acon bananas y un poco de dulce de leche a mi padre, con huevos para mi hermana que los detesta con cosas dulces encima, y con fresa y nutella para mí. Inicio la ardua tarea de hacer waffles tan perfectos como los de mi madre, no demoro mucho tiempo en realizar la mezcla y en escuchar pasos bajando la escalera. Cuando volteo, veo que es mi hermanita ataviada con su uniforme, le doy los buenos días y ella me da un puñetazo por la espalda. —Charlotte, siéntate en la mesa, hoy yo me ocupo del desayuno—le dije con sorna. —Uh, hasta que por fin dejas de ser vago hermanito. —profiere de forma brusca. Continuo bromeando con mi hermana hasta que se juntan mis padres con nosotros, ya casi termino de realizar todos los waffles y mi madre se incorpora a ayudarme a poner los topings. —Robert, ¿cuando inician tus trámites para que seas reclutado? —dijo mi padre con tranquilidad. —¡Dios mío, Danielle, en esta casa no se puede tener una puta mañana en paz y tranquilidad por que tú lo arruinas!, ¿Acaso te estorba nuestro hijo en casa?, ¿quieres que lo maten en uno de esos enfrentamientos que normalmente ocurren en este país o a los que mandan a esos pobres muchachos solteros?—Dijo mi mamá, sonando más estresada de lo normal. —Eiza, amor mío, tienes que entender que nuestro hijo decidió formar parte de la defensa de nuestro país, en vez de estar haciendo tantos juicios, deberías estar orgullosa. —dice mi padre con ligereza. —¡No Danielle, no estaré orgullosa de tener a mi hijo lejos y en peligro constante! ¡Aún es un niño! —Exclamó mi madre. Necesito interrumpir esta situación, esto no puede volverse el tema de todos los días. Mi mamá deberá aprender a respetar mis decisiones, muy a lo contrario de sus afirmaciones, ya yo no soy un niño, soy un adulto, son muchas las cosas que aun no tengo determinadas, o de las cuales no estoy completamente seguro pero si tengo una meta y pienso alcanzarla, los hijos no son propiedades de las madres como para que ellas sean quien dispongan que haremos o no con nuestras vidas, yo pienso labrar a mi propio ritmo mi camino, y no aceptaré intervenciones en el mismo, así las mismas sean de la mujer que más amo y me trajo al mundo. Ni siquiera termino mi desayuno y me levanto de la mesa dando un manotazo. Charlotte se asusta un poco y me pide que me calme, hago caso a sus palabras y me retiro a mi cuarto a finiquitar los detalles para irme a hacer mis ejercicios, es lo único que podría mantenerme a raya de mis pensamientos... Mañana tengo la necesidad de ver a una chica y divertirme, estoy además de necesitado de ese tipo de sensaciones, excesivamente estresado con toda esta situación. Escucho el golpear de una mano en mi puerta. La abro y veo a mi madre con cara de pena. —Robert, cariño, disculpa mi actitud, pero es que lo considero inconcebible hijo... Tuviste el promedio más alto de tu promoción... Eres un chico muy inteligente... Y lo que menos esperaba era que te quisieras convertir en un objeto más del estado americano... Yo... Pensaba que ibas a querer seguir el camino de una profesión honorable como la medicina o ibas a seguir el ejemplo de tu padre y serias empresario, eres brillante... Solo no quiero que desperdicies tu astucia e intelecto. —Dijo entre sollozos mi madre. La abrace fuerte, y empecé a hablarle: —Mamá, te amo con toda mi alma, eres la mujer más importante de mi vida. Pero ya no soy un niño, ya yo tome una decisión y solo los puse al corriente de la misma. Mi deseo es ese, y lo voy a llevar a cabo. No pienso desperdiciar mi intelecto, al contrario... Pienso escoger una vocación que se acople a mis principales aptitudes... —digo con tranquilidad, intentando apaciguar sus ansias. —¿Y no hay una manera de que tus sueños se cumplan un poco más cerca de tu familia, cariño? —pregunta mi madre con los ojos llorosos. Conozco la ansiedad que representa para mi madre el hecho de tenerme lejos a mi o a mi hermana, se comporta así hasta cuando vamos a un plan vacacional... —No mamá, hasta los momentos voy a reclutarme aquí en Florida dentro de unos pocos meses, y luego empezarán mis entrenamientos... Y si termino deciendome por ser marine y no ir a West Point, mis entrenamientos serán en Carolina del Sur, y no en New York como lo tenía pensado... Es una decisión que aun no tomo, pero encuentro más ventajoso para mi entrenar para ser marine, además de ser menos riesgoso si eso te da un poco de paz. —le explico. —Me parte el alma el hecho de suponer que no te veré más hijo... —dice de forma lastimera. —Mamá no exageres tanto por favor, solo voy a entrenar, además... Luego de terminar el entrenamiento básico, que aquí se conoce como el boot camp, pienso venir a verlos y pasaremos el rato juntos hasta que tenga que volver para mis entrenamientos de vocación... Se que te suena brusco porque hace poco pensaba en ir a New York pero estoy considerando mis aptitudes y bueno... Así son las cosas. —declaro de forma calmada. —Sólo tengo miedo de perderte cariño, tú y Charlotte son el motor de mi vida, no concibo una vida sin ustedes y me estas obligando a adaptarme a esa realidad. —suelta mi madre y puedo sentir que su voz se está quebrando. —Mamá no voy a morir o algo así por haber decidido convertirme en marine, estas tergiversando todo para intentar hacerme sentir mal, no es justo para mí. Es más, no tenía pensado vociferarlo hasta que no forme parte de los entrenamientos pero... El padre de Cami me estuvo explicando sobre las posibilidades de vocaciones que están, hay médicos de combate, pilotos de helicópteros, además de muchas otras, y yo pienso hacerme traductor, es menos peligroso que todo el resto... ¿No te alegra? —digo intentando calmarla, empezando a sentirme conmovido. —Bueno cariño, no te pienso mentir diciéndote que me alegra, nada que tenga que ver con esos terribles lugares va a ser causante de mi alegría... Pero si me genera un poco de tranquilidad el hecho de que explotes tus principales habilidades, hablas con fluidez el español, el armenio, el árabe y por supuesto el inglés, creo que eso va a abrirte muchas puertas en ese mundillo. —dice mi madre un poco menos alterada. —Exactamente madre, eso me lo aseguró el padre de Cami, por el hecho de ser políglota podrían ascenderme a sargento o cabo justo cuando termine el entrenamiento. No te voy a decepcionar, ¿vas a estar más tranquila, vale? —le pido de forma conciliadora. —Esta bien cariño, intentaré tomar todo esto con más calma. —responde mi mamá. —Te amo, mamita. —Le dije y la volví a abrazar con todas mis fuerzas. Mi madre se fue de mi habitación y yo salí a hacer mis ejercicios. Realicé mis estiramientos no sin poder dejar de mirar a mi vecina que estaba iniciando en las mismas que yo... Ella es regordeta, pero esa de las que te deja sin aliento cuando le ves pasar, con todo bien proporcional... Pero aparentemente bastante acomplejada, o ese es el juicio que puedo hacer desde lejos, ya que no he logrado conseguir más que un 'Buenos dias' de su boca, y eso que son innumerables las cosas que me gustaría que ella me hiciera con esos labios tan gruesos que emanan frescura y sensualidad... Intento dejar de mirarla, odiaría con toda mi alma ser el objeto de la incomodidad de una mujer, soy un mujeriego empedernido, y eso no podría negarlo... Pero siempre y cuando la mujer consienta que estemos juntos, y entienda en qué se basa nuestra relación, jamás engañaria a una chica... Tengo una pequeña vulnerable en casa y odiaría que le hicieran algo de ese estilo, por ende solo evito lastimar a alguien como me gustaría que evitarán lastimar a mi hermanita. Pierdo alrededor de 5 minutos considerando si a mi vecina le molestaría el hecho de pasar el rato conmigo... Yo podría desaparecer cada uno de los complejos que ella pueda tener... Es realmente excitante solo contemplarla... ¿Estará mal acercarme un poco e invitarla a divertirse?, está rara situación se me ha convertido en un dilema.
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