**ADRIANA** Yo apenas podía procesarlo. Aún me sentía flotando, como si todo hubiese sido un sueño del que no quería despertar. —¿Y por qué a mí? —murmuré, todavía incrédula. Gabriel me miró de reojo y sonrió con orgullo. —Porque lo vales. Pero tu talento no es común, Adriana. Esa mujer no anda regalando becas, ¿sabes? Si se acercó a ti, es porque vio algo que los demás no vieron. Y tú tienes que creerlo también. Me quedé en silencio un momento, sintiendo esa mezcla de vértigo y gratitud que me recorría por dentro. Quería gritar, quería reír, quería llorar todo al mismo tiempo. ¿Cómo algo tan grande podía estar pasándome a mí? —Ahora tienes que poner todo tu interés —añadió él con firmeza—. Esta es una oportunidad que no se repite. Vas a estudiar con los mejores, vas a tener acceso a

