Entonces, ella de manera juguetona respondió:
―Bueno, está bien, te llamaré Stavros. Pero de vez en cuando, es posible que se me escape llamarte Stav. No te sorprendas si eso sucede.
Hermes, convencido de que Stavros estaba a punto de estallar contra Jennifer.
«¡Mejor le doy las galletas antes de que el jefe no le diga nada indebido a la loca esta!»
Entonces intervino rápidamente, acercándose con una bolsa en la mano.
―Eh… ¡Jenny, aquí... hemos traído un humilde regalo para que te sientas mejor!
Jennifer, con una sonrisa radiante en sus labios y los ojos brillando de emoción, preguntó entusiasmada:
―¡Oh, ¿qué será?!
―¡Son unas deliciosas galletas bañadas en chocolate, señora Jennifer, para que encuentre consuelo en ellas! ―respondió Hermes con amabilidad y respeto.
Jennifer, siemp
