Capítulo 6.

1400 Palabras
 Lo espere. Una, dos, tres, cuatro horas. La ultima vez que mire el reloj marcaban las dos a.m. Pero a pesar de que había descansado, no podía esperar mucho tiempo más, y me terminé durmiendo.  No se en que momento de la madrugada llego, pero me desperté cuando sentí el movimiento del colchón a mi lado. -¿Estas dormida?-preguntó, su voz se arrastraba dándome a entender de que había bebido.  No respondí, fingí seguir dormida; le estaba dando la espalda, por lo que él no podía verme, y yo tampoco podía verlo a él. Sentí su mano abrazando mi cintura y su boca se perdió en mi cuello, muy sutilmente, deposito allí un beso y luego respiro. -Lo siento...-escuché que susurraba.  ¿Por qué lo sentía? Eso me alerto completamente; no quería pensar mal, sin embargo mi mente era traicionera y se imagino casi al instante todos los malos escenarios que podía.  Espere unos segundos, expectante a lo siguiente, a que siguiera con las disculpas y dijera el porqué; sin embargo lo único que pude percibir fue el sonido pesado de su respiración. Se había dormido, y yo ahora estaba más que despierta.  La mano de Rubén se afianzó más, y su cuerpo se acomodó más pegado a mi; cosa que agradecí. Necesitaba sentirlo cerca de mi.  Con cuidado, gire sobre mi, quedando frente a frente. Sus ojos estaban cerrados y su boca estaba ligeramente abierta. Se había quitado la remera y el pantalón, quedando solo en boxers, pero no se había metido debajo de la sabana. Con mi mano acaricie su pelo, el cual había crecido un poco en estos días, incluso más de lo usual. Mis dedos comenzaron a jugar con uno de los mechones, y luego bajaron para rozar su rostro; no quería despertarlo, solo quería admirarlo. Quería mirarlo por siempre; realmente era muy feliz con él, y sabía que todavía no nos conocíamos del todo, habíamos comenzado a salir hacía solo unos meses, y podía parecer que íbamos muy rápido, pero realmente era como si lo conociera desde toda la vida. Cada día aprendíamos algo nuevo sobre el otro, sin embargo era como si lo hubiésemos sabido desde siempre. O por lo menos así me sentía yo.  Aleje mi mano de su rostro y hundí el mío en su pecho, conteniendo algunas lagrimas que se habían formado en mis ojos por culpa de todas las emociones que guardaba en mi interior.  Al abrir mis ojos, lo primero que me encontré fue a un Rubén con una pequeña sonrisa, mirándome y acariciando las puntas de mi cabello. -Buen día.-murmuré tratando de estirarme, pero no podía, estaba atrapada. -Buen día, ¿Cómo has dormido?-preguntó trasladando las caricias a mi rostro, tal como yo lo había hecho la noche anterior. -Bien...-susurré, tratando de aclarar mi mente, la cual recién despertaba y estaba dejándose llevar por las suaves caricias.  Uno de sus dedos se deslizó hacia mis labios, y supe que aunque no quisiera, tenía que parar eso. Necesitaba hablar con mi novio. -Tengo que habar contigo.-declaré todavía en voz baja.  Rubius asintió, pero no dejo de hacer lo que estaba haciendo. Ahora sus dedos recorrían mi cuello, haciendo que pequeños escalofríos me recorrieran el cuerpo. Odiaba ser tan sensible a su tacto.  Lo miré, pero sus ojos estaban concentrados en el recorrido que hacían sus dedos sobre mi cuerpo, los cuales ya habían llegado más abajo de mi cuello; ahora jugueteaban con el escote de mi remera pijama. -Rubén...-rezongué.  Sus ojos me miraron, y sonrió inocentemente, como si sus manos no estuvieran a centímetros de acariciar mi pecho. -En serio necesitamos hablar.-volví a decir.  A pesar de que quería lo mismo que él, ya que me había estado provocando, necesitaba aclarar todo lo que tenía en mi cabeza.  Mi novio pareció entender, y alejo sus manos de mi. Con cuidado me levante, él hizo lo mismo.  Mi corazón había comenzado a latir un poco más rápido de lo normal gracias a los nervios o a la adrenalina de poder decirle todo lo que me pasaba.  Caminamos juntos hacia el salón. Rubius ya se había puesto un pantalón, sin embargo había decidido no usar remera, y luego de su sesión de caricias... realmente me estaba distrayendo. -¿Quieres desayunar primero?-preguntó frenando en frente de la puerta de la cocina.  Asentí y entré con él. El ambiente estaba un poco tenso, y sabía que era mi culpa. -Anoche si fui a cenar con Abril.-comenzó a hablar Rubius. -Ah.-fue lo único que pude decir.  No tienes nada de que preocuparte, no tienes nada de que preocuparte...  Mi mente se repetía eso; confiaba en Rubén un montón, pero esa chica realmente me ponía nerviosa.  Las palabras de Vicky hicieron su aparición y respire.  Hablar con Rubius sobre todas mis preocupaciones e inseguridades era lo que debía hacer, no pensar en caliente y mandar todo a la mierda como estaba a punto de hacer. Me obligué a mantenerme impasible. -¿Como la pasaste?-pregunté sin mirarlo, tratando de buscar algo que hacer.  Mis ojos captaron un frasco destapado en el costado de la mesada, por lo que me dirigí inmediatamente allí. Sabía que si Rubius veía mi cara podría leer los celos que estaba sintiendo. -Fenomenal.-respondió.  Asentí todavía sin mirarlo, como si cerrar la tapa del frasco fuera lo más difícil del mundo. Cuando terminé mi tarea, me quede unos segundos allí, con las manos sobre el objeto. Cerré mis ojos con fuerza y negué levemente con mi cabeza, tratando de evitar pensar de más. Cuando me gire, Rubén no me miraba, estaba concentrado en el huevo que se estaba haciendo; agradecí eso por completo, ya que mis manos temblaban un poco. -¿Y a ti como te fue con Vicky?-preguntó, cambiando de tema.  Volví a respirar y me senté sobre la mesada detrás de él. -Bastante bien, estaba nerviosa porque no sabía que de que quería hablar Aaron.-comenté, mirando su espalda desnuda. -¿Y sabes de qué quería hablar Aaron?  Asentí cuando él se dio vuelta a mirarme. -Quería pedirle que se casara con él y que se mudaran juntos.-declaré y Rubén levanto sus cejas, claramente sorprendido. -Wow, que gran paso.-admitió y volvió a su comida, la cual ya estaba lista. -Están por tener un bebé, me parece un buen paso.-respondí rondando los ojos.  Él soltó una risa, pero no parecía divertido. -Tienes razón.-murmuró, concentrado en la tarea de pasar lo que estaba en la sartén al plato.  Luego que realizó la tarea, continuó con nuestros cafés. -Bien, todo listo para que podamos conversar con tranquilidad.-manifestó chocando sus manos.  Mi teléfono sonó un par de veces, sin embargo sabía que era el grupo de mis amigas, ya que tenía un tono especifico para ellas; por lo que no lo leí, luego lo haría.  Sin embargo, antes de que me pudiera sentar, mi celular volvió a sonar, pero esta vez con una llamada. En la pantalla se leía «Sam». Fruncí el ceño extrañada; por lo general mi amiga a esta hora trabajaba. -Necesito atender.-dije mirando a mi novio, el cual ya había comenzado a comer.  Me hecho una mirada y asintió llevándose el tenedor a la boca; no parecía entusiasmado con nada de lo que estaba pasando, parecía más como si le pesara tener que hablar conmigo.  Camine hacia la habitación tratando de dispersar la mente. Atendí. -¿Estas bien?-fue lo primero que pude preguntar. -¿Leíste los mensajes del grupo?-preguntó mi amiga en respuesta. -Em... no, pero supongo que ya se enteraron lo de Vicky, la verdad es que me alegro un... -¿Lo de Vicky? No, es algo de Rubén.-exclamó del otro lado de la pantalla, sobresaltándome. -¿De Rubén?-estaba completamente extrañada.   A lo mejor habían encontrado algún video o algo así, donde hablaba sobre mi, tal como el que había encontrado el día anterior. -Cuando lo veas llámame.-dijo y finalizó la llamada.  Confundida abrí el grupo, y lo que me encontré allí no fue ningún video. Era una foto de no tan buena calidad, pero se podía ver claramente a Rubén con una chica besándose; o desde el ángulo en el que se había tomado la foto parecía eso.  Se me heló la sangre, ya que esa chica era claramente Abril, y eso había sido la noche anterior, ya que Rubius estaba con la misma ropa con la que lo había visto salir.
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