KITTY RUN

2324 Palabras
Habría una fiesta privada en su honor en un salón de uno de los directivos de la empresa, todos estarían allí, hasta aquellos que habían votado en su contra, porque la verdad era que no les convenía tenerlo de enemigo ya que iba a ser uno de los CEOS más importantes del lugar de trabajo. Los días de la semana estuvieron ocupados para él, pocas fueron las horas que pudo sentarse a disfrutar una copa de champagne para sí mismo o conversar junto a Dánae y a su padre. Los demás aún seguían esquivos.  — ¿Cómo hiciste para ganar? —le preguntó desde la otra punta de la mesa con una taza de café entre sus manos.  — Simplemente lo hice. —le respondió él mirándola de reojo. Era insoportable. Por qué le hablaba tanto los últimos días, y qué quería exactamente con él. Odiaba esa pasividad-agresiva que solía tener, esa personalidad falsa y carente de escrúpulos.  — ¿A quién más manipulaste? —insistió la mujer en voz baja. — No sé, preguntale a tu amante. —contestaba desganado, no tenía ánimos de pelear.  — Maxime se lo merecía más que vos.  — Sí, pero no ganó, qué lástima, ¿no? —la observó sólo para hacer una especie de gesto “triste” y se levantó del sillón, caminando hasta donde se encontraba ella, para dejarle algo en la mesa. Apenas Malika lo tomó, lo guardó de inmediato e hirvió de furia.  — ¿Por qué tenés estas fotos? —miró la fotografía, y era sobre aquel encuentro comprometedor que había tenido con su amante días atrás. La rompió en pedacitos.  — Tengo muchas más. ¿Querés que empapele la empresa con esas fotos?  No esperó la contestación de la mujer, así que directamente se retiró de la escena subiendo a su habitación. Siempre lo trataban como un extranjero, como si no perteneciera a ese lugar, y es que en realidad, sabía que no se sentía bien estando con ellos, no encajaba en esa burbujita de niño rico y malcriado, pero aún así lo disfrutaría o sacaría el máximo provecho de ello. Estuvo acomodando algunos documentos cuando recibió una llamada de improvisto. Pero abrió sus ojos grandes al descubrir que se trataba de su madre, de inmediato la atendió.  — Hola, mujer, ¿qué te pasa? — ¿Cómo estás Lukács? Me enteré que sos el nuevo jefe de uno de los departamentos de la empresa de tu padre.  — Estoy como siempre, vos sabés. Y sí, lo soy.  — ¿No pensabas avisarme Lukács Miranda? ¿Acaso ahora te olvidaste de tus raíces?  — Mujer, estás nuevamente borracha, ¿verdad?  — … No te interesa, no estás acá. Decidiste abandonarme por el estúpido de tu padre que me dejó para irse con esa mujer víbora, decidiste adoptar un apellido que no es tuyo. No te olvides que seguís siendo un gitano, no te olvides que seguís siendo de acá, de clase baja. Ellos nunca te van a querer como yo lo hago. —su madre comenzó a llorar, y Lukács rodó los ojos. Detrás se oían ruidos y muchas personas conversando.  — Madre, ¿qué querés que haga? ¡Cuidate, por favor! Ninguno de los dos me sirve, cuando yo estoy mal ninguno de los dos me escucha, ¿en qué te diferencia eso de papá, eh? Otra vez estás en una fiesta, borracha, no sabés ni dónde vas a parar o en qué cama vas a dormir.  — Miranda, otra vez con lo mismo. Siempre me juzgas. ¡Hice todo lo posible para mantenerte a salvo! ¡Y siempre me acusás de lo mismo! Deberías estar agradecido, niño ricachón.  — Ay, mujer, ¿cuándo te vas a dar cuenta que te están usando nada más? Fijate de las personas con las que te rodeas, ya sabés cómo terminas. Empastillada y en algún lugar de una persona desconocida.  — ¿Si? ¡Mirá quién habla! Me enteré por algunas noticias que básicamente te ascendieron a jefe porque te acostaste con el director ejecutivo de la empresa y él decidió ascenderte.  — ¿Quién te dijo eso? ¿De dónde sacaste la información? Al final, ¿no era que vos me querías y me apoyabas y acá no me iban a querer igual?  — No sé… Ha sido uno de los estúpidos hijos de tu padre el que ha dicho eso en una de las entrevistas que le hicieron y estuvo en internet circulando. Pero, Lukács, ¿cuándo me vas a venir a ver? Me estoy quedando sin dinero. No me querés. Es obvio que no me querés.  — Hasta luego, madre. Mandale un saludo al novio de turno.  Terminó por cortar la llamada. Era obvio que únicamente la llamó porque se le estaba acabando el dinero, y ya no tenía más cómo comprar los cigarrillos o el alcohol, sin embargo, siempre le terminaba dando lástima porque aunque le había dado una vida miserable, no quería que se muera de hambre tampoco. Debería organizar una visita. Terminó por ir hasta la habitación de su padre, tocó dos veces, y el hombre le respondió que pasara; dentro los halló a él y a Malika acostados en la cama, vestidos, pero parecía que había una intención de algo más íntimo, al menos eso notaba en el rostro de ella.  — No puede ser, Lukács. ¿No podés dejarnos un minuto tranquilos? A cualquier hora te apareces. —contestó ella y se levantó de la cama, visiblemente enojada, arreglándose la bata que tenía puesta.  — Vete a la mierda, Malika. —le contestó en voz baja y su padre negó con la cabeza.  — ¿Qué querés, Lukács? ¿Sucede algo?  — Si, me llamó mi madre. ¿Le podés enviar dinero hoy a su cuenta bancaria? Me dijo que no tiene más, y estoy preocupado de que no pueda comprar la comida.  — Sí, hijo. ¿Cuánto?  — Lo suficiente para que le alcance este mes.  Al oír aquello, los pelos de la mujer se crisparon y chasqueó la lengua.  —  ¡Date cuenta, Novak! ¡Esa mujer simplemente es una descarada! Esa maldita gitana está usándote nada más. Sólo porque necesita dinero. Es lo único que le importa, si ni siquiera se hizo cargo de su hijo… Lukács la observó durante unos segundos, y aunque tuvo el impulso de decirle toda la verdad a su padre sobre su “aventura” con un cliente, decidió callar, porque la venganza sería terrible y monumental. No le perdonaría nada a Malika. Aún teniendo todo en su contra, continuaba siendo una persona de mierda, una persona que carece de sentido común y que sólo la guía el odioesentimiento. — Malika, por favor, vete un rato, quiero hablar a solas con él.  Ella cerró de un portazo, y Lukács se acercó a su padre.  — ¿Qué sucede?  — Me enteré que estabas saliendo con una de las secretarias.  — ¿Quién te lo contó?  — No importa, hijo.  — Sí importa, Novak. ¿Fue Maxime, verdad? — Fue él. Pero no importa Lukács. Sabés que te prohíbo salir con la secretaria, no quiero que dejes una mala reputación a la empresa haciendo eso. No quiero que te involucres con ellas, ni con ellos... — ¿Con ellos?  — Lukács, no tenés que hacerte el tonto. Te dejé estar en la empresa porque confío en vos. Pero ya sé lo que hiciste… Y no te juzgo.  — No entiendo qué hice. —presentía algo malo, su corazón latía y realmente estaba confundido, hasta que su padre tomó el celular y le mostró un vídeo de muy mala calidad, pero que se veía considerablemente bien a dos personas. Una de esas era él, y la otra el director ejecutivo de la empresa, es decir, uno de los socios más importantes para los Kazino, hasta que llegó ese momento, ese mágico momento y Lukács se alejó de su padre, quedándose cerca de la puerta.  — ¿Por qué me lo escondiste durante tanto tiempo?  — Fue reciente. No lo escondí hace tiempo, en realidad, sólo me enteré hace algunos meses atrás y no sabía cómo afrontarlo.  — ¿Cómo puedo trabajar con vos Lukács si hacés esto? ¡Es uno de los socios más importantes!  — Nadie tendría que filmar tampoco.  — Pero no pensabas contármelo, ¿o no? — Lo iba a hacer en algún momento… Cercano.  — Así que definitivamente no perteneces a nuestra especie. No sos un lobo como todos los demás, sos mixto. —agregó el hombre, quedándose estático en la cama, y fijó su mirada en un punto inexistente. — ¿Qué voy a hacer con vos, Lukács?  — ¿Es un maldito pecado ser mixto?  — No. Es un maldito pecado que me lo hayas escondido durante tanto tiempo. Sos… un vampiro… No puedo creerlo. ¿Tu madre lo es? — No tengo idea, vos estuviste con ella, no yo. ¿Acaso tu olfato no te sirve más? — No lo sabía, pensé que era humana y nada más, pero al parecer no, ella me lo ocultó o tal vez nunca lo supo… De todas maneras, esto queda entre nosotros dos, no quiero que lo sepa nadie y tampoco que le digas a nadie, ¿está bien?  — Está bien. Otro puto secreto que tengo que esconder sobre mi identidad. ¿Ya le depositaste el dinero?  — Ahora lo haré. Dormiré un poco, Lukács, hasta luego.  — Como quieras.  Se despidió de la habitación y dejó que Malika ingresara nuevamente. Ay, esa mujer, esa maldita mujer, oyó cómo discutían, de si debía pagarle dinero a su madre o no. De todas maneras, ¿cuál era la diferencia, no? Todos ellos, todos sus hijos, su mujer, vivían de él, todos eran unos sinvergüenzas y descarados si iba al caso, ¿qué los diferenciaba de su madre que era drogadicta y prostituta? En realidad nada, ¿qué tenían ellos de diferente? ¿Acaso sus vicios tenían más clase? ¿Acaso la droga que compraban era mejor, te hacía bien? ¿Acaso el alcohol que bebían tenía otros efectos? No lo entendía, y por eso quizás se diferencia de la manga de estúpidos que eran los Kazino. Gente rica viviendo en una burbuja de oro, únicamente se pelean entre familiares porque no tienen otras cosas para hacer, y encima de ello, lobos, lobos hambrientos y competitivos.  Recibió un mensaje desconocido, aunque no lo fue tanto al leer el nombre.  “Iris acá. ¿Te acordás de mí, no?” “Hola Iris, sí, me acuerdo de vos. ¿Qué pasó?” “No pasó nada. Nada más pensé en mandarte un mensaje. Me llamaste la atención, y quería hablarte, espero no molestar” Además de eso, le adjuntó una foto de ella, recostada sobre la cama, y su cabello despeinado sonriendo a la cámara. “¿Ves? Estoy acá, aburrida, después que mi madre se enterara que mi padre la está engañando hace un tiempo atrás”.  “Wow, estamos en la misma situación. Mi madrastra también engaña a mi padre, pero bueno, quizás vos lo sentís peor porque ellos son tus padres adoptivos y te quieren como nunca, pero yo no siento nada al respecto ya que no me llevo bien con ella, y ella tampoco conmigo. Mi padre, en particular, me da bastante igual”.  Sonrió ante la foto y se la guardó con cierto afecto. Era una sensación extraña porque apenas la conocía, pero le había llamado la atención desde que ingresó a la reunión con el cabello revuelto, su piel morena, sus ojos grandes y verdes, sus labios gruesos y violetas, el vestido amarillo que contrastaba muchísimo con el tono formal de la ocasión, y el hecho de que haya votado por él recién conociéndolo y que se haya defendido frente a los viejos pederastas que lo querían fuera.  “¿Viste, Lukács? Los padres casi siempre arruinan la vida de sus hijos” No podía estar más de acuerdo con eso, asintió varias veces solo en su habitación, y decidió dormirse. El día había sido pesado, apagó la luz, pero nuevamente recibió una llamada de parte de su madre.  — ¿Qué te pasa Salomé Miranda? — ¡¡¡Tu estúpido padre no me ha depositado nada!!! ¿Por qué? Ya ha pasado un día y no pude comer nada, no tengo dinero, no tengo nada. Vení, Lukács, por favor, vení. Por qué me tenés siempre tan abandonada… — Seguro que te deposita mañana, debe estar durmiendo ahora. Hoy hablé con él, así que no te va a dejar sin dinero, Salomé.  — Dijo que no me iba a dar nada… Eso me dijo… Dijo que no iba a mantener más mis vicios… Lukács ayudame, Lukács, ¿por qué no venís? ¿Por qué no venís a darme plata al menos?  En ese momento, la rabia lo consumió. Si bien su madre ya estaba perdida, ¿por qué el imbécil prometía algo y luego no lo cumplía? Revisó la hora, y ya era pasada la medianoche.   — Mostrame los mensajes que te mandó, Salomé, quiero saber si realmente te dijo eso.  Su madre le envió las imágenes, y sí, definitivamente le cortaría el dinero porque no “podía mantenerla más”, puras excusas ridículas. Ninguno de sus hijos trabajaba en algo y aún así los mantenía.  — Lukács, ¿no tenés algo para traerme? Tengo frío y estoy sola. — No voy a ir, Salomé. Veré que hago, después hablamos.  Revisó su propia cuenta bancaria, y le envió un poco de dinero. Como aún no había asumido el cargo, no tenía de dónde sacar, había guardado el dinero de ese mes por cuestiones personales, pero ya veía que sus cuestiones personales se iban al carajo con unos padres así de inmaduros. Ya arreglaría la situación.
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