DELITO

2187 Palabras
No se había olvidado de lo sucedido la noche anterior, así que bajó las escaleras con un considerable mal humor, pero intentó no alterarse en todo el desayuno porque tenía a Malika y a sus estúpidos hijos allí en la mesa comiendo. Dánae se había ido más temprano porque trabajaba como organizadora de eventos en lugares lujosos, y era una de las muchachas más recomendadas, así que su única salvación no estaba. Él siempre se sentaba en un rincón y veía a la “supuesta familia feliz” como un espectador, como un simple panorama, no podía negar que solía darle asco lo falsos que podían llegar a ser, pero bueno, entre lobos se entendían. Jules se sentó a su lado extrañamente y él lo miró de refilón.  — ¿Qué mierda querés, Jules? — Lukács, sólo vengo a sentarme a tu lado, ¿por qué siempre me tratas mal? Yo nunca lo hago con vos.  — Seguís siendo un perro doméstico para mí y además sé que nunca vas a ser capaz de llevarle la contraria a tus hermanos o a tu familia. Supongo que entre perros se entienden.  — No es así. Te conozco desde que sos bebé, y nunca pensé que fueras malo. Nunca pensé que no te merecías lo mismo que nosotros, de verdad.  — Es muy fácil decirlo cuando no lo pasas. Vos sos el típico que supuestamente  “entiende” pero que en realidad te importa una mierda lo que me pase a mí, ¿o no? Sé sincero, Jules. Además solamente te acercas a mí cuando necesitás algo. No tengo nada para darte. Si querés más tarde te compro un hueso y jugamos en el jardín.  Jules no le dio demasiada importancia a sus comentarios, en realidad, lo conocía desde hace tanto y siempre había sido así. Sabía que no era su culpa, ya que nunca se lo trató bien en la casa, entonces buscó una especie de defensa. Por su parte, Lukács se prendió un cigarrillo.  — Estamos comiendo, Lukács. ¿Podés ser más respetuoso y no fumar acá?  — Sí, cierto, esta mesa sólo sirve cuando tenés relaciones sexuales sobre ella. Eso seguro que es una señal de buen comportamiento.  Maxime se acercó a él, y cruzó sus brazos. — Ten más respeto, bastardo. Es mayor que vos, y es mi madre.  Lukás le dirigió una mirada, y le sopló el humo en la cara. — Tus insultos no son nada para mí, Maxime. ¿Qué vas a hacer ahora? ¿Pegarme como la otra vez? Porque seguro que eso no es una falta de respeto en este living tan santo. Su padre decidió terminar la conversación, y la situación quedó tensa, pero Lukács desayunó como si nada hubiera pasado, y esperó a que todos se fueran a sus respectivas habitaciones o salgan a trabajar para quedar a solas con él. El hombre aún estaba en bata, y sentado sobre el flamante sillón con un habano sobre sus labios.  — ¿Por qué no le enviaste dinero a Salomé?  El hombre que parecía distraído, de repente escuchó la pregunta y con un gesto confundido le respondió.  — Lukács… Sí, lo hice.  — Ella me mostró los mensajes donde le decías que no le ibas a mandar más dinero y tengo las capturas así que no podés negarlo.  — Hijo… Yo nunca haría algo así. Por favor, mostrame. Se las envió por mensaje y volcó su torso contra la mesa, apoyándolo, pero sin mirar a su padre aún.  — Yo no escribí esto.  — Yo también pensé que mentía, pero no lo hacía. ¿Y quién mierda lo escribió entonces? — No sé.  — Le tuve que mandar mi dinero que estaba guardando. Yo no tengo por qué hacerme cargo de ella.  — Ay… Lukács, me hubieras dicho.  — Los dos son unos inútiles. Ella será una adicta, pero vos sos una mierda de persona. Tampoco me interesa demasiado su vida, aún así no podía dejarla dos días sin comer.  — No me digas así porque estás enojado, hijo…  — ¿Sabés por qué te digo así? Porque sos un puto mentiroso. Sé que vos no escribiste los mensajes, fue Malika, ella se expresa de esa manera, y probablemente canceló el dinero a su cuenta bancaria cuando te dormiste o algo. —apretó los nudillos contra la mesa, y respiró profundo.  — Te pido perdón, Lukács. Sí, probablemente fue Malika, en un descuido habrá tomado mi celular, pero no dejaría a Salomé sin comida, nunca la dejaré en la calle.  — ¿Y además del perdón qué más? En qué me cambia tu perdón si ya lo hiciste, y ya dejaste a mi madre en la calle.  — Lukács, aún sos muy joven, pero en realidad sólo le doy dinero a Salomé porque vos me lo pedís, yo no tengo por qué hacerme cargo de ella tampoco. Es grande, y podría haber hecho otra vida, sin embargo, nunca quiso cambiar, siempre vivió de vicios, de adicciones.  Ahora sí lo miró y le sonrió, asintiendo con la cabeza.  — Sí, tenés que hacerte cargo de ella porque por tu culpa quedó así. Por tu culpa quedó en la calle, y siguió prostituyéndose. Por tu culpa nunca pudo salir de esa vida de mierda. —relamió sus labios y cerró sus ojos unos segundos. — Además tu criterio es inútil. Todos somos grandes ya y nos seguís manteniendo, también mantenes a Malika. ¿Por qué no hacerlo con una persona que está sufriendo? ¿Por qué no hacerlo con alguien que arruinaste? Ustedes decidieron traerme a la vida, háganse cargo. Ayer me llamó porque tenía frío y estaba sola, y no había comido desde el día anterior, pero a vos no te importa, como en realidad, nunca te importó…  Su padre se acercó hasta él e intentó abrazarlo, pero Lukács se distanció de inmediato y salió de la mansión. Necesitaba aire fresco. Estuvo unos minutos mirando a los empleados que limpiaban el jardín, y ponían flores. Veía sus vidas tan tranquilas que a veces le tenía un poco de envidia, una de las empleadas casi siempre le devolvía sus miradas, y le sonreía cariñosamente, así que él se aproximó hasta donde estaba y la ayudó con las tareas de jardinería, en un breve intercambio de palabras los dos fueron caminando hasta una cabaña deshabitada donde se guardaban diversos víveres, allí Lukács la tomó de la cintura, y ella le sonrió.  — ¿Te gusta mucho mirarme, no? —murmuró la muchacha, y se mordió el labio. Colocó sus brazos alrededor del cuello ajeno.  — No te miraría si no te gustara sonreír todo el tiempo. —le contestó y soltó una risita por lo bajo.  Subió a la muchacha arriba de la mesa que se encontraba en el centro, y comenzaron a besarse, ambos, uniendo sus labios en un acto húmedo y desvergonzado, dejando que sus lenguas se toquen, se rocen.  No había una conexión entre los dos, pero al parecer siempre había existido una especie de química s****l y ahora se mostraba, se fueron desvistiendo lentamente porque no separaban sus labios de los ajenos, y Lukács acariciaba la espalda de ella, de la muchacha la cual no sabía ni siquiera el nombre. Nada más se oía, sólo el ruido de sus bocas, y sus cuerpos que chocaban, los muslos abiertos de la mujer como peces sorprendidos, sus suspiros que llenaban el salón, sus manos que apretaban fuerte la mesa, y según el tipo de movimiento, ésta se movía con ella, sus pechos cálidos que rozaban el torso desnudo de Lukács, su ropa interior dejada a un lado, los pantalones de él también, sentía las uñas que ligeramente recorrían su espalda, y los suspiros femeninos se oían junto a los masculinos, sus piernas que abrazaban la cintura de Lukács y le dejaban leves marcas rojas, la acción era intensa, el movimiento era duro, el vaivén de las caderas de él contrastaba con el sonido casi melodioso de los gemidos de ella, su voz comenzaba suave, pero de repente, con la embestida, ésta se oía en un calibre más alto y así continuó durante un tiempo. No había momento de conversación, todo seguía una misma línea y parecía que la tensión subía cada vez más en la cabaña, se sentía calidez alrededor, aunque a Lukács lo tomó por sorpresa un calor insoportable, y observó que los cuerpos estaban sudorosos, en ese instante, la mujer se separó un poco de él, y besó sus labios nuevamente mirándolo a los ojos. El vaivén fue disminuyendo, hasta que quedaron en silencio, se recostaron sobre la mesa, desnudos y observaron el techo. — Me llamo Yuri. —se puso de costado con vista hacia él y extendió su mano para estrecharla en son de burla, casi riéndose.  Él también hizo lo mismo, y rió, estrechando su mano. — Yo soy Lukács.  — Ya lo sabía. Trabajo para vos, tonto. —le contestó acariciando su torso, dejando que sus manos paseen libremente sobre este, tomó su mandíbula con delicadeza e hizo un recorrido de besos desde el cuello hasta sus labios.  — Cierto, pero nunca pude hablar con vos. —le dijo mirándola fijamente y acomodó un mechón rebelde detrás de su oreja. Sentía sus propios labios hinchados. — S-sí… —ella quiso contestar, pero alguien tocó la puerta de la cabaña, y los dos quedaron en silencio.  — ¿Te sucede algo? Hace más de media-hora viniste para acá, y tus compañeras están preguntando por vos. ¿Necesitas ayuda? —la voz clara y fuerte de Jules se oyó detrás de la puerta, y Lukács se golpeó la frente.  — No, ¡ahí voy! Perdón. —respondió Yuri y le otorgó una miradita cómplice a Lukács. Se levantó de la mesa, y volvió a vestirse. Lukács tomó su cintura entre sus brazos, y continuó besándola en el cuello. Ella se reía, e intentaba alejarlo de manera juguetona, hasta que salió de la cabaña, y saludó de manera formal a Jules, él los observó desde la ventana, así que prosiguió a vestirse porque también tendría que salir, aunque esperaría unos minutos dándole la espalda a la ventana. — Lukács… ¿Qué estás haciendo acá? Maldita sea. Jules ingresó y lo vio. Se terminó de colocar la camiseta, y de esa manera se dio vuelta enfrentándolo, le sonrió apenas. No sabía por qué se ponía nervioso si en realidad no había hecho nada malo, y tampoco era su padre. — Estoy acá, como me estás viendo. — Sí. Pero qué casualidad que de acá salió Yuri. Ahora sé por qué estaba tardando mucho.  — No cometí un pecado, Jules. ¿Por qué siempre me hablás como si fueras mi padre?  — Porque parece que lo necesitas, Lukács. Aunque no te quieras dar cuenta, lamentablemente nunca se hicieron cargo realmente de vos y eso repercute en tu personalidad. No digo que esté mal que te acuestes con ella, pero sí está mal que la hagas salir de su trabajo. ¿Por qué no lo hiciste en otro momento, eh? — Sólo fue una puta media-hora, Jules. No actúes como si te importara tanto. Jules se aproximó hacia él rápidamente y lo arrinconó contra uno de los muebles, algunas cosas cayeron. Levantó una de sus cejas. — Hueles tanto a sexo. —dijo, y Lukács lo miró extrañado. — ¿Qué pasa Jules? ¿Te excito? ¿Querés acostarte conmigo? —terminó por decir. El muchacho contrario se sonrojó debido a eso, y se alejó un poco al oír esas palabras.   — No me malentiendas, Lukács. Además de eso, soy heterosexual. —respondió cubriéndose el rostro, una acción que le pareció muy graciosa a él. Era gracioso tener enfrente suyo a un lobo que era mucho más alto, le llevaba quizás como una cabeza de altura, fornido, y con un aspecto bastante amenazador.  — Es gracioso ver que te sonrojas como un adolescente. Pero, bueno, cuando quieras experimentar, llamame. —le guiñó el ojo y fue caminando hasta la puerta para salir de la cabaña. Necesitaba respirar aire fresco. — Lukács… Espera… Quizás es una pregunta personal, ¿es verdad que te acostaste con el director ejecutivo?  — Uh, Jules. Es una pregunta muy personal. Por eso, te voy a decir algo… ¿Qué mierda te importa? Seguro que hay vídeo y todo, no sé, andá a buscarlo, andá a investigar. No me interesa.  Salió de la cabaña, y respiró hondo. Por qué todos estaban tan interesados en su vida, aún no lo sabía. De repente, le llegó un mensaje de Iris, se había olvidado por un momento de ella, sin embargo, de repente retomó el recuerdo de sus labios, de su cabello, de su piel, esta le había enviado un enlace con una noticia sobre la empresa, apenas la abrió, se hirvió de rabia.  “El nuevo CEO de uno de los departamentos de la empresa KAZINO proviene de clase baja y mantiene a una madre con adicciones. ¿Será Lukács Kazino la opción adecuada para la empresa?” 
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