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La Esposa Engañada del CEO

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el amor después del matrimonio
heroína genial
drama
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brillante
Oficina/lugar de trabajo
addiction
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Descripción

Mellisa Lizardi es una joven diseñadora de sistemas, es la hija mayor del matrimonio Lizardi y heredera principal de la compañía líder en sistemas LIBI&Co. Desde muy pequeña forma un lazo sentimental muy fuerte con Giancarlo Banes, hijo de los mejores amigos de los padres de Melly. Gian también está sumamente enamorado de Melly desde que la vio por primera vez. A sus dos años él se prometió que ella sería su esposa. Tras cumplir Melly su mayoría de edad, Gian le pide ser su novia y espera a que termine su ingeniería para pedirle matrimonio. Tiene una boda de ensueño, donde creen que todo es miel sobre hojuelas; pero la gente es mala y quien creyó era su mejor amiga, la traiciona. Al encontrar en la cama a su esposo y su mejor amiga el día del nombramiento para CEO de Gian, Melly entiende que su vida solo es un sueño. Con el corazón roto se marcha del país dispuesta a dejar todo atrás. Pero la vida le regala un bello obsequio hecho de amor, que le devuelve la vida y la ilusión para seguir adelante. Descubriendo así, que el camino a la felicidad existe, a pesar de ser LA ESPOSA ENGAÑADA DEL CEO.

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1. Caída
Mellisa — ¡MELLY! DATE PRISA LLEGAREMOS TARDE. Escucho a Gian, mi amado esposo, gritarme desde la planta baja. Hoy es la cena de nombramiento como nuevo CEO de la empresa. A pesar de ser yo quien debería de estar al mando, mi padre organizó una especie de sana competencia, desde luego que no había tal cosa. Yo siempre tuve en claro que mi bello esposo fuera quien llevara la presidencia de la empresa. La verdad no me veo encerrada en una oficina, atendiendo clientes y poniendo una sonrisa de oreja a oreja cada vez que se cierra un trato. Durante mi pasantia lo viví con papá, y para nada fue de mi agrado, lo mio es estar en los laboratorios como mamá. Mi mayor sueño es ser como ella, aunque voy bien encaminada, aun tenemos un último proyecto juntas antes de que se retire como papá. En fin, estoy terminando de dar los últimos toques a mi atuendo, llevo un vestido n***o ceñido al cuerpo de tirantes cruzados al frente y con algunas transparencias que forman un trebol igual enfrente. Unos pequeños pendientes y el cabello suelto, un maquillaje ligero, y listo, es todo para una cena donde hay que destacar pero sin ser exagerada. Salgo de la habitación y me dirijo a las escaleras, desde arriba puedo notar como Gian ve cada dos segundos su reloj. Se ve guapísimo con su smoking n***o que hace resaltar su cabello rubio oscuro y sus bellos ojos café. Al llegar al final de la escalera me aclaró la garganta para que note mi presencia, pues el pobre estaba a punto de hacer un zurco de tantas vueltas que dio en la estancia. — ¡Estás bellísima! — Exclama devorandome con la mirada y lanzando un suspiro bastante profundo. — Gracias. — Siento mis mejillas enrojecer. Es algo que no puedo evitar, a pesar de llevar cuatro años de novios, uno de casados y una vida conociéndonos, él despierta todo en mi. — Tú también te ves muy guapo. — Se me queda viendo y me regala una sonrisa coqueta. — No más que tú. ¿Nos vamos? — Claro. Me tiende su brazo como el caballero que es, salimos de nuestro hogar rumbo al hotel donde se llevará acabo el evento. La verdad es que no nos pudimos resistir, y gracias al cielo la limusina tiene barra de aislamiento con la parte trasera. Sus dedos recorren la poca piel desnuda que se alcanza a notar con el vestido y cuela una mano debajo del mismo, entrando en contacto directo con mis senos. Un leve gemido sale de mis labios y mis manos inquietas viajan directo a la bragueta de su pantalón. Saco la longitud de su entrepierna que ya está más que dura, me encargo de masajearla entre mi mano, mientras él continua jugando con sus dedos en mi pezón. Las ganas me nublan la cordura y más al sentir que su mano libre me jala pegándome más a él. Siento sus labios en mi cuello, pues sabe que cuando toca una ocasión especial, el maquillaje y peinado son lo que más cuido. Su mano sale del vestido haciéndolo a un lado para sacar una de mis tetas y pegar sus labios a ella como un bebé hambriento. Con ayuda de ambas manos logra tomarme del trasero para elevarme y montarme encima suyo. No llevo bragas, pues el vestido es demasiado pegado, así que sin más bajo sobre su longitud lanzando mi cabeza hacia atrás, disfrutando de como me llena. Mis caderas se mueven por si solas y él ya ha sacado ambos senos del vestido e intercambia entre sus dedos y boca cada tanto. Lo cabalgo como si de una amazona se tratara, cubro mi boca con mi mano para evitar que mis gemido se escuchen del otro lado del vehículo. Enreda su mano en mi cabello haciendo que arque la espalda y tenga más acceso a mi, aprieto mi centro y lanza un ronco gemido que lo único que hace es ponerme al límite. Coloca sus manos en trasero me levanta un poco y arremete duro, rápido y delicioso. Pongo ambas manos sobre sus hombros y muerdo mis labios, pero me es imposible no jadear de la maravillosa sensación. Me dice una y otra vez cuanto me ama y lo siento tensarse, cosa que agradezco pues estoy a punto de venirme. Sus embestidas son aun más rápidas, lo aprieto cada vez más fuerte entre mis paredes hasta que ambos dejamos salir un grito liberador. Pego mi frente a la suya y nos reímos de la pequeña travesura que acabamos de hacer. Afortunadamente el camino de nuestra casa al hotel es bastante largo, lo que nos da tiempo de sobra para acomodar nuestras ropas y descansar un poco. Media hora más tarde llegamos y vemos que la prensa ya esta a las orillas de la alfombra roja, Gian sale primero y me ayuda enseguida a salir a mi. Los flashes no se hacen esperar, mientras avanzamos vamos saludando y posando para las cámaras. Al entrar a la recepción nos reciben la invitación y nos entregan una copa de champagne. Llegamos a nuestra mesa, que es la principal. Donde ya se encuentran nuestros padres y mi pequeño hermano, los saludamos y tomamos asiento en lo que los demás invitados terminan de llegar. Unos cuarenta minutos después, mi padre se dirije al podio que esta sobre el escenario, hace la última presentación de proyecto. Y ahora sí, el momento más esperado de la noche, todos nos ponemos de pie y tanto Gian, mi madre y yo nos dirigimos al encuentro con el Samuelle Lizardi. — Señoras y señores, amigos y socios, es para mi un gozo increíble, anunciar ante ustedes que el día de hoy, es mi último como CEO de esta grandiosa compañia. A pesar de seguir siendo muy joven. — Hace una pequeña pausa, pues las risas discretas no se hacen esperar. — Lo sé, lo sé, aún no sé me notan los años ja, ja, ja. Pero retomando, es para mi un honor dejar a mi mejor reemplazo. Les pido un fuerte aplauso, para quien siempre ha sido parte de mi familia, para él, que se ha involucrado desde muy joven en el manejo de la empresa, un hijo más para nosotros, mi yerno, Giancarlo Banes Leiva. El lugar se inunda de aplausos, la mayoría ya sabía quien quedaría como nuevo jefe, pero aún así mi padre insistió en una presentación "más formal". Gian me regala un pico en los labios y me dice en voz baja que me ama y me agradece estar a su lado, enseguida se gira y sube a donde mi padre. Ambos se estrechan las manos y se abrazan, mi papá le cede el micrófono para que pueda decir algunas palabras. — Buenas noches a todos y cada uno de nuestros invitados presentes, es para mi un gran honor poder quedar al frente de la compañía que me vio crecer desde muy joven. Aquí no solo aprendí el amor que siento por la empresa, mi mayor desarrollo profesional, fue entre los pasillos, talleres, laboratorios, oficinas, pero sobre todo del personal que labora todos los días en ellos, que me enseñaron a entregar el alma para continuar creciendo. Agradezco principalmente a mi hermosa esposa, Mellisa Lizardi, quien me ha acompañado toda mi vida en este hermoso camino, a mis padres y suegros por su apoyo, y a todos y cada uno de los que a lo largo del tiempo, han aportado un granito de arena en mi conocimiento y desarrollo. Seguiremos creciendo hasta expandir nuestras propias fronteras, sin más que agregar, muchas gracias y sigan disfrutando de la velada. Nuevamente la ola de aplausos no se hace esperar, Gian baja con una hermosa sonrisa de oreja a oreja hasta que llega a mi y me da un beso apasionado. Nuestros padres empiezan con una ronda de sonidos burlones que logran que nos apartemos para unirnos a las risas con ellos. Me disculpo para ir al baño a retocar mi maquillaje, pero antes de eso vemos a Joana, mi mejor amiga desde la universidad. Se acerca a nosotros y viene acompañada de un mesero que trae copas para todos. — Buenas noches a todos. ¡Amiga! — Se acerca a mi para darme un efusivo abrazo, el cual recibo muy gustosa. — Joa ¿Cómo estás? Que bueno que si pudiste llegar. — Me había dicho que no tenía con quien dejar a su madre enferma. — Si, por fortuna la cuidadora logró hacer un espacio en su agenda y heme aquí. Pero bueno. — Se gira y empieza a repartir las copas a cada uno. — Yo prefiero esperar, tengo que ir al servicio. — Le digo en un susurro cerca de su oído. — No te preocupes, ve y cuando regreses haremos otro. Sin más me despido y me dirijo al baño, unos minutos después regreso y veo a mis padres y suegros en la pista de baile, pero no veo a mi esposo ni a Joana por ningún lado. Voy a la mesa y le pregunto a mi hermano, quien me dice que lo vio como mareado y que Joa lo acompañó afuera. Salgo lo más rápido que las zapatilla me permiten y me dirijo a la recepción, pregunto por ellos y me indican que ambos subieron a la habitación que ya teníamos reservada. Me entregan una llave y subo en el primer elevador disponible, espero que todo esté bien, voy preocupada, pues hace unos días también se mareo en casa. Llego a nuestro piso y busco con la vista nuestra habitación, de los nervios no la encuentro tan rápido como quisiera. Al cabo de unos minutos doy con el número, ingreso la tarjeta para abrir, pero al encender las luces la imagen frente a mis ojos me deja congelada.

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