- El placer es nuestro Isabella – la señora Anna, sonrió y se acercó para darme un cálido abrazo y un beso en cada una de mis mejillas, tuve la impresión que mi rostro era un poema y también debía tener la apariencia de un tomate, totalmente rojo - ¿Puedo llamarte sólo Bella? – preguntó casi sin darme tiempo a reponerme del primer acercamiento entre nosotras - Por supuesto – dije, mirando a Matteo, pero él estaba hablando con su padre un poco más alejados de nosotras, tuve la impresión que mi presencia era la razón, trague con discreción, mis manos sudaban y mi corazón martillaba dentro de mi pecho, no quería quedar como una mentirosa frente a ellos y mucho menos ocasionarle más problemas a Matteo, cuando la intensión era ser una solución - No te pr

