Emma bajó la mirada y frunció el ceño. —Pero... él sigue dentro de ti. —Está bien, tengo espacio de sobra ahí dentro, incluso con Aaron dentro —dijo Jess. Fruncí el ceño. No sabía si iba dirigido a mí o a ella, pero de todas formas la miré mal. —Solo tienes que meter el dedo al lado y moverlo hacia dentro y hacia fuera un par de veces —me indicó Jess, ignorando mi mirada de reproche. Emma aún parecía insegura, pero con cautela metió la mano entre nuestros genitales para hacer lo que se le pedía. Con mucho cuidado, tomó su dedo y lo deslizó por mi pene hasta introducirlo en Jess. Jadeé; la sensación del dedo de Emma rozando mi m*****o y penetrando a Jess mientras yo, arrodillado, la penetraba, era increíble y casi eyaculé. Eso no habría reforzado mi defensa de mi resistencia. Me mordí

