Capítulo 03

1606 Palabras
Edd sacó las llaves del bolsillo de sus jeans y comenzó a abrir cautelosamente la puerta de su apartamento con Tord detrás de él. Habían pasado unas cuantas horas, ya era de noche y Tord sólo se mantenía cabizbajo llevando unas bolsas llenas de ropa nueva; realmente agradecía que Edd lo aceptara en su piso de forma tan extrema que al escuchar que el noruego técnicamente era un fantasma en la sociedad le invitó a mudarse con él. Claro que, no fue tan sencillo. Flaaashbaaack∼ —Lo lamento, pero usted no aparece en el sistema —dijo una mujer con gafas sentada en su escritorio, atendiendo al noruego con una fila de personas amargadas tras él. —¿Cómo dice? —preguntó Tord desconcertado, ¿entonces él prácticamente no existía? El chico salió del lugar luego de haber pasado horas con aquella señorita intentando encontrar el nombre Tord Larsson. Pero nunca lo encontraron. Sin identificación no podía retirar su tarjeta de crédito, sin tarjeta no hay dinero. No quería llegar a casa de algunos de los chicos —Edd y Matt ya que ir a casa te Tom era mala idea— simplemente pidiendo perdón por haber desechado su amistad,  y claro, haber destruido su casa. No podía sólo esperar llegar ahí y que ellos estuvieran de brazos abiertos dándole la bienvenida. Pero sin dinero no tenía más opción que hacer exactamente eso, así que, en cuestión de minutos, Tord ya estaba intentando entrar por la ventana de Edd. Este la abrió fácilmente con «un truquillo del ejército». La ventana era un poco alta por lo que al noruego a pesar de su entrenamiento se le dificultó pasar por ella, lo que le hizo sentir un jodido enano. Cuando tenía medio cuerpo dentro y las piernas fuera su móvil comenzó a sonar, este se dejó colgar de panza quedando a mitad de la ventana y contestó sin preocuparse en lo más mínimo en si alguien lo veía. —¿Hola? —Soy Patryck —se escuchó al otro lado de la línea. —¿Alguna novedad? —preguntó el noruego levantando las piernas como una quinceañera que habla en un cómodo sillón, sólo que él se estaba lastimando la panza por el marco de la ventana. —Bueno, Paul y yo estábamos revisando algunas cosas, recién nos dimos cuenta de que usted... —No existe —el noruego terminó la oración del otro. —Así es —afirmó—. Suponemos que está vagando por las calles, así que nos encargaremos de ello desde aquí, pero puede que registrarlo dentro del sistema lleve unos cuantos días. Ya sabe, no es del todo legal si lo hacemos nosotros. —Sí, lo sé. —Pero, ¿Puede estar bien en la calle y sin comida unos días? Me parece un poco, loco —preguntó Patryck, parecía algo preocupado. —¿Qué si puedo? ¡JA! Pff, pero claro —contestó Tord tratando de entrar a la casa de una buena vez, pero sólo terminó pataleando en el aire. Sí, se había quedado atascado a la mitad de la ventana como tremendo estúpido. —De acuerdo, le llamo en unos días —dijo Patryck para luego colgar la llamada, tan colgada como Tord lo estaba. Maldición —pensó el nórdico empujándose desde la pared de adentro para así zafarse del marco de la ventana. Dicen que cuando se está bajo presión se hace mejor el trabajo; bueno, así es, porque cuando Tord vio a Edd —el cual le miraba con una cola en la mano y boca abierta a punto de gritar— quién sabe como, pero de un sólo empujón el noruego por fin entró a la casa del de sudadera verde, claro que no sin antes darse un fuerte golpe en la cabeza, por supuesto. Tord movió sus manos y cabeza de izquierda a derecha en señal de negación, se mostró desesperado tratando de evitar el grito de Edd. —¡TOM! —chilló el castaño y el de sudadera roja quiso lanzarse del último piso de un edificio por tales nervios que le entraron—, ¡TOM! ¡AYÚDAME! Se escuchó una puerta cercana ser abierta y los pasos rápidos del británico acercándose aterradoramente. —¡No le digas que estoy aquí! —susurró Tord alterado y Edd sólo estaba confundido de cómo el noruego se encontraba; se veía, bueno, asustado—, ¡voy a explicártelo todo, pero por dios, que no me vea! —suplicó el nórdico. Edd en un momento de piedad —o tal vez de locura— decidió confiar en el noruego a pesar de todo. Tragó saliva y asintió rápidamente antes de decir: —¡Está bien! ¡está bien! —aceptó— Sólo... escóndete —susurró por lo bajo y Tord le obedeció de inmediato; corrió buscando un escondite y se topó con el baño, lo cual era casi perfecto. Se escabulló hasta la puerta y se encerró. Y luego, silencio. O al menos él desde ahí no lograba escuchar absolutamente nada. Unos minutos después Edd hizo aparición tocando la puerta del baño y diciendo: «tranquilo, soy yo». Tord abrió la puerta lentamente y luego de ver al de sudadera verde terminó de abrirla rápidamente un poco avergonzado por haber entrado al lugar de esa forma; Edd tenía el móvil pegado a la oreja, por lo que el noruego no dijo ni una sola palabra hasta que este terminara. —Gracias Matt, te debo una —dijo este y colgó la llamada con el pelinaranja que Tord recordaba bien—. Matt va a distraer a Tom lejos de aquí —le contó. —¿Qué tan lejos? —preguntó el contrario aún nervioso. —¿Por qué tan paranoico? —cuestionó Edd. Nunca había visto a Tord así de acojonado en su vida; bueno, se veía como cuando sonaba en alguna parte «Sunshine, lollipops and rainbows». —Bueno... —comenzó a decir el noruego; no quería admitirlo pero desde que el noruego estuvo a punto de morir atravesado por un arpón que había lanzado Tom tal vez le había agarrado un poco de miedo al ojinegro. Es decir, ¡no hay nada que explicar de más! ¡esa cosa pudo haberle atravesado el estómago! Y Tord se negaba rotundamente a admitir su temor—, supongo que cuando gritaste me puse nervioso, es todo. —No... cuando llamé a Tom te has puesto no sólo nervioso, si no asustadísimo. —No digas tonterías —bufó el de rojo ofendido. Edd rodó los ojos; pudo haber pasado horas insistiéndole al noruego, pero tenía preguntas más importantes. —Bueno, te creeré —dijo Edd acercándose al sillón que tenía mientras Tord le seguía el paso—, tal vez no le temas a Tom... —murmuró para luego sacar una escopeta recortada de entre los cojines—, pero deberías tenerme miedo a mí —dijo apuntándole al noruego, el cual aunque se sobresaltó un poco pasó a mostrar una expresión más tranquila que disimulaba la tensión. —¿Así nos vamos a llevar? —cuestionó Tord con tono amistoso y Edd sólo le respondió quitándole el seguro a la escopeta—, ¡de acuerdo! —exclamó él noruego. Lo había entendido perfectamente; no era amigos en absoluto a pesar de que lo encubrió—. ¿Qué quieres saber primero? —¿Qué crees tú? —¡EDD! —se le escuchó gritar a Tom. —¡¿QUÉ?! —preguntó el castaño con el mismo tono de voz. —¡MATT ESTA EN PROBLEMAS! —¡PUES LEVANTA TU JODIDO TRASERO! —contestó y sonrió desde el fondo de su corazón—. ¿En qué estábamos? —le preguntó al noruego. —¿Qué? Ah, claro. Vine a disculparme y a recuperar vuestra amistad —respondió con una voz que iba de la burla a lo serio, se hizo un silencio breve. Edd se rió en cara del noruego preguntándose si de verdad Tord creía que era tan estúpido como para creerse eso. Se acercó más al noruego apuntándole a la cara con el arma que llevaba en mano y continuó: —Quiero la verdad —dijo con una sonrisa escalofriante en los labios. Era fingida, pero eso Tord no lo sabía. —Es la verdad —se defendió el líder rojo. —Demuéstralo. —De acuerdo —dijo el noruego en voz baja para luego sacar el celular que llevaba en su bolsillo; Edd se tensó estando alerta, pero al ver que se trataba de un teléfono se calmó. Tord marcó un número y una vez estaba en altavoz comenzó a esperar respuesta. Cuando contestaron a la llamada Edd no entendía cómo se suponía que eso era una prueba—. ¿Patryck? —¿Sí? —se escuchó la voz del polaco al otro lado de la línea. —¿Puedes recordarme qué hago aquí? —preguntó el noruego con mirada divertida. —¡Demonios líder! —gritó repentinamente—, ¡ya deje su orgullo y su actitud comunista de mierda!  —Respétame, soy tu superior —soltó Tord para luego reírse. —¿Es Tord? —se escuchó una voz diferente a lo lejos— Hey líder, soy Paul —saludó su otro subordinado—; ¿ya encontró a los chicos? —preguntó indiferente mientras de fondo se escuchaba a Patryck diciéndole cosas para que le devolviera el móvil. —Sí, de hecho uno está apuntándome con un arma justo ahora —contestó el noruego tranquilamente. —¡¿Qué?! —se les escuchó decir a ambos soldados—. ¿Está bien? —preguntó Patryck esta vez. —Por supuesto, cosa de todos los días —dijo Tord con una mueca de calma y paz total—, avísenme cuando me registren en el sistema —le pidió a ambos antes de cortar la llamada—; ¿suficiente? —No, pero esto ya no es necesario —Edd bajó la escopeta y Tord suspiró dramáticamente—, no te relajes, aún tengo preguntas, ¿qué quisiste decir con «registrarte en el sistema»? —Yo no existo. — ¿Entonces no te llamas Tord? —Si me llamo Tord. —Pero no existes; voy a llamarte Juancho —dijo Edd divertido y el noruego sonrió de inmediato. —¿Entonces...? —No debería… pero mi casa es tu casa —el de verde le dio la bienvenida—, bueno, por segunda vez. —Ya no habrá tercera —aseguró Tord. —Más te vale, o tendré que llamar a Tom —dijo el castaño con burla saliendo del piso con una sonrisilla molesta. Caminó por el pasillo solo para ver cómo los chicos venían de regreso y no pudo pensar en nada más que volver a entrar a su apartamento rápidamente. Sin embargo, Tom lo había visto. —¡Escóndete! —Edd susurró y Tord sólo miró de un lado a otro buscando un lugar; se había quedado estancado. ¿Por qué no sólo volvió al baño? Edd en un momento de desespero le jaló de la ropa abriendo el armario y lanzándolo dentro para luego cerrarlo rápidamente. Para cuando volteó, Tom estaba asomado por la puerta. —Oh, eh, Tom... ¿pasa algo? —Edd sonrió.
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