UNA —Damian no está en el campamento—. Kennedy corre a través de la puerta mosquitera, dejándola cerrarse de golpe. Annie está teniendo un ataque de pánico en el sofá. Se ha retorcido la falda hasta el punto de que está arrugada y húmeda por el sudor de las palmas. Ella no podrá hacer las ventas de hongos. Estaba tranquila ayer, pero tener a Damian aullando afuera toda la noche le puso los nervios de punta. Y no son estables en el mejor de los días. —¿Dónde está?— Me coloco la mochila sobre los hombros. Envolví con cuidado el frasco de colmenillas en una colcha gruesa. —La vieja Noreen no lo sabía y no quería preguntarle a nadie más. Aunque no lo huelo por ningún lado. Ella aprieta el hombro de Annie. —Lo... lo siento mucho—. Los ojos de Annie están atormentados. Se odia a sí misma de

