Hay una sensación casi natural que sentimos cuando algo se rompe en pedazos frente a nosotros e intentamos armar ilusamente todas aquellas piezas. En mi caso abrazaba a Olivia de tal forma que pudiera sostener cada trozo de ella que estaba sorpresivamente rompiéndose frente a mí. Sin importar quién fuera ella, sin importar quien fuera yo, me era como un instinto natural sostenerla como lo hacía, con suavidad intentando no dañarla, pero al mismo tiempo quería darle fortaleza en aquel abrazo. Llevé mi mirada hacia las estrellas, tal vez ellas tenían una simple razón por la que sostenerla de la forma en la que lo hacía lograba que mi estómago enloquezca y mi mente solo piense en las mil formas de protegerla de aquello que la hace sentir así de pequeña. Puse mi mano en su espalda y acaric

