Capítulo XXXI: Los niños y los borrachos...

1815 Palabras

Sebastian Al comprender que Hannah no me dirá lo que realmente está pasando, me retiro de su casa. No puede engañarme, es pésima cuando de decir mentiras se trata, pero por una sola vez, no deseo presionarla. Y es que, no puedo con este sentimiento de culpa, no puedo obligarla a ser sincera cuando yo no lo estoy siendo con ella. Mientras camino con la luna brillando, alumbrando la fresca noche, el peso de lo que haré, de lo que yo sugerí que hiciéramos, cae sobre mí, asfixiante, aplastante… ¿En verdad puedo separar algo que el maldito destino se empeña en unir? ¿Hermes realmente regresó para quedarse, realmente existen esas buenas intenciones en él? En verdad quiero pensar que sí. Sin embargo, mi instinto por proteger a Hannah pierde la batalla contra mi razonamiento cada vez que re

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