Por la mañana, Maya se resistía a levantarse para bajar a desayunar con Marcus, se recriminaba lo que había hecho, fornicar con el enemigo no solo le había gustado, le había encantado y eso para alguien que desea vengarse, no está permitido.
Su mente era un mar de confusión, quería huir de ahí lo más pronto posible, pero tenía un deber con su padre, y haría todo para cumplirlo.
Después de darse un buen baño, eligió un vestido para vestirse, en color n***o, ajustado, el largo un poco arriba de las rodillas, al frente tenía un escote discreto.
Decidió dejar su largo cabello suelto, solo lo peinó con algunas ondas, se maquilló levemente, después tomó su bolso y bajó a la terraza, ahí ya se encontraba Marcus, al verla, la recorrió con la mirada rápidamente, después volcó su atención sobre el diario que sostenía, su aptitud no podía ser más fría.
—Buenos días —saludó por educación la chica.
—Buenos días, Maya, será mejor que nos demos prisa, me han llamado de la oficina.
Maya tomó un café y comió algunos panecillos, iba a decir que estaba lista, pero en ese momento él colocó el diario a un lado, y se le quedó viendo fijamente.
—Siento mucho lo que sucedió anoche, te pido disculpas, fue un error que no debe repetirse —¿Error? ¿Era en serio?
Maya palideció al escucharlo, por lo que había investigado, Marcus acostumbraba no tomar en serio a las mujeres, solo jugaba con ellas, la tonta era ella, ¿Por qué Marcus tomaría lo sucedido la noche anterior como algo importante?
—Es justo lo que quería decirte, pero no me atrevía —dijo tratando de parecer despreocupada, aunque por dentro hacía un esfuerzo para contener las lágrimas, su primera vez no valía nada.
Está vez no bajo la mirada, se le quedó viendo directamente a los ojos, le pareció por un momento ver reflejado un brillo extraño en los ojos de Marcus, pero desapareció fugazmente.
—Bueno, entonces estamos claros, Maya, nuestra relación será solo de trabajo.
—Me parece perfecto —sí, eso le parecía, un perfecto estúpido.
Ese día en el corporativo, Marcus tuvo reuniones durante todo el día, cuando entraba en la oficina, Maya fingía estar concentrada en el ordenador, así que lo que hablaron fue mínimo ese día.
—El chofer te llevará a casa, yo tendré que quedarme algunas horas más, pero tu presencia aquí ya no es importante.
—He recibido una llamada, es de la clínica dónde se encuentra mi madre, hay un problema y tendré que regresar de inmediato, creo que podrías enviarme un resumen con las cosas más importantes sobre tu vida, con eso y con lo que he reunido durante estos días, creo que será suficiente para crear el libro.
Marcus detuvo lo que estaba haciendo, colocó la carpeta que sostenía sobre el escritorio, y se le quedó viendo, su mirada parecía haberse vuelto más profunda.
—¿Es por lo sucedido? —se atrevió a preguntar.
—¡Oh no! Eso para mí está olvidado, ambos sabemos que no tiene importancia, somos adultos, pero mi madre me necesita, y solo me tiene a mí, así que me iré está misma noche, ya he comprado los boletos.
—¡Cancela esos boletos! —dijo en tono autoritario —te enviaré en el jet privado, tal y como llegaste.
—No, te lo agradezco, el vuelo parte en tres horas —dijo resuelta.
De mala gana Marcus aceptó la voluntad de la chica.
—Entonces será mejor despedirnos, que tengas un buen viaje, la próxima semana enviaré lo necesario para el libro —su tono se volvió aún más frío.
—Perfecto, enviaré al fotógrafo de la compañía para tomar las fotografías, así podrás decidir cuál te parece ideal para la portada del libro.
—Perfecto, fue un gusto conocerte Maya Jones —extendió la mano hacia ella para despedirse, Maya dudó por un momento, en lugar de estrechar su mano deseaba darle un buen golpe en la cara.
Al llegar a la villa para recoger su equipaje, se sentó por un momento en el jardín, necesitaba respirar aire fresco, la presión dentro de su pecho era tal que sentía que estallaría.
—Pues lo has logrado, Arched, no te quedaste con las ganas, has probado a la madre y ahora a la hija —dijo al punto del llanto, y lo peor que no había logrado encontrar nada para perjudicarlo.
—¿Hablando sola? —Maya se sobresaltó al escuchar la voz de Dan tras ella.
—Lo siento, tengo esa costumbre —esperaba que no hubiera entendido lo que había dicho.
—Ja, ja, ja, también hago lo mismo, suelo hablar mucho conmigo mismo, vine para despedirte, te acompañaré al aeropuerto, es una lástima que no te quedes más tiempo, me hubiera gustado conocerte un poco más —dijo con una sonrisa coqueta que lo hacía ver aún más atractivo.
Maya se preguntó si Dan sería igual de patán que su amigo, poco después subió para preparar su equipaje, ya faltaba poco tiempo y el aeropuerto estaba a una hora de camino.
—Vamos, llegaremos a tiempo si nos apuramos —Dan subió al lado del conductor.
Al llegar, él la ayudó a llevar a documentar su equipaje, después la acompañó a la puerta de embarque.
—Fue un total placer conocerte Maya.
—El placer fue mío, Dan —el chico le pidió su número telefónico para llamarla cuando regresara a Estados Unidos.
Esa noche, Marcus regresó tarde a la villa, se dirigió hacia el jardín mientras fumaba un cigarrillo, se quedó por algunos minutos con la vista fija sobre la ventana de la habitación donde se había hospedado Maya.
—Se ha ido pronto —la llegada de Dan interrumpió sus pensamientos.
—Su trabajo aquí ya estaba concluido.
—¿Le contaste la verdad sobre tu madre?
—Le conté la historia que le interesara a quién lo lea, no tengo porque contar absolutamente todo sobre mi vida.
—Pues hubiera sido de gran inspiración para muchos, me hubiera gustado contar la verdad sobre cómo fue que nos conocimos, y cómo regresaste después a salvarme de toda esa mierda.
—Hay cosas que deben de quedar enterradas en el pasado, no me agrada recordarlas, mucho menos que otras personas se enteren para juzgarme.
—Son válidos tus motivos, por cierto, ¿En dónde estabas? Cuando regresé de dejar a Maya en el aeropuerto, te llamé y tu celular se encontraba apagado.
—Fui a visitar a De Luca, he aceptado casarme con su hija —dijo con gran pesar para después inhalar profundamente de su cigarrillo.
—¿Lo hiciste? No puedo creerlo, amigo, hace unos días dijiste que jamás lo harías.
—Me enteré que los Carotti han unido fuerzas con Constanzo Patrioli.
—¡Me lleva la put*! Has hecho bien, sí aceptas la propuesta de De Luca se unirá a ellos, y entonces estaremos jodidos.
—Miranda viajó hoy mismo a París para comprar su vestido, parece que tiene prisa.
—¿Cuándo será la ceremonia?
—La semana próxima.
—Pues vete preparando para que te mangoneen de lo lindo, y a los berrinches de esa chica, que aunque es linda, al besarla yo sentiría que estoy besando a De Luca, es él mismo, pero en niña, ja, ja, ja.
—Calla, me traumaras de por vida —dijo en tono serio.
—Cuando estés en la noche de bodas, sentirás que quién está debajo de ti es De Luca, ja, ja, ja.
—¡Basta! No es divertido —alzó la voz para decirlo, se sentía de mal humor desde la llamada que le habían hecho por la mañana, en cuanto había amanecido, para informarle de la alianza de sus enemigos.
—Lo siento —Dan trató de no molestar más con eso a su amigo.
—La alianza con los Carotti no era posible, prefiero a la tonta y superficial Miranda, que a la traicionera Pamela, no podría ni dormir pensando que si la traiciono me arrancaría las bolas.
—Ja, ja, ja, la conoces bien, amigo.
Pensaba que era la mejor decisión que había tomado, sin esa alianza estarían perdidos, ahora unirían territorio y fuerzas con De Luca, valía totalmente la pena el sacrificio.
El vuelo hasta Nueva York tardaría poco más de diecinueve horas, afortunadamente Maya viajaba en primera clase, viajaba más cómoda, el avión haría escala por poco más de dos horas y media en Estambul, después otra escala de tres horas en Roma.
Al llegar a Roma, Maya se dirigió hacia una cafetería dentro del aeropuerto, ahí esperaría a que se acercara la hora de su salida, mientras tomaba su café, sacó la laptop para trabajar y hacer así un poco menos tediosa la espera.
De pronto le llamó la atención el sonido de unos finos tacones, al alzar la vista, observó que una mujer que entraba, caminaba con garbo y gran porte, su apariencia era distinguida.
La mujer se acercó al mostrador para pedir un café, Maya no sabía porque le llamó la
atención su figura.
Poco después la mujer se dio la vuelta para dirigirse hacia una mesa, pasó cerca de Maya y le sonrió al hacerlo.
Maya se sorprendió al ver el rostro de la mujer, no podía creerlo, sus ojos eran color verde aceituna, era la misma mujer de la fotografía que había visto en el chalet de la villa,, estaba segura, ¿Por qué Marcus había mentido? Era claro que su madre seguía viva.