Marcus se sintió furioso, sus ojos azules se oscurecieron, clavó su mirada en Maya, después en Dan, caminó hasta ellos. —Marcus, no es lo que parece... —dijo Dan, pero antes de que pudiera terminar, Marcus lo agarró por las solapas de la camisa y lo acercó a su rostro. —Escúchame bien, "hermano" —escupió la palabra como si le dejara un sabor amargo en la boca— aléjate de Maya, no te lo repetiré dos veces, a próxima vez que te vea tocándola, olvidaré que nos hemos tratado como si compartiéramos la misma sangre, ¿Entendido? Dan tragó saliva, soltó una risa nerviosa, conocía a Marcus lo suficiente para saber que cuando estaba en ese estado, cualquier provocación podría desatar un infierno. —Tranquilo, Marcus, solo estaba consolándola, nada más, sabes que jamás me interpondría entre ustede

