Miranda sonrió ante el entusiasmo de su padre.
—Sí, papá, tengo casi un mes, y estoy segura de que será un niño, el heredero que siempre has soñado.
—Un nieto... —Dianco parecía a punto de estallar de felicidad— el futuro de nuestro imperio está asegurado, pero primero, tengo que poner a ese yerno mío en su lugar, no te preocupes, cariño, yo me encargo de todo.
Después de colgar, Dianco empezó a maquinar planes para el futuro, un nieto varón, el heredero perfecto para continuar su legado, le enseñaría todo lo que sabía, lo moldearía a su imagen y semejanza.
Pero primero, tenía que encargarse de Marcus, esa serpiente desagradecida, ¿Cómo se atrevía a descuidar a Miranda de esa manera? ¿Acaso no entendía el honor que suponía estar casado con una De Luca?
Se levantó y se dirigió hacia s
