Una madre sin sentimientos

1653 Palabras
Maya colgó y se giró hacia Dan, que la miraba con preocupación. —¿Qué sucede, Maya? ¿Algo va mal? —Es mi madre... Ha tratado de suicidarse —la voz de Maya se quebró ligeramente—Tengo que ir al hospital. —Te acompaño —dijo Dan sin dudar. —No, no es necesario, no quiero imponerte esto. Pero Dan ya estaba llamando a un taxi. —No es ninguna imposición, Maya, no voy a dejarte sola en un momento así, somos amigos, ¿Recuerdas? Maya sintió que se le formaba un nudo en la garganta. Asintió y juntos subieron al taxi que los llevaría al hospital. Al llegar, se dirigieron rápidamente hacia la habitación de Rita. Maya iba caminando por delante, con el corazón en un puño, cuando una enfermera la interceptó. —Señorita, me alegra que haya venido tan rápido. Su madre está consciente y fuera de peligro, pero… —¿Pero qué? —preguntó Maya con ansiedad. La enfermera vaciló. —Está muy alterada, no deja de gritar y... Bueno, está diciendo cosas muy desagradables sobre usted. Maya cerró los ojos por un instante, armándose de valor. Estaba acostumbrada a los insultos de su madre. —Está bien, estoy preparada para lidiar con ello. Entró en la habitación y se encontró con Rita sentada en la cama. —Vaya, pero miren quién se ha dignado a aparecer. Mi queridísima hija —escupió con sarcasmo. —Mamá... ¿Cómo estás? Me dijeron que… —¿Que traté de matarme? —Rita soltó una carcajada— pues sí, lo hice. ¿Y sabes por qué? Porque estoy harta de esta maldita vida. Harta de estar encerrada en este agujero, harta de tener una hija como tú. Maya apretó los puños, luchando por mantener la calma. —Mamá, por favor. Sé que estás pasando por un momento difícil, pero… —¿Un momento difícil? —chilló Rita— ¡Tú me has arruinado la vida! ¡Tú y tu egoísmo! Me encerraste aquí para deshacerte de mí, para no tener que lidiar con tu madre loca. ¡Pues ojalá lo hubieras logrado! ¡Ojalá estuviera muerta! Cada palabra era como una bofetada para Maya. Mientras tanto, Dan esperaba fuera de la habitación, escuchando los gritos y sintiendo crecer su indignación. ¿Cómo podía esa mujer hablarle así a su propia hija? ¿Cómo podía ser tan cruel y egoísta? No pudo soportarlo más, decidido, entró en la habitación. —Disculpe, señora, pero no puedo quedarme callado mientras le habla así a Maya. Rita lo miró de arriba abajo, y su expresión cambió de la furia a la sorpresa y luego al interés. Una sonrisa coqueta se dibujó en sus labios. —Vaya, vaya... ¿Y quién es este espécimen tan atractivo? —ronroneó. Maya parpadeó incrédula. —Mamá, este es Dan, un amigo. Dan, ella es mi madre, Rita. —Un placer conocerla, señora —dijo Dan con frialdad. Pero Rita no parecía estar escuchando. —Dime, guapo, ¿Qué hace un hombre como tú con una mosquita muerta como mi hija? Yo podría enseñarte lo que es una verdadera mujer… —¡Mamá! —exclamó Maya, horrorizada. Dan apretó la mandíbula, disgustado por el comportamiento vulgar de Rita. —Señora, por favor, he venido aquí para apoyar a Maya, no para ser objeto de sus insinuaciones. Le pido que muestre un poco de respeto. Rita soltó una carcajada. —¿Respeto? ¿Por qué debería respetar a la desagradecida de mi hija? Ella me ha robado todo. Mi juventud, mi belleza, mi libertad... ¡Y ahora también quiere robarme a este bombón! —¡Basta, mamá! —gritó Maya, ya sin poder contener las lágrimas— ¡Yo no te he robado nada! Todo lo que he hecho ha sido por tu bien, para que puedas recuperarte. Pero ya veo que es inútil. Nunca vas a cambiar. Y con eso, salió corriendo de la habitación, sollozando desconsoladamente. Dan le lanzó una última mirada de desprecio a Rita antes de ir tras ella. —¡Eso es, vete con ella! —chilló Rita— ¡Pero te arrepentirás! ¡Esa mosquita muerta no te merece! ¡Ningún hombre hermoso debería estar con alguien tan insulsa como ella! Dan alcanzó a Maya en el pasillo, la encontró apoyada contra la pared, con el rostro enterrado en las manos. —Maya... —susurró, abrazándola —Lo siento tanto, nadie merece ser tratado así, y menos por su propia madre. —Gracias... Por estar aquí, por defenderme, no tenías que hacerlo. —Claro que sí —Dan le acarició el cabello con ternura— No iba a quedarme de brazos cruzados mientras te faltaba al respeto de esa manera, tú vales mucho más que eso, Maya. Mientras tanto, en su habitación, Rita maldecía y despotricaba, furiosa por haber sido rechazada por ese hombre tan atractivo. ¿Cómo era posible que prefiriera a la sosa de su hija antes que a ella? ¿Acaso estaba ciego? Maya seguía aferrada a Dan mientras sollozaba. —Gracias por estar aquí, Dan. —Aquí estoy para ti, Maya —le aseguró. Maya alzó el rostro para mirarlo a los ojos, conmovida por la sinceridad que vio en ellos. Por un instante, se permitió perderse en esa mirada cálida y reconfortante, olvidando por un momento el dolor que la desgarraba por dentro. No podía evitar sentirse también avergonzada de mostrar su debilidad ante un hombre que acababa de conocer, aunque Dan le inspirara confianza. Pero entonces recordó el libro, la venganza, lo que pronto saldría a la luz. Y supo que, cuando eso pasara, perdería la amistad de Dan para siempre. Se apartó de él suavemente, secándose las lágrimas con el dorso de la mano. —Dan, yo... Hay algo que debes saber — dijo, mientras respiraba profundamente para darse valor. Él la miró con preocupación. —¿Qué pasa, Maya? Sabes que puedes contarme lo que sea, el rostro de la chica le indicaba que lo que escucharía no sería nada bueno. Maya tragó saliva, armándose de valor. —El libro que estoy escribiendo sobre Marcus... No es sólo una biografía, es… Pero antes de que pudiera terminar, su teléfono comenzó a sonar, era su jefa de la editorial. Maya maldijo y respondió, tratando de sonar tranquila. —¿Hola? —respondió con cierto cansancio. —¡Maya, querida! —exclamó la mujer con entusiasmo— tengo noticias fantásticas, el lanzamiento de tu libro está generando un revuelo increíble. Los medios no paran de llamar para pedir entrevistas contigo, ¡Vas a ser la sensación del momento! Maya sintió que se le formaba un nudo en el estómago —eso es... genial, ¿Cuándo planeas lanzarlo? —mintió, por un momento estuvo a punto de pedir que se cancelara el lanzamiento, pero al recordar a su padre decidió que tenía que seguir adelante. —En dos días, cariño, y prepárate, porque vamos a hacer una promoción a lo grande, ¡La verdadera historia de Marcus Arched, al descubierto por la brillante Maya Jones! Será un éxito sin precedentes. —Claro... Gracias por avisarme —logró decir Maya antes de colgar, sintiendo que el mundo se le venía encima. —¿Todo bien? Pareces preocupada —preguntó Dan. Maya forzó una sonrisa —Sí, todo bien, son solo cosas del trabajo, ya sabes cómo es esto. Pero por dentro, sentía que se ahogaba, en dos días, su venganza estaría completa. Pero, ¿A qué precio? Sabía que Marcus y Dan iban a odiarla. Un día después, al otro lado del mundo, Marcus Arched se paseaba por su despacho como un animal enjaulado. Desde el incidente en el casino clandestino, no había dejado de darle vueltas al asunto de la traición. ¿Quién podría haberlos delatado? ¿Quién se había atrevido a desafiarlo de esa manera? Según sus informantes, los Carotti estaban detrás del soplo a la policía, habían estado esperando la oportunidad perfecta para debilitarlo, y la habían encontrado en esa reunión secreta. Pero, ¿Cómo se habían enterado? Marcus tenía a sus hombres de confianza vigilando cada movimiento de sus rivales, era imposible que se les hubiera escapado algo así. A menos que el traidor estuviera dentro de su propio círculo. La sola idea hizo que le hirviera la sangre, había construido su imperio con sudor y sangre, se había rodeado solo de personas de su más absoluta confianza. Pensar que uno de ellos podía haberlo traicionado era simplemente inconcebible. Pero no había otra explicación. —¡Hijos de puta! —rugió, golpeando el escritorio con el puño— Juro que voy a encontrar al bastardo que nos ha vendido. En ese momento, llamaron a la puerta del despacho, Marcus dio permiso para entrar. Era Dan, acababa de volver de su viaje a Nueva York, y traía consigo un paquete bajo el brazo, entró en el despacho de Marcus con la misma buena energía de siempre. —¿Qué es eso? —preguntó Marcus, frunciendo el ceño, sin saludar a Dan. Dan sonrió, había pagado una buena cantidad de dinero para conseguir que le vendieran el libro antes de su lanzamiento, no había dicho nada a Maya sobre eso. No quería que pensara que no podía esperar a que fuera presentado primero ante los medios, pero quería que fuera Marcus el primero en abrirlo y leerlo. —Marcus... tienes que ver esto —dijo con una gran sonrisa. Le entregó el paquete, Marcus lo tomó y leyó el título: "La verdadera historia de Marcus Arched", por Maya Jones. No pudo evitar recordar el bello rostro de Maya, enseguida abrió el libro, quería ver qué era lo que Maya había escrito sobre él, lo abrió eligiendo una hoja al azar para leer su contenido. Cuando lo hizo, por un instante, se quedó paralizado, sin dar crédito a lo que veían sus ojos. Luego, la furia se apoderó de él.
Lectura gratis para nuevos usuarios
Escanee para descargar la aplicación
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Autor
  • chap_listÍndice
  • likeAÑADIR