Después del enfrentamiento con Denis, Gleb regresó al hospital, pero esta vez dos “Hulks” a quienes encontró en la entrada de su habitación, no le permitieron verla.
- El señor Garin ordenó no dejar entrar a nadie, - dijo uno de ellos con voz tranquila.
- Dile a tu señor Garin que tengo que hablar con Lera, - comenzó a emocionarse Gleb, porque lo menos que esperaba ahora, era encontrar un obstáculo para hablar con ella.
Los grandullones no respondieron a esto, solo juntaron sus hombros un poco más el uno contra el otro, cerrando la puerta completamente. Gleb se dio cuenta de que incluso si iniciaba una pelea aquí, de todos modos, no se le permitirían entrar y, en el peor de los casos, llamarían a la policía. Eligió la forma más eficiente - esperar. Se sentó en una silla frente a la puer
