La Luna Cae
...Tener miedo y quedarse con el alma descubierta es para valientes.
Esta historia es para aquella persona que se da el valor de amar y ser amado.
Y recuerda… El cielo no siempre es azul... Jennyfer Sánchez R.
Me levanta en sus brazos antes de pasar el umbral de la puerta, me mira divertido.
-Pensé que no creías en agüeros- le dije con gracia y una gran sonrisa en mi boca.
Hizo un movimiento con sus hombros – Uno nunca sabe – y me sonrió de vuelta, entramos a la pequeña cabaña de madera, entró directo hasta la habitación sin dejarme ver lo demás, me dejó en el suelo cerca de la cama con mucho cuidado. Las luces del lugar eran tenues, la luz de la luna llena nos acompañaba en ese momento.
Baja suavemente la cremallera de mi vestido blanco, le da un suave roce a la piel de mi espalda con sus dedos. Deja caer el vestido en mis pies y me giro para ver su rostro, sus ojos brillan con intensidad, le doy una cómplice sonrisa y le suelto el corbatín de su cuello una refrescante brisa entra por las ventanas trayendo consigo el olor a la arena húmeda, la sal del mar y la alegría de la gente no muy lejos de allí.
Suelto con tranquilidad los botones de su camisa, me da una tierna caricia en mi mejilla, seguido me besa, tranquilo, sin prisas tenemos el resto de la noche, de los días, de la vida para nosotros solos.
Me lleva dando pasos hacia atrás hasta la cama, me acuesta en mi espalda, se quita los pantalones junto con los pantaloncillos, queda completamente desnudo ante mí. Se me eriza la piel al verlo allí, así, frente a mí, el silencio invade la habitación, se pone encima mío y me besa, mete con pasión su lengua en mi boca, sus manos se deslizan por mi cuerpo, me acaricia con fervor, posa sus manos en mis senos y pasa sus pulgares por mis pezones, me hace estremecer su caricia sobre la tela del encaje de mi ropa interior.
-Umm- un gemido ahogado sale por mi garganta.
La curvatura entre mis caderas y mi espalda se pronuncia, mi cabeza se echa un poco hacía atrás y la humedad entre mis muslos aumenta.
Baja suavemente por mi cuello con besos, llega a mi hombro izquierdo y me da un pequeño mordisco justo donde tengo un lunar.
-Ahh- sale más claro el gemido por mi boca, mi respiración se agita y mi corazón bombea fuertemente.
Me suelta el sostén con agilidad y deja al descubierto mis senos, primero pasa su lengua para humedecerlos, luego abre su boca y me da un amplio beso, juega un rato de uno en otro, mis jadeos van en aumento, su mano se escabulle por mi abdomen y sigue bajando, mete sus dedos por debajo de mis bragas y choca contra el mar.
- Mmm – escucho un pequeño gruñido salir de él, juega un poco con mi sexo, me mira y sonríe de lado de manera traviesa, saca su mano de debajo de mi ropa interior, se pone de pie a lado de la cama, me gira hasta quedar boca abajo, pone sus dos manos en mi cadera y la levanta.
Hace las bragas a un lado, se agacha y pasa su lengua por mi sexo.
-Mmm- se saborea él.
-Ahh- el gemido sale un poco más fuerte de mi boca.
Mete con firmeza, pero despacio su sexo en el mío.
-Mmm- gemimos los dos.
Desde allí se ve el mar agitado, nos acompaña en el vaivén con las olas, su estrepitoso choque en las rocas ahoga el sonido seco de la piel conta piel, los gemidos excitantes de ambos. Mis piernas tiemblan, se estremecen al sentir como recorre mi cuerpo ese electrificante espasmo.
Caigo sin aliento sobre las sábanas blancas, sus ojos me dicen aún no hemos terminado y le sonrío de medio lado. Su cuerpo esta tenso, excitado y pide más. Me quito las bragas y las lanzo lejos de allí.
Me monto sobre él, le beso el cuello, el lóbulo de la oreja y hace un pequeño gruñido, tomo su sexo con mi mano y lo adentro en el mío, la sensación me eriza la piel.
-Ahh- gemimos al tiempo.
Afuera en las playas cercanas la alegría aumenta, el ritmo de tambor de carnaval me regala el compás para el movimiento de mis caderas, su rostro es muchas cosas. Placer, excitación, deseo, amor…
Sus ojos azules se adentran en los míos y la conexión entre nosotros se vuelve una. El mundo gira con nosotros, el día y la noche se unen para ser una sola cosa, el mar se vuelve dulce y la luna cae del cielo para envolvernos.
-Ahh- gemimos.
- Te amo – susurra agitadamente, era la segunda vez que lo decía e hizo que mi corazón se volcara y mi estomago cayera al suelo.
-Ídem- le susurro de vuelta, me regala una amplia sonrisa, su mandíbula se tensiona y suelta un fuerte gruñido, puedo ver la fuerza que hace con sus dientes.
Sigo con mis movimientos de cadera, no quiero parar, el sudor recorre mi espalda y mi frente, la humedad del ambiente se mezcla con la nuestra. Y entre sus jadeos me estremezco nuevamente.
Nos quedamos quietos, tratando de controlar la respiración, sus manos me acarician la espalda y las caderas, la sensibilidad de mi piel está a flor y me hace temblar, nos besamos por un buen rato como si nunca nos hubiésemos besado.
Los sonidos de los animales, de la gente en la playa llegaban más claros, este lugar es realmente un paraíso natural.
La brisa entraba suave y abundantemente, lo agradecimos, el calor que emanábamos llegaba a ser sofocante. Esa noche fue mágica, esa noche entre caricias y palabras, no dormimos.