
Brenda no tenía idea de lo que pasó la noche anterior cuando se despertó en un hotel de las Vegas, ni el porque en su mano izquierda brilla una anillo que no era exactamente de diamantes. Lo único que pensó en ese momento fue que este matrimonio no era lucrativo, y eso. No le convenía. Por otro lado, Gabriel. Ese mismo día debía presentarse ante un sacerdote para llevar acabó una boda que su madre programa desde hace meses con su prometida de hace años. Gabrielno pensó que una vuelva por el casino del cual era dueño terminará con una esposa y no cualquiera. Nada más y nada menos que con una que descubrió se había divorciado más de cinco veces.
