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Luna de Lilith

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Descripción

Tiana es llamada por su abuela enferma, quién le ofrece su antiguo hogar como herencia a cambio de cuidar la casa, pero solo con una condición, no debe vivir ahí en el mes de Julio. Ni un solo día, sin excepciones. A pesar de la gentileza de la abuela, Tiana rechazara la oferta y la abuela no tendrá otra opción que ofrecérsela a su otro nieto, Tiana se juró desde niña que nunca iria a dormir a esa casa, pero lo hará cuando tenga que ir a ayudar a su primo quién al parecer olvidó la advertencia de la abuela.

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Cien Árboles
Le fue muy raro a Tiana ver el sobre deslizándose bajo la puerta, aún no había encendido la tele o puesto música, lo cual hizo que el silencio destacará ese pequeño evento en la mañana. Decidió no dejar la carta en el piso; seguía masticando su cereal cuando la levantó; un cosquilleo fue lo que hizo que se levantara a pesar de su flojera matutina. Era un sobre normal, pero carecía del remitente, por una fracción de segundo se asustó, y decidió abrirla con un poco de brusquedad intentando no pensar en nada más, había una aroma familiar cuando sacó la carta, y sin leer aún, reconoció de inmediato la letra de su abuela, quién le informaba que estaba delicada de salud, y que había llegado a la ciudad para tratamientos que no tenían en donde vivía. La carta era precisamente solo para ver a Tiana, ya que sabía que muy difícil la visitaría, no por ser mala nieta, si no porque jamás visitaría la casa de su abuela. Aunque estaría varios días, la abuela le pedía que fuera ese mismo día. Tiana arqueó las cejas a inesperada petición, más bien fue el hecho de que la abuela se molestó en enviarle una carta directamente a su casa, la dirección del hospital estaba al reverso. Meneó la cabeza ya que ese día no quería salir, incluso había comprado días antes varias cosas para comer y botanear, supuso que no debía ser una visitas de más de un par de horas. ~ A pesar de la nota que recibió, tenía el presentimiento de que no debía tener una enfermedad grabe; eso esperaba. A su abuela no le faltaba el dinero, ya que el hospital se veía caro desde el momento que entró. Intentaba ignorar algunas expresiones de los visitantes cuando salían de las habitaciones, solo espero verla animada como siempre. La puerta de la habitación estaba abierta, tocó y mismo tiempo que entró. -Hola, abuelita -dijo Tiana con alegría y una gran sonrisa cuando la vió acostada. El semblante de la abuela era alegre, extendió sus brazos hacia Tiana y la apretó lo más fuerte que pudo. Tiana no esperaba que tuviera bastante fuerza pese a las condiciones. -Y... ¿qué tienes abuelita? -Tiana no la visitaba, y su abuela a ella tampoco, pero nunca los tomaron a mal ninguna de las dos, además, no pasaba más de un mes sin que se comunicarán. -Pues... Yo digo que nada, -tomó un pudding de chocolate, lo abrió y le ofreció primero a Tiana quién no se lo rechazó- el Dr. Fernando me sugirió hacerme unos estudios... muuuy precisos. Pero dicen que para eso debo quedarme un tiempo aquí. Descansar, es lo que quieren que haga. ¡Descansar a los panteones! -Y... ¿por cuanto tiempo estarás aquí? -Me dijeron que intentara quedarme un mes, no necesariamente en el hospital. Pero sí quedarme un día, o unas horas después de cada estudio. Y sabes que no tengo problema en tener atención, Jorge me acompañó, no solo como mayordomo, como amigo de tantos años. Además, -bajó un poco el tono de su voz- también le pagué unos estudios para él. Más vale, ¿verdad? -sonrió. -Por cierto -Tiana le devolvió la sonrisa- la carta, la escribiste con sangre. ¿Verdad? -Siempre fuiste la única que se ha dado cuenta -sonrió con orgullo. -¿Sabés en el problema que te meterás sí se dan cuenta? -No sé de que hablas -masticó un trozo de pan. Tiana sólo puso los ojos en blanco y miró el techo. -Necesito... que me hagas un favor muy importante corazón. -Ah, ya salió el interés -la miró de reojo. Nunca le negaba ningun favor a su abuela. Sólo existía una sola petición que ella sabía muy bien que no haría. -¿Cuidarías, mi hogar? -No. -Tiana, debes saber en este momento... que serás la heredera de mi casa. -¿Eh? -dijo sin aún entender. -Lo que oíste. Pasaron unos segundos antes de entender lo que había escuchado. -¡Qué! -Tiana la miró con cierto desagrado- sabes perfectamente... desde siempre, que no me gusta ir a tu casa, ¡jamás! Y no me mires así, tú y mis papás tienen la culpa, yo vi algo en esa casa cuando era niña, y fue aterrador. Por años me causo pesadillas. Su abuela se limitó a solo suspirar. -Te... agradezco de corazón tú intención abuela, -Tiana pensó con extrañeza, que por primera vez, su argumento de los hechos había sonada demasiado ridículo- pero... -Tú serás la heredera, -la interrumpió- no me importa que decidas al final. Si vives ahí ó no, es lo que menos me preocupa, solo sé, que la mantendrás intacta. Sólo date una pequeñas vueltas, y... sí al pasar el tiempo, después de que yo ya no esté, quieres venderlo... -Tiana miró su rostro, era como si dejará ir algo importante que jamás pudo obtener- la, podrás vender. Al fin y al cabo, será tuya. Se miraron fijamente por unos segundos. -Solo te pido una pequeña pero importante cosa. Jamás... jamás vallas a la casa en el mes de Julio. Ningún día, nada. En Julio está p*******o entrar. Tiana quedó confundida a semejante advertencia, pero sus ojos asomaron asombro al descubrir las intenciones de su abuela, se levantó de la silla y dejó la boca semi abierta unos segundos antes de su reclamo. -¡Sí hay algo en tu casa! ¡Lo que vi de niña...! Era real... -dijo casi sin voz. Colocó sus manos sobre su cabeza, se sintió desubicada y comenzó a dar vueltas a su alrededor.- ¿Qué era... qué era lo que vi abuela? Su abuela suspiró, y sintió un pequeño alivió de que se diera cuenta ella misma, -Tiana, lo que fuera que viste, no sabría... de verdad -puso su mano en el pecho, en señal de juramento que tenían de costumbre toda su familia- no sé que viste. Sólo te diré que aquella vez, fue el último día del mes de Julio, casi a la media noche. -Señora, Rosa. -Jorge, quién era su mayordomo, había interrumpido en la habitación- ¡oh!, señorita Tiana, tanto tiempo sin verla, ¿como ha estado? -Hola Jorge, he estado bien, gracias. Espero usted también esté bien... -él, le aclaro que estaba bien de salud.- Disculpe señor, Jorge, ¿pero qué pasa en Julio en la casa de mi abuela? No expresó sorpresa alguna a su pregunta, era obvio que él sabía lo que tramaba su abuela. -Me va a disculpar, pero ese tipo de cosas no me corresponden decir. Tiana inhaló para no tener otro momento como el de hace un momento. -Presiento que no me dirás más, -miró a su abuela. -Por el momento... presientes bien corazón. -Si ustedes dos están aquí, ¿alguien está cuidando tu casa en este momento? -dijo resignada. -Le pedí a tu primo Sebastián, que recibiera los pagos de algunos cristales que quedaron por pagarme. Tiana asintió sintiéndose tranquila a no tener que saber más por el momento de la casa. -¿Sebastián? -susurró Tiana. -Lo sé, es el más idiota de todos tus primos... pero fue el único que se ofreció en ayudarme, -Rosa carraspeó la garganta- y no ha respondido el celular desde hace días. La reacción natural de Tiana fue dar un paso hacía atrás. -Mañana es el último día de Junio... y necesito... te suplico de verdad que vallas por él. No confío en nadie más. Sebastián era más cercano a ser un hermano, siempre se llevaron de maravilla desde niños, y se cuidaban mutuamente. Su petición fue un golpe para Tiana, Sebastián fue el único quién le ayudó cuando ella estuvo en peligro hace un año, nunca dudó en sus acciones y tampoco se arrepintió de los hechos que ambos debieron hacer para escapar de situaciones peligrosas. Tenían entre ellos una ley no escrita, estar a lado del otro si necesitaban ayuda, y Sebastián estaba en peligro, él seguro no sospechaba nada de la casa, pero Tiana por fin supo que había algo ahí. Miró a su abuela para reclamarle, pero de inmediato se arrepintió al ver tristeza en su mirada, suspiró tan profundo y miró a ambos. -¡Agrrr! ¡Está, bien! -sacudió sus brazos por inercia- ¿Moriremos si nos quedamos iniciando Julio, pasado mañana? -N... no. Estoy casi segura. Pero si Sebastiá, no está en la casa, -cerró los ojos un momento- no quiero que te quedas después de las nueve de la noche... es mejor que salgas con mucho tiempo de anticipación. Tiana sólo la juzgó con la mirada. -Te prometo... qué cuando regreses; y ruego que con Sebastián, te contaré lo que sé. -Un taxi la espera para llevarla al aeropuerto, y por ropa y accesorios personales ya están esperándola en un hotel cerca de la casa. -Valla, no pierden el tiempo. - Dijo entre dientes. Tiana se despidió de su abuela, no había ningún reproche en su abrazo. Jorge la acompañó hasta el taxi, cuando Tiana se sentó, Jorge le entregó un pequeño bolso n***o, era bastante discreto. -Es un obsequio por parte de la señora Rosa, para que no tenga ningún inconveniente. Le d***o mucha suerte, señorita Tiana. Y si el destino deja que pise la casa en Julio, -susurró Jorge- recuerde que ya no es una niña. - Jorge le sonrió, y dio dos pequeños golpes al taxi en señal de que arrancara. Tiana se arrepintió en aceptar ir con tanta facilidad. ~ -El vuelo 367 ha sido atrasado por el clima que hay en el lugar... Escuchó Tiana cuando la gente fue a reclamar a servicio al cliente por el atraso del vuelo. Su abuela le había dado bastante dinero en efectivo y depositado dinero también a su cuenta. Le fue algo exagerado, pero fue más grande su sorpresa como pudo obtener su cuenta bancaria. -¡Ah...! Con que Jorge llevó la carta de la abuela, y además se metió a mi departamento... -tomó un sorbo de su malteada- es un cabrón ese Jorge. Mayordomo... sí, como no, es obvio que es más que eso. -Miró con gula las papas y la hamburguesa, después de todo, se merecía unos viáticos caros- pero debe ser buen elemento, al tener a la abuela a salvo. ~ Durante el vuelo, las turbulencias hacían que Tiana olvidara a dónde se dirigía: a cada turbulencia, una sonrisa. El clima se veía devastador, pero no debía ser ningún problema ya que se había autorizado el vuelo, «¿morir en el vuelo, ó en en esa casa?», era su pensamiento mientras se sacudía el avión. -¡Maldita seas, Sebastián! Ya era de noche cuando aterrizó el avión, el día había sido bastante pesado, y lo seguiría ya que el clima no mejoraba, agradeció llevar solo el bolso atravesado; que Jorge le había dado por parte de su abuela. No había taxis disponibles, y la fila aún así era demasiado exagerada. Sintió pena por todos ellos, pero recordó que no sabría cómo llegar sin darle la dirección a la base de taxis dentro del aeropuerto. Cuando solicito el servicio de taxi: sin importarle cuánto tardara, le negaron la dirección ya que la carretera que solicitaba había sufrido un deslave a mitad del camino. «Puta madre, no hay otra forma de llegar» pensó mientras la recepcionista esperaba alguna otra dirección posible. Tiana se dio por vencida, ya que sus planes se venían abajo: no importaba a la hora que llegara con Sebastián, solo debía ir por él, y regresar al aeropuerto, o en dado caso ir al hotel. -¿Va a requerir el servicio a otro destino, señorita? -Ah, disculpe. Sí, sería a este hotel. -Le entregó un papel. -Casi siempre que hay un derrumbe en la carretera que solicitó, no tardan más de doce horas en dar paso. Mañana podría llegar a su destino antes del medio día. Si gusta, puede marcar a nuestra compañía en la mañana para saber si ya no hay obstáculo alguno, y pedir uno de nuestros taxis y que pase a su hotel. -Gracias por decirme. Si llamaré en la mañana. -Sintió alivio ante sus palabras con una posible solución. Aún quedaba poco más de un día, y el taxi no debía tardar más de la hora desde el hotel a la casa. A pesar de dirigirse al hotel, sintió un dolor de estómago por los nervios, el taxi era cómodo, el chófer venía respondiendo cosas que le preguntaban por su comunicador, aunque había puesto música, Tiana se entretenía escuchando su charla. No dejaba de llover, el cielo a veces se iluminaba por completo por los relámpagos: vagó sus pensamientos al recordar todas las veces que fue a la casa de su abuela, habían sido fascinantes para Tiana. Pero es último día que estuvo ahí, no fue una visita programada, como era costumbre, sus padre habían llegado dos días antes al lugar para visitar después a la abuela: siempre iban al mismo hotel, más que nada llegaban un poco antes, porque siempre había una feria cerca de la explanada del pueblo, pero en el paseo que dieron en la feria, Tiana se había separado de sus padres, pensó encontrarlos ella misma «se sentía niña grande» pensamientos estúpidos siempre se decía. Cuando se dio cuenta que había caminado a la orilla de la feria comenzó a asustarse, el ambiente se había tornado para aquella niña en algo turbio, intentó regresar a la m******d, pero su miedo la invadía más, al grado que sentía que todo comenzaba a ponerse en su contra, las miradas vagas de las personas solo la hacían sentirse incómoda. Miró hacia las calles vacías, y reconoció a su abuela con su mayordomo Jorge. Su razonamiento fue ir tras de ellos. No tardaría en alcanzarlos, gritó, pero tal vez su llamado no fue escuchado por los cuetes lanzados en se momento, cuando dio vuelta en la esquina se petrificó del miedo, su abuela y Jorge no estaban, la calle estaba sola, incluso de dónde venía, estuvo a punto de salir corriendo cuando reconoció la casa de su abuela a mitad de calle: en su mente jamás se cruzó el hecho de que no debían darles tiempo en llegar a la casa. Así que Tiana sin dudarlo, fue por ayuda a la casa, ella sabría encontrar o llamar a sus padres. La puerta estaba cerrada, pero estando en un lugar familiar hizo que tomara la valentía de trepar la reja. La luz de la sala estaba encendida y la puerta de la entrada abierta, entró con cierta alegría, pero no vio a nadie, «en su despacho debe estar» fue su pensamiento. A pesar de ser la casa de su abuela, algo en su interior no dejó que pronunciara una solo sílaba. Cuando estuvo a punto de asomarse al despacho, la luz se había ido, se quedó tan quieta en la oscuridad que se percató del silencio absoluto del lugar, un frío la invadió y comenzó a sentir miedo: no era la primera vez que le tocaba que se fuera la luz, pero algo ocurría en ese momento que no era normal. Escuchó como el último escalón de la escalera de la planta de arriba crujía cuando algo lo piso, Tiana quiso gritar, pero su garganta no quiso pronunciar nada. Conocía muy bien esa casa, y a pesar de la oscuridad, supo como moverse sin chocar con algún mueble. Se escondió debajo de la mesa, y decidió subirse en las sillas para que no estuviera a la vista, por si alguien miraba debajo de la mesa, el mantel aunque era algo translucido, la cubría sin problemas. Su corazón palpitaba muy rápido, a cada escalón que escuchaba crujir. Eran muy lento las pisadas, Tiana sabía que estaba a mitad de las escaleras fuera quién fuera, cuando de un momento a otro bajó con extrema rapidez las escaleras. Tiana se encogió del miedo, ni siquiera sus latidos fueron capaces de percibir lo que había sucedido. Su miedo crecía a cada minuto que pasaba, ya que quién fuera que había bajado, se había detenido al principio de la escalera, y no se movía del mismo lugar, Tiana tenía lágrimas en sus mejillas, aunque no había escuchado que se moviera, sabía que seguía ahí: podía escuchar su respiración. -¿... señorita? Tiana sintió dar un pequeño brinco, no lo suficiente para que el taxista se hubiera dado cuenta. -Llegamos al hotel, Cien Árboles. Tiana lo reconoció de inmediato, era el mismo hotel donde llegaban días antes para visitar a la abuela. -Gracias, le agradezco. -Bajó del taxi y un botones se dirigió a ella esperando que el taxi abriera la cajuela, Tiana le dijo que no traía equipaje. El taxi se marchó perdiéndose entre la oscuridad y la lluvia. Miró al rededor y se percató que a pesar de haber reconocido el hotel, lo habían mejorado por mucho, lucia muy bien. -Bienvenida, al hotel Cien Árboles -dijo el botones con una sonrisa, su actitud fue muy agradable a pesar de la hora y el clima. -Gracias. -Tiana fue directo a recepción, sus pies le dolían, y estaba bastante cansada. Tenia ya reservada una habitación, y como se lo había dicho Jorge, una maleta y otros accesorios personales la esperaban arriba. Bendijo que el hotel tuviera elevador, su habitación estaba en el cuarto piso, cuando apretó el botón cuatro se dio cuenta que el edificio tenía seis pisos. «Tan grande era el hotel» pensó. Cuando abrió la puerta, sintió esa peculiar frescura de los hoteles que sentía al viajar, y por un momento lo sintió así, un simple viaje que suplicaba acostarse en la cama a descansar, no sin antes revisar el baño y los clósets. Al sentirse segura brincó en la cama. Sintió como su cuerpo reclamaba dolores que aún no sabía que tenía. Había una maleta cerca de la puerta, pero decidió esperar unos minutos antes de abrirla y ver el contenido que le habían preparado. Un relámpago iluminó la ventana, el clima sí que estaba devastador. No pudo evitar recordar lo que venía pensando en el taxi; cuando seguía escuchando la respiración, mientras estaba debajo de la mesa, intentaba mirar lo que le permitía su cabeza, ya que cualquier movimiento sería escuchado. Jamás le dijo a nadie que no era la única que tenía miedo, había otra niña en esa casa, debía estar escondida en un mueble con un hueco sin cajón, y debía estar del otro lado del pasillo, porqué la tenía casi de frente, Tiana podía ver su miedo en todo su ser. En esos momentos sintió empatía por ella. A pesar que su apariencia no era nada normal, su cabello era rojo, pero sus ojos, le era asombroso a Tiana ver que eran de color rojo también. Tiana habría deseado quedarse únicamente con el recuerdo de esa niña, de no ser porque lo que no se movía comenzó a hacerlo, su respiración cambió a un sonido de vestía, sus pisadas eran otra vez lentas, cosa que Tiana cerró los ojos sintiendo culpa por la otra niña, era como sí la estuviera abandonando. Cuando tomó valor, abrió un poco los ojos, aquella cosa había pasado frente a la puerta del comedor, pero Tiana alcanzó a ver una pezuña en vez de un pie. Miró de nuevo donde estaba la otra niña, pero no había rastro de ella. Su siguiente recuerdo fue ser despertada cuando era llamada por sus padres y abuela, estando aún debajo de la mesa: había regresado la luz. Sintió una gran pena todos esos años al saber que la niña desapareció justo cuando esa cosa se fue. -Pero... -comenzó a balbucear Tiana- la visión de un niño puede ser enorme ante sus ojos, tal vez... en esta ocasión, las cosas sean diferentes, y a mi favor... Tiana siempre intentaba no recordar, pero el lugar no ayudó en esa ocasión, sin darse cuenta se quedó dormida con esos recuerdos que siempre aborreció.

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