No conocían el terror constante de la Sombra, solo las historias de sus padres, relatos que ya se transformaban en leyendas. Eran enseñados a respetar a todas las criaturas, a comprender el delicado equilibrio del bosque y a usar sus dones no solo para la caza, sino para el bienestar de la comunidad. Los juegos de los lobeznos eran ahora simulaciones de rescate y cooperación, no solo de caza y combate, un reflejo de los nuevos valores. Uno de esos lobeznos, Estrella Fugaz, la hija de Lyra, era particularmente brillante. Poseía la curiosidad innata de su madre y la energía de una tormenta de verano. Pasaba horas escuchando a Amarok, observando a Lyra con una atención inquebrantable, y formulando preguntas a Corazón de Roble sobre las leyendas del pasado. Era el símbolo viviente de es

