Seguimos conversando con Stefan hasta que que el sol se escondió, hablamos de tantas cosas, de sus amigos, de su familia, de los lugares a los que quisiera ir, la conversación fluía tan fácil que no paramos de conversar toda la tarde, casi como si nos hubiéramos conocido de toda la vida y no de hace dos días.
—Deberíamos irnos, se está poniendo helado —dice Stefan, yo asiento y me levanto para comenzar a guardar las cosas, caminamos hacia el auto en silencio, pero era un silencio confortador, de vez en cuando me miraba y yo le sonreía. Esto había sido mucho mejor de lo que pensé.
—Lo pasé muy bien hoy —me despido cuando me deja en mi casa, a diferencia de ayer, las luces están prendidas.
—Que bien, Amparito, yo también lo pase muy bien —dice, me debato en sí acercarme a darle un beso en la cara o no, pero al final lo hago rápidamente.
—Gracias por traerme y por la comida, estaba riquísima —le digo mientras bajo del auto.
—Un placer Amparito —dice, cierro la puerta y le hago con la mano, para luego comenzar a caminar hacia la casa. Abro la puerta, me llega olor a comida, pero no a comida chatarra, porque la reconozco, sino a comida hecha en casa. Voy hacia la cocina y me encuentro con mi mama cocinando, la boca se me abre hasta el piso.
—Hola nena —dice cuando me ve, tiene puesto un delantal y se limpia las manos en él nerviosa.
—Hola —digo, no puedo aun salir de la sorpresa, de que este cocinando y de que él tonto de su novio no esté aquí.
—Estoy cocinando tu comida preferida —dice haciéndose a un lado para que yo vea—. Pollo con champiñón —dice sonriendo, yo asiento y me siento en el taburete de la cocina, estoy muy sorprendida, hace años no la veía cocinar.
—Quizás suene raro, pero ¿pasa algo? —pregunto, ella suspiro.
—He estado haciendo las cosas mal, lo sé —dice, yo no digo esperando que ella continúe—. Hoy en la mañana, la hija de una amiga del campo de golf, amaneció muerta, se suicidó —dice ella, está agarrando el delantal nerviosa, camina hacia y me toma las manos.
—Y me di cuenta que ella al igual que yo vivíamos en el club de golf, y ahora estaba destrozada culpándose por abandonar a su hija, y pensé en ti, en que he sido una pésima madre, que quería tener tantos hijos y te tengo a ti, te he dejado completamente abandonada, y tu padre también —dice, yo la miro.
—¿Crees que me voy a suicidar? —
—No, mi niña, espero que no ¿pero estas bien? —
—Sí, me abandonaron pero yo tenía a Vania, a John, y a los padres de Vania que nunca me dejaron sola —digo, yo se que esto suena a que se lo saco en cara, pero la verdad quiero que vea que a pesar de que ella me dejo sola, otras personas no, y quizás la otra niña no tuvo esa suerte.
—Yo me siento muy mal —dice.
—No sé que decirte —le digo.
—Quiero enmendar mi error —dice, yo asiento. Siempre estoy dispuesta a los cambios, claro, mientras sean verdaderos.
—Bueno, entonces comamos —digo, porque con el olor me dio hambre.
Ella asiente no muy convencida, pero es que no se que más decirle, yo la verdad ya me había acostumbrado a la situación.
—Está muy rico —digo. Ella me sonríe.
—Gracias, que bueno que te gusto —dice.
Conversamos un poco, me comentó lo que había estado haciendo, claro aparte de pasar todo el día en el centro de golf, resulta que estaba escribiendo un libro, bueno dos de hecho. Uno de amor, y otro de superación, que ese es el que estaba en proceso.
—Me gustaría que leyeras el de amor, se llama “Ámame sin temor” —dice, está ligeramente ruborizada, yo asiento, me gusta leer.
—Claro —
—Y también quiero que me des tu opinión sincera, porque estaba pensando enviarlo a una editorial, y ya sabes probar suerte —dice, la verdad me parece buena idea, y eso le ayudara no se, quizás a no pasar tanto tiempo en el golf.
—Por supuesto que lo leeré —digo, ella asiente.
Saca su celular y me lo envía al mío, tiene 350 páginas por lo que sí estuvo muy inspirada, yo he intentado varias veces escribir algo, cuando siento que voy muy bien encaminada, pierdo la creatividad, ya no sé que escribir y queda ahí incompleto. Deben haber unos cinco libros incompletos en mi computador, los guardo por si en algún momento recobro la creatividad, pero sé que eso no pasara. Creo que simplemente no soy buena para ello.
Cuando terminamos de comer me ofrezco a lavar los platos pero mamá se niega rotundamente, dice que tengo cara de estar muy cansada y que me vaya acostar. No lo niego ha sido un día lleno de emociones entre Stefan y mi mamá, estoy agotada mentalmente pero no me quejo. Solo espero que con mi madre las cosas realmente cambien, y con Stefan sigan como están. Quizás Stefan y yo podremos ser muy buenos amigos.
Mi celular vibra.
“Que duermas bien, Amparito”
“Tú también, Stefan”
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Cuando suena la alarma no quiero despertar, anoche me costó quedarme dormida, leyendo el libro de mi mamá, que debo decir era excelente te atrapaba desde el primer momento, y después de pasar tres capítulos no podía dejar de leer, ella sí que tenía talento y mucho. Pero tenía que levantarme así que abrí todo el tapado y me levanté de un salto en dirección al baño.
El agua de la ducha me despierta bastante así que cuando estoy lista bajo a comer algo antes de que John llegue por mí. Mi mamá está haciendo el desayuno, entro a la cocina intentando no parecer tan sorprendida.
—Hola mamá —saludo, ella me sonríe.
—¿Cómo dormiste? —pregunta, yo asiento mientras me preparo un café con leche.
—Estuve leyendo tu libro —digo, ella me mira un tanto sorprendida, casi como si pensara que no iba a hacerlo—. Mamá, esta buenísimo, me dormí tarde porque no podía dejar de leer —le digo, ella sonríe grande.
—¿Lo dices enserio, o solo porque soy tu madre? —pregunta ella ansiosa.
—Lo digo enserio —digo sincera, ella asiente y me deja las tostadas francesas en la mesa, y luego pone las suyas.
—¿Debería mandarlo a una editorial? —me pregunta, yo asiento efusivamente.
—Definitivamente mamá, es más, deberías hacerlo ahora mismo —digo, ella ríe.
—Lo haré durante la mañana —dice, yo asiento. Cuando termino de comer escucho que llega el jeep de John, así que le mandó un mensaje al celular.
“Me lavo los dientes y salgo”
“Novedad”
Subo corriendo a lavarme los dientes, y cuando bajo voy a darle un beso a mi mamá. Se me hizo un tanto raro, hace mucho tiempo que no me despedía de ella porque no estaba o estaba durmiendo, y creo que ella se sintió de la misma forma.
—¡Que te vaya bien! —me grita.
—¡A ti igual! —grito antes de cerrar la puerta.
Afuera el sol está radiante, el día está cálido. Me subo al jeep de John.
—¿Cómo está la conquistadora? —me dice cuando subo, yo lo miro sorprendida.
—¿Quién? —John rueda los ojos.
—¡Tú, idiota! —dice.
—Pero ¿por qué conquistadora? —
—Por tu cita de ayer —dice moviendo las cejas, justo en ese momento me suena el celular, lo saco y es un mensaje de Stefan, sin querer me sonrojo un poco y lamentablemente John lo nota y ríe—. ¿Quién te hablo golosa? —
Le doy una mala mirada y veo el mensaje.
“Buenos días, Amparito”
“Buenos días, Stefan”
“¿Cómo estás? “
“Muy bien ¿y tú?”
“Excelente”
“¿Por qué tan bien?”
No me doy ni cuenta cuando llegamos al instituto, solo cuando miro a John quien me mira divertido.
“No lo sé Amparito, solo desperté así”
“Eso es muy bueno”
“Oye Amparito, ¿dejarías que este humilde joven te acompañe a tu humilde morada?”
“Claro”
“Te veo a la salida”
—¿Te vas a bajar o no? —
—¡Si! —digo, me bajo un poco ruborizada.
—¿Qué hacían que no se bajan del auto? —pregunta Vania llegando a nuestro lado, yo la miro.
—¿No venías con nosotros verdad? —pregunto, ella niega.
—Vesta me trajo, quiere pasar tiempo con su hermana favorita —dice rodando los ojos.
—Eres su única hermana —digo, ella asiente.
—Lo sé, pero bueno ¿Por qué no se bajaban? —
—Amparo no dejaba de pololear, de hecho ni siquiera se dio cuenta cuando llegamos —dice John, Vania me mira fijamente con los ojos bien abiertos.
—¿Hablabas con Stefan? —pregunta, yo asiento—. Y ¿ayer como lo pasaron? —pregunta, sé que detrás de esa pregunta va una implícita.
—Bien, conversamos y comimos —digo encogiéndome de hombros, empezando a caminar hacia la entrada para poder sacarme este interrogatorio de encima.
—¿Solo eso? —pregunta Vania, yo ruedo los ojos,
—Por dios Vania, parece que no me conocieras, solo salimos como amigos —digo un poco brusco, pero es que la verdad ya me molesta que siempre quiera que me acueste con alguien.
—Bueno, Amparito, era broma —dice levantando las manos en señal de rendición, yo ruedo los ojos y dentro a la sala de clases.