—Quisiera que el tiempo se detuviera cada vez que estamos así —externó su deseo el capitán Savage a la chica que lo aprisionaba entre sus delgados brazos. —Coincido con usted, Capitán —respondió la Hatch llena de felicidad y tranquilidad; una tranquilidad fingida, pues su corazón brincaba como loco cada que tenía cerca a ese hombre. —¿Te digo algo gracioso? —preguntó Gamaliel y Airam asintió—. Siento que te conozco desde hace tanto que me costaría mucho tenerte lejos ahora. —Pero no vas a tenerme lejos nunca más —prometió la castaña, abrazándose más fuerte al fornido cuerpo que la abrazaba. —Fírmalo —pidió el pelirrojo, sonriendo, molestando un poco a la chica. —Que gracioso —ironizó la de ojos oscuros en una voz algo nasal y entrecortada. —Eres en serio lo mejor que me ha pasado en

