CAPÍTULO 2

1477 Palabras
Entré en mi casa a paso lento con dirección al vestíbulo donde deje mi caja sobre la mesa principal para luego ir al despachó de mi padre al cual quería dejarle muy en claro las cosas. Camine a paso firme hasta que por fin llegue a la puerta de su despacho pero está vez no me detendría a tocar la puerta por lo que abri la perilla e ingrese sin pensarlo dos veces, lo primero que pude ver fue a mi padre sentado frente a su escritorio con los lentes puestos y papeles en mano mirando en mi dirección, tambien pude ver a otro señor parado frente al armario lleno de libros con la mirada sobre mí escaneandome de pies a cabeza. —Tenemos que hablar — dije con tono serio y mirada matadora sin importarme la presencia del otro hombre que por cierto estaba bien guapo a pesar de su edad, en fin no era momento de pensar en eso solo queria enfrentar a mi padre para poder sentirme mejor pero al parecer lo que acaba de decir no le interesaba en lo absoluto ya que quito la mirada sobre mí para volver a ver sus papeles en mano. —Mariana eso será en otro momento estoy ocupado en este instante — dijo sin mirarme manteniendo la compostura seria y amargada típica en mi querido padre, este tipo de actitud me volvía loca tanto que aveces me daba unas ganas tremendas de mandarlo al mismisimo infierno. —Pues me vas a escuchar quieras o no — dije molesta esperando que mi padre saque al otro hombre de esta habitación para poder discutir con más libertad pero al parecer eso no sucedería ya que mi padre me sonrió de lado de una manera tan arrogante que no me gusto para nada. —¿Tú eres mariana? — escuche hablar al otro señor mientras se acercaba hacia mí con una sonrisa melancólica que me asustó un poco, no me esperaba que un desconocido me vea de esa manera. —Si ¿porque? — respondí manteniendo la seriedad, mirandolo fijamente a los ojos por un breve momento. —Has crecido bastante nunca pensé que te volverias una señorita tan bonita — dijo él señor con una sonrisa agradable, ahora que lo veia de más cerca pude fijarme claramente en su aspecto, era delgado y alto con el cabello blanco y de ojos azules como el cielo. —¿Nos conocemos? — pregunte extrañada sin comprender por qué me dijo aquellas palabras, lo habia mencionado como si me fuera a conocer desde hace años atrás. —Los presentaré — dijo mi padre con tono amable quitándose los lentes y dejando los papeles sobre su escritorio para verme con un rostro muy relajado — mariana él es Gabriel Romanof un viejo y querido amigo de la familia. —Un gusto volver a verte — dijo él tal Gabriel con ganas de entablar una conversación pero lamentablemente esté no era el momento apropiado, asi que mi respuesta solo fue asentir con la cabeza para luego volver a mi postura seria mirando nuevamente a mi padre con la misma seriedad que entre en esta habitación. —Sé que sonará descortez de mí parte pero quisiera hablar con mi padre a solas — dije inesperadamente una vez finalizada las presentaciones, él tal gabriel me miro con una sonrisa que no pude comprender la razón de esta actitud. —Se parece mucho a su madre — dijo Gabriel dandole una mirada a mi padre quien por un breve momento puso unos ojos melancolícos ante el recuerdo de mi querida madre que en paz descanse. —Lamentablemente tienen muchas cosas en común — dijo mi padre volviendo a su actitud seria y un poco engreida pero está situación de que no me haguen caso no me agradaba en lo absoluto. —Me alegra mucho saber eso de la futura esposa de mi hijo — dijo gabriel y yo puse una cara desconcertada, en ese mismo instante comprendí que él era el padre del muchacho con él que me querian casar. —¿Esposa? — interrogue con una cara de pocos amigos totalmente molesta con aquel comentario que acaba de decir, ambos hombres en esta habitación se quedaron mirándome atentamente, mi padre me miro serio con unas ganas de estrangularme bueno por lo menos eso creo, por otro lado Gabriel solo me miró desentendido y yo pensaba que estaban locos si creían que yo me casaría con un tipejo que ni conozco. —Gabriel creo que es momento de que te retires yo tengo que hablar con Mariana —dijo mi padre con una mirada que no logre entender pero al parecer Gabriel si lo hizo ya que asintió con la cabeza. —Bueno creo que es hora de irme — dijo Gabriel girando a verme por un instante para luego salir rápidamente del despacho de mi padre, creo que era lo mejor ya que no se me hacia nada agradable que personas ajenas escuchen los problemas familiares. Una vez que solo estuvimos yo y mi padre en esta habitación nos quedamos en silencio esperando ver quien hablaría primero, como en estos segundo no dijo nada y solo me miró de manera atenta supuse que no era tan valiente de empezar hablar él. —¿Por qué que hiciste que me despidieran? — pregunte molesta parandome frente de su escritorio mirandolo fijamente, queriendo intimidarlo siquiera un poco aunque creo que eso es casi imposible. —Eso era un sobre aviso para que sepas que no conseguirás ningún trabajo mientras no te cases — dijo parándose de la silla para acercarse al mueble donde estaba algunos licores que le gustaba tanto beber a mi padre. —¿Esta es tu manera de obligarme? — pregunte seria aguantandome las ganas de llorar, sabiendo muy bien que mi padre me hablaba muy enserio y era capaz de destruirme si no hacia lo que él quería. —Digamos que si — respondio simple sin mirarme prestando todo su atencion al vaso de wisky que acaba de servirse. —¿Que ganas destrozandome la vida? — pregunte, él me miró pero no me respondio empezo a caminar hasta su escritorio donde nuevamente se sentó, tomo un sorbo del licor para luego dejar el vaso de vidrio delante de él sobre el escritorio. —Es un asunto de negocios, no lo entenderias en este momento — dijo simple mirandome muy calmado, estás palabras destrozaron mi corazón porque me dejo muy en claro que por más que sea su única hija me veía como un objeto con el cual podia negociar. —Bueno si es asi tambien quiero negociar — dije resignada, como lo habia dicho antes mi padre era capaz de todo para conseguir lo que quería por lo que era una mala decisión ir contra él, lo mejor que podia hacer era negociar mi libertad. —Esta bien, explicate — dijo mi padre con su tipica calma en las palabras. —Quiero un determinado tiempo para tener nuevamente mi libertad — dije, él tomo nuevamente su vaso de vidrio entre sus manos pensando en lo que acaba de decirle, tomo un sorbo y con vaso en mano me miro en silencio por un momento. —Esta bien, un año sera el tiempo para que estes casada luego de eso podrás tener tu libertad si lo deseas — dijo mi padre y sentí una agonía interna al saber que tendría que casarme con alguien al que no amaba y estar con él por un largo año pero por lo menos luego de eso tendría mi libertad. —¿Cuándo sera la boda? — pregunte seria sin ninguna expresión en el rostro. —En una semana — respondió mi padre y comprendí que todo esto ya estaba planificado, no habia otra opción mas que seguir con este p**o negocio. —Se ve que tenías todo listo — dije, aguantando las ganas de mandarlo al demonio. —El día de hoy en la cena conocerás a tu futuro esposo y su familia, espero que te comportes como es debido — dijo cambiando totalmente de tema, se ve que tiene algo de vergüenza de lo que estaba haciendo. —Esta bien — dije, sin querer decir más palabras manteniendo una postura rígida. —Bueno eso seria todo puedes retirarte — dijo y yo sentí que me lo estaba ordenando como si fuera una empleada y no su hija, esta fue la gota que colmo el vaso. —Siempre te has creído el rey del mundo, él hombre poderoso a que nada teme que es capaz de casara a su unica hija con un desconocido solo por un asunto de negocios — dije seria con los ojos amenazando a querer llorar, no espere una respuesta y sali rápidamente lugar con el corazón roto en miles de pedazos.
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