—¡Kaylah, pedazo de mierda! Cecilia barrió su maquillaje contra el suelo. Ya no se molestaba en actuar inocente y amable en este momento. Su cara estaba retorcida y llena de ira. Pensó, sólo quería darle una lección. ¿Cuándo encontró a alguien que me hiciera fotos en secreto? ¿Cómo se atreve a publicarlas en Internet? ¡Ahora me siento humillada entre todos mis amigos ricos! ¡Kaylah, zorra! ¡Lo sabía! Antes parecías tan débil e incompetente. ¡No era más que una actuación! Para empezar, no debería haber dejado que Hendry se casara contigo. ¡Debería haberte echado hace mucho tiempo! Ahora mismo, todos los internautas están hablando de mí y algunos han empezado a husmear en mi vida privada. Pronto desenterrarán mi desagradable pasado. Cecilia finalmente entró en pánico. Tomó su teléfono

