LEER BAJO TU PROPIA RESPONSABILIDAD —¿Sabes qué? —susurró Thiago contra mi cuello mientras me abrazaba desde atrás—. A veces me pregunto si no es un castigo tenerte tan cerca y no poder devorarte como quiero. —¿Y quién dice que no puedes? —murmuré, girándome lentamente para mirarlo a los ojos. Sus pupilas se dilataron, y esa sonrisa ladeada suya apareció de nuevo. —Mía —gruñó, y sus labios se apoderaron de los míos con urgencia contenida. Me aferré a sus hombros mientras nos besábamos, con el corazón latiendo a mil por hora. No hubo palabras, solo sus manos deslizándose por mi espalda, levantando mi camiseta, su aliento cálido mezclándose con el mío. Con cuidado me colocó debajo de él, sin dejar de besarme ni un segundo. Sentía su cuerpo contra el mío, firme y seguro, y mi respiración

