12 de enero 1986
Camila.
Perdón por escribirte dos cartas el mismo día, pero no tengo otro medio para poder expresarme.
Esa noche desempaqué todas mis cosas y las acomodé en el pequeño closet de la habitación, dónde no tenía mucho espacio porque había muchas cosas de mis dos compañeros, a quiénes aún no había visto. Esta era muy sencilla, sin nada sorprendente. Había una litera y una cama pequeña cubierta con sabanas azules, las paredes eran unas de un tono blanco, había afiches de Madonna, de Michael Jackson por todos lados y la pared del fondo era de ladrillo, había una enorme ventana que mostraba el bosque y a lo lejos se veía incluso la cerca que rodeaba todo el internado. Cómo era de esperarse, sobre la cama había un crucifijo, una biblia sobre la mesita de noche y un estante para poner las cosas, pero ya estaba ocupado por numerosos trofeos de atletismo, al parecer tengo un compañero muy competitivo. No tenía la esperanza de tener una televisión, sabía que esto no sucedería, pero aun así sentí decepción. Qué habitación más deprimente.
Puse todos mis libros y cuadernos en una caja, los metí debajo de mi cama, que era la individual. Me desplomé en la cama y dormí por lo que pareció eterno, mi sueño se vio interrumpido por el sonido de la campana. ¿Qué debo hacer? Revisé el horario que me entregó el padre y al parecer todo está programado. Era la hora de la cena, debía bajar e ir al comedor del edificio A. ¿Debo ir uniformado? ¿qué debo usar? Opté por un par de jeans, un suéter sencillo y converse.
Salí de la habitación, cerré la puerta y vi de nuevo al pelirrojo, cerraba una puerta a unos diez metros de la mía. Vaya suerte la mía, entre casi las 900 habitaciones del lugar, duerme en el mismo piso el maldito que me derribó. Un grupo de chicos lo llamaron y el se fue junto a ellos. No me vio, resoplé.
- Usted debe ser Lucas. – Me dijo sonriendo un chico escuálido que se puso de pie delante de mí. Era delgadísimo, pálido y tenía el cabello peinado a medio lado, brillaba de tanta loción que se puso. Vaya, no sabía que iba a dormir con Alfalfa aquí. No era feo, era hasta simpático, pero iba peinado como un imbécil– Soy Jonas, su compañero de habitación.
- Y él es el orgulloso campeón dos veces consecutivas en atletismo, logró una marca en los diez kilómetros el año pasado. – Me dijo el chico que estaba junto a él. Era blanco, delgado y tenía un enorme afro, pero se le veía bien. – Me llamo Dominic, no corro kilómetros como el engendro de Jonás porque perdería mi espléndida figura, pero canto, te vas a deleitar escuchándome cada mañana al despertar.
- Es un gusto conocerlos. – Dije y sonreí porque ellos me miraban sonriendo, pero de inmediato me lamenté por dentro. Me tocó dormir en la habitación de los perdedores, en definitiva, este ha sido un pésimo comienzo de año para mí.
- ¿De dónde vienes? – Preguntó el del afro, Dominic.
- Barranquilla, ¿y tú?
- San Onofre, Sucre. Eres el primer costeño que veo aquí aparte de mí, bacano. – Dijo y sonreí por dentro, esta vez en serio, podría caerme bien este individuo. – Jonas es de aquí, Bogotano, aunque también es mitad paisa, por eso habla así.
- Pensé que esta zona no hacía parte de Bogotá, no vi la ciudad en ningún momento. – Le dije confundido, no sabía exactamente en qué parte del departamento estábamos.
- Sí es Bogotá, estamos a las afueras. Si usted hubiera manejado cinco minutos más habría llegado a la ciudad. Yo vivo en Kennedy, un día si se escapa con nosotros podríamos ir a mi vecindario y le presento a unos parceros que son de lo más chimba. – Dijo Jonas emocionado.
- No le hagas caso a él, eso allá está lleno de ñeros, te atracan con la mirada. – Dijo Dominic abriendo los ojos para intimidarme. (Ñero significa pandillero o algo similar). – La única vez que fui a su casa, antes de llegar en la esquina un ñero me agarró y me dijo al oído: quieto pirobo o lo chuzo. Me sentí apuñalado ese día. Me quitó toda la plata que traía.
- Gracias por la información. – Le dije y sonrió satisfecho por avergonzar a su amigo.
- ¿Va a bajar al comedor? – Me preguntó Jonás y asentí. – Muy bien, venga con nosotros, ahora seremos su nueva familia.
- Tu nueva familia. – Repitió Dominic mirándome con los ojos muy abiertos, eso me perturbó.
Bajamos por las escaleras y caminamos hasta el edificio A, que era diferente al nuestro. Era un poco más lujoso, elegante y todo el primer piso era el basto comedor. Había muchísimas mesas llenas de sillas, todo por el basto número de alumnos del lugar. Enseguida sentí una enorme decepción, había demasiada gente fea por doquier, no sé cómo haría para sobrevivir teniendo que ver cosas semejantes a diario, es horrible, preferiría que me fusilaran desnudo en un pabellón que tener que ver a esta gentuza. Un chico trigueño pasó junto a mí y su rostro era tan espantoso que me aterré, me eché hacia un lado y tropecé a un chico, tirando su bandeja de comida por los aires. Escuché las risas de todos y me llené de ira, pero aun así no dije nada. Por decencia le pagué su comida, estuvo mal que tirara su cena, no tiene la culpa de parecerse a Eddie Murphy.
Nos pusimos en la fila para el buffet y vi en una mesa cercana a un grupo de chicas cantando una canción de Juan Gabriel: Querida, esa canción ya me tenía aburrido, la cantaban mientras se peinaban. Qué buen lugar para jugar a la peluquería, oh sí, además que se arreglen y se unten encima de la cabeza esos aceites y menjurjes que usan, no las hará más atractivas. Solo se verían atractivas si usaran máscaras, pero no creo que las hermanas las dejen. Qué lástima.
Nos sentamos en una mesa en el centro con nuestras bandejas. Se sentía mucho ruido de las voces de todos y esto me aturdía, era muy fuerte.
- Hola bebé. – Una chica saludó besando en la boca a Dominic, ellos estaban en frente de mí. Ella era atractiva y eso fue muy extraño, ¿le habrá echado escopolamina? ¿lsd? ¿o la golpeó en la cabeza? Porque por cuestiones de lógica, una chica como ella no saldría con un tipo que pareciera que vendiera c***k. - ¿Y este quién es?
- El nuevo, Lucas. Dormirá en nuestra habitación.
- Es un gusto, nuevo. Soy Natalie, la novia de su amigo. Me va a ver muy seguido yendo a visitarlos. – Dijo en una actitud algo arrogante, pero aparentaba ser una persona agradable. Me costará acostumbrarme a un lugar en que todos tengan ese acento rolo tan marcado, nunca había venido a esta parte del país y poco conocía gente de aquí. Será difícil, lo sé.
- Claro, si no la ve ninguna de las hermanas, usted es una descarada, no le da miedo nada. No querrá que la castiguen de nuevo, ¿o sí? – Le dijo Jonás mirándola muy seriamente, ella chasqueó la lengua y abrazó a Dominic.
- Nadie tiene porqué saber nada, a menos que exista un sapo que vaya a decirles. – Lo miró fijamente y él sonrió. – A ver, Lucas. ¿Qué tal le ha parecido el lugar hasta ahora? ¿Cierto que está de lo más de bonito?
- Bonito sí es, pero agradable y demás, ya lo veré. Me mata este frío, no lo soporto. Me congela los huevos.
- Ya se va a acostumbrar hermano, usted tranquilícese que ya luego ni lo va a sentir. – Dijo Jonas y miró a Dominic. – Espero que no espante al Lucas con la pornografía.
- ¿Cómo así? – Pregunté muerto de risa, ¿esconde pornografía Dominic en una escuela ultra católica? Esto se está poniendo más interesante de lo que pensé.
- Yo no veo revistas pornográficas. – Le dijo haciéndole señas con los ojos, seguro su novia no sabía nada. – No me hagas pegarte a estas horas de la noche, desgraciado.
- No le oculte al mundo su amor a las revistas de sexo lésbico, es preferible que sean de ese tipo, que de sexo entre negros de dos metros, como la que tiene debajo del colchón o la del baño.
- Cállate ya maldito. – Le pegó con una cuchara. – No le creas amor, ni tu tampoco Lucas.
- Sepárate de él y váyase a su mesa jovencita. – Le dijo el padre Aristizábal al ver que abrazaba a Dominic y ella se alteró, se fue de inmediato. Al parecer él es muy respetado aquí.
Te gustaría este lugar, a mí no tanto. Te quiere
Lucas